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El ajuste ya marca la interna oficialista

POLÍTICA 20/08/2022 Eduardo AULICINO
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Los cálculos del Gobierno -de Olivos, podría decirse- vienen siendo descolocados por distintas razones, entre ellas y en lugar destacado, el efecto del microclima. Esperaban y después intentaron difundir un mensaje sindical amigable y que no los rozaba, pero aún en medio de sus internas la marcha de la CGT colocó a la inflación como tema central, pendiente de gestión. También imaginaban un pronunciamiento formal de los gobernadores peronistas que maquillara la preocupación por el alcance del ajuste, pero el reclamo fue explícito. En los dos casos, el destinatario es Alberto Fernández, pero la insólita alteración institucional proyecta todo sobre Sergio Massa.

El kirchnerismo, muy tenso por el alto impacto del alegato de los fiscales en la causa Vialidad, no oculta su preocupación por la crisis y tampoco, su repetido cálculo. El silencioso aval a la nueva conducción económica va tomando perfil de mesa examinadora, en doble sentido: refuerza la capacidad interna de veto que cuida Cristina Fernández de Kirchner y, a la vez, intenta mostrarla ajena a los costos del Gobierno, si fuera posible. En ese juego, sobre todo para su propia tropa, fue montada una operación que desbordó por mucho la intención de presentar la poda de subsidios bajo la consigna de tarifa justa.

Esa operación volvió a expresar un reflejo autoritario -perscutorio-, además de un curioso recurso para asimilar un ajuste mayor al que motorizó la ofensiva contra Martín Guzmán, hasta su caída. Antes, había alimentado la condena a la etapa macrista. El cambio fue notorio y para vestirlo, fue distorsionado el argumento -razonable- sobre el inequitativo e insostenible esquema de subsidios al gas, la electricidad y el agua.

La síntesis más peligrosa de esa movida fue la difusión -evidente y atribuida incluso internamente al kirchnerismo- de una lista de “ricos y famosos” que, como todos, pagan hasta ahora tarifas subsidiadas. Por supuesto, la confección de la nómina expuso un conocido rudimento ideológico y repuso el eco de los tiempos más exacerbados de CFK en el poder. Generó además malestar en el circuito massista y hasta cierta toma de distancia de Olivos.

Flavia Royón se encargó de afirmar públicamente que la lista no había salido de la secretaría a su cargo. Y expresó repudio, más allá de que el acto de presentación del nuevo esquema de subsidios había mostrado pinceladas de condena a sectores “pudientes”, como si se tratara de corregir decisiones individuales de consumidores y no de enfrentar los resultados de años de políticas oficiales en este terreno. La portavoz Gabriela Cerruti se limitó a decir que no tenía nada de malo pagar la boleta que a cada uno le llega. Ninguna señal de repudio.

La reacción del kirchnerismo, para forzar una lectura de las causas y desdibujar los posibles efectos de la medida, impidió un debate político necesario y colaboró a minar cualquier intento de puente con la oposición en este terreno. Esconde además un punto central: el Gobierno tomó una medida antes rechazada para achicar el déficit, pero no recompuso las tarifas frente a la proyección inflacionaria. Eso queda pendiente para más adelante. Es un verdadero interrogante que se traslada al año electoral.

El reacomodamiento de tarifas se produce en un marco de escalada de precios. Y, entre economistas críticos de esta gestión pero también en filas peronistas, existen evaluaciones sobre el mayor sacrificio en las cuentas públicas que demandarían los compromisos con el FMI, considerando incluso un monitoreo poco severo del organismo internacional. Eso explicaría en parte el mensaje de los gobernadores.

Los jefes provinciales terminaron de exponerse como un espacio más orgánico en la interna del oficialismo. No es un grupo homogéneo, De todos modos, es un dato político que la Liga que los reúne haya tenido tres encuentros formales en tres meses, además de otros contactos. El cierre de la semana los mostró en La Plata, con recibimiento sonriente de Axel Kicillof, protagonismo de Jorge Capitanich y presencia de trece distritos. No atrae, sin embargo y por distintas cuestiones, a los gobernadores de Córdoba y Santa Fe.

Esta última cita finalizó con un prolijo documento, de una carilla, que señala la necesidad de “reducir” la inflación, advierte sobre los cuidados que debería tener la política tarifaria, reclama la continuidad de las obras públicas y anticipa que el foco también será puesto en el Presupuesto 2023. Reflejo de la gravedad de la crisis, incluye dos puntos referidos a los cuidados sobre precios en rubros sensibles como alimentos y medicamentos.

No hay giros destemplados en la declaración. Es claro el punteo. Y es notorio el cuidado en la perspectiva de sus propias batallas electorales.

En cambio, el mensaje sindical surgió cruzado por las propias disputas en la CGT. La movilización de la central sindical desbordó los cuidados anticipos sobre la consigna: advertencias por la trepada de la inflación apuntadas contra empresarios y los políticos en general. Pablo Moyano le agregó destinatario específico: el Presidente. No habló del Gobierno.

“Que ponga lo que tenga que poner”, le disparó. El sindicalismo más duro -una mezcla con vertientes kirchneristas- estuvo en esa línea. Todos entienden cuál es el juego de estas horas, los más duros y los que se apoyan, aún y de manera condicionada, en Alberto Fernández y algunos de sus funcionarios.

Esa demostración cegetista y los mensajes previos terminaron de bajar del temario la idea de aumento de suma fija y le dieron sustento a la fórmula de algún tipo de bono y rediscusión de paritarias. Asoma como algo más módico que el acuerdo de precios y salarios sugerido por Alberto Fernández hace diez días en Lomas de Zamora. Aquel acto no había contado con la presencia del ministro de tres áreas.

Fue otra postal del lugar desdibujado de Alberto Fernández. Esa anomalía en el poder comienza a ser un problema para Massa. Los reclamos pueden estar dirigidos en la superficie al Presidente, pero apuntan sin vueltas a su gestión. No es lo único. CFK, entre tanto, aguarda resultados y suma preocupación en el frente judicial: son intensas las cargas del kirchnerismo. Nada indica que vaya a desescalar. Y eso lo asimilaría a una cuestión de gobierno.

Fuente: Infobae

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