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Schiaretti presidente: Una peligrosa jugada atada a las necesidades de Córdoba

POLÍTICA 24/10/2022 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Juan Schiaretti ya está metido de lleno en la discusión nacional. Sobre el final de la semana, su figura volvió a captar flashes y su nombre regresó a los análisis de los principales medios y empresas encargadas de sondear el humor social, a un mes del Mundial y a un año de las elecciones a las que pretende encaramarse con una candidatura presidencial. El jueves, en su exposición en la UBA, se lo vio relajado. Quizás por saberse ante un auditorio amable o porque simplemente se siente a gusto con el nuevo camino que se dispone a recorrer. Fue contundente con algunas definiciones, criticó con dureza, se animó con algunos chistes y cabeceó para invitar a la pista de baile a quienes quiere seducir.

Es cierto que lo dicho el jueves podía presumirse a partir de los movimientos de la gestión y algunas declaraciones públicas, pero lo concreto es que el cordobés nunca había dicho que la salida de la crisis debía ser afrontada a partir de un acuerdo entre "las fuerzas mayoritarias de tradición popular". En criollo, el peronismo no kirchnerista y el radicalismo, al que le auguró pocas chances dentro de la estructura de Juntos por el Cambio (JxC).

Dueño de un discurso opositor cada vez más fervoroso, el cordobés quiere construir una alternativa que contemple al “60% de la población que se ve en cualquier encuesta y quiere que aparezca algo nuevo, que no sea ni el Frente de Todos ni Cambiemos”. Descartada la opción de participar en un armado del PJ que contenga a sectores cercanos a la vicepresidenta CFK, las coincidencias que exhibe con Mauricio Macri todavía son evidentes. Casi a la misma hora que el gobernador aseguraba que “el kirchnerismo tiene preso al peronismo”, el expresidente afirmaba lo mismo en Entre Ríos, aunque usó la palabra “secuestro”. Con todo, algunas de las últimas posturas del líder amarillo lo ubican demasiado cerca de lo que Schiaretti define como “talibanes del mercado” contra los que también se predispone a dar batalla.

 

Lo concreto es que para encarnar una postulación para la Presidencia, el cordobés necesita que el mapa político actual se reestructure a partir de la ruptura de las coaliciones que concentran fuerzas en ambos extremos de la grieta. Siguiendo ese deseo hay dos escenarios posibles que podrían resultar atractivos para su plan nacional. En ambos, el gobernador debería lograr concentrar las expresiones centristas que sirvan para la construcción de esa “alternativa superadora” a la que siempre suele hacer referencia.

 

Un primer escenario electoral que presentara la unidad entre el ala dura de JxC y el polo libertario por un lado y un armado kirchnerista por el otro, profundizaría los extremos y podría terminar expulsando a los perfiles “moderados” de ambos bandos, que podrían confluir en una tercera fuerza que empujaría para participar en un balotaje. Los análisis descuentan que esa coyuntura detonaría la retirada de una parte mayoritaria del radicalismo de la coalición opositora y también Horacio Rodríguez Larreta, un “zurdo” para Javier Milei, se vería obligado a quedarse afuera del esquema amarillo.

 

El segundo escenario contempla una elección peleada entre cuatro fuerzas, en la que el descontento del electorado debería volcarse hacia opciones diferentes a las dos grandes coaliciones. Esas alternativas serían la propuesta de centro que pretende Schiaretti y la candidatura, que hasta ahora parece inalterable, del león libertario. En ese esquema, la lista de nombres que podría recaer en el centrismo moderado se achica un poco más.

 

Sea cual fuere la oferta electoral 2023, Schiaretti sabe que corre desde atrás en la sobreoferta de candidaturas presidenciales que hoy expone la Argentina. Es por eso que también deberá definir cuál será el juego que deberá combinar con la elección de su provincia. Quienes impulsan a Martín Llaryora al Panal se desvelan por una campaña que tenga al gobernador como candidato “a algo”, para traccionar votos a partir de una triple campaña que también deberá coordinarse con la disputa por la sucesión del intendente en la capital provincial.

Tomando ese dato, se desprende que el combo de posibilidades nacionales también deberá evaluarse a partir de sus consecuencias adentro de la provincia, donde el cordobesismo se imagina enfrentándose a un JxC unido. Schiaretti también sabe que su sucesión terminará siendo el trampolín o el derrumbe final de sus aspiraciones nacionales. “La batalla más importante”, señalan en la coalición que gobierna Córdoba desde 1999.

 

Schiaretti no tiene la posibilidad de acompañar a Llaryora como candidato a vicegobernador, como se propone en Tucumán Juan Manzur. Pensar en una candidatura a la Legislatura provincial para subirse a la boleta suena bastante descabellado luego de los movimientos públicos de corte nacional. Sin embargo, encabezar una lista a la Unicameral suena redituable en términos del empuje que anhela el llaryorismo. Primero, porque no obligaría al cordobesismo a pegar las elecciones nacionales con las provinciales, que busca despegar. Segundo, porque no obligaría al electorado mediterráneo a buscar a Schiaretti y a Llaryora en papeletas separadas: la lista nacional y la boleta única local.

 

¿Una banca en la Unicameral representaría un cierre de carrera acorde para un dirigente que fue tres veces gobernador de la segunda provincia más grande de la Argentina? Sin descartar esa opción, también es necesario señalar que una victoria en su provincia acomodaría a Schiaretti con más chances de incidir en la contienda nacional.

 

Contador, industrialista y dueño de un caudal político que se apalanca en la defensa del federalismo, si no cuaja su candidatura presidencial, Schiaretti podría utilizar una buena performance en Córdoba para luego recalar triunfante en algunas de las áreas de una eventual administración antigrieta acorde con su perfil de gestor. Allí, los ministerios de Industria, Economía o del Interior podrían representar un atractivo mayor que una simple banca que, por otro lado, ya ocupó. Hay quienes dicen que no sería descabellado imaginarlo en la Jefatura de Gabinete de una administración dialoguista.

 

A un año de las elecciones, el croquis cordobesista va tomando diferentes formas y especula con una carambola a muchas bandas. Lo hace a partir de una certeza: con 73 años, Schiaretti ya decidió que el cierre de su carrera política no lo encontrará en Córdoba.

 Fuente: Letra P, sobre una nota de César PUCHETA

 

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