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Dólar e inflación meten más presión y Massa se queda sin tiempo para resolver la crisis

ECONOMÍA 17/08/2022 Claudio Zlotnik*
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Javier Timerman, el reconocido financista socio de AdCap Securities, comentó que hace unos días participó de una reunión junto a reconocidos referentes del kirchnerismo y que ninguno de ellos criticó las medidas de ajuste anunciadas por Sergio Massa. Más bien todo lo contrario; destacó que entre esos dirigentes simpatizantes de Cristina Kirchner respaldaron al flamante ministro de Economía.

Timerman, hermano del ex canciller ya fallecido, trabaja desde hace años en Wall Street y, desde allí, era una de las voces que venía advirtiendo que la coalición gobernante debía dar una contundente señal de unidad como condición mínima necesaria para que sus propuestas sean creíbles para los inversores del exterior. "Hay mucha ansiedad afuera por parte de los inversores; noto muy poca paciencia con la Argentina", destaca.

Será por la escasa credibilidad que tiene el país en el mundillo de las finanzas o por alguna razón adicional, pero lo cierto es que en las últimas jornadas hubo al menos un par de hechos que pusieron en alerta al gobierno nacional. Y más puntualmente al ministro de Economía.

Una de las variables que preocupa a Massa se relaciona, justamente, con la reacción del mercado financiero. La otra no y -más bien- tiene que ver con el manejo de las empresas fabricantes de alimentos, uno de los rubros claves que el Gobierno quiere sumar como aliado estratégico para los próximos meses.

Dólar y precios, las dos distorsiones que alteran al Gobierno

La primera cuestión a seguir se vincula con las cotizaciones de los dólares alternativos. Esas paridades no tuvieron una reacción esperada tras la última, y violenta, suba de las tasas de interés.

En el Palacio de Hacienda creían que si la tasa de interés subía por encima de las expectativas del mercado, las cotizaciones debían desinflarse. Y, en consecuencia, la brecha podría caer a un escalón por debajo del 100%.

La apuesta se parecía a lo que sucedió hace algunas semanas, cuando el Banco Central aplicó una suba de la tasa y el dólar contado con liqui cayó desde el récord de $340 a colocarse por debajo de la línea de $300.

Eso no se vio hasta ahora: tras la suba de la tasa, los dólares alternativos se quedaron prácticamente en los mismos precios. Y la brecha no bajó.

La preocupación es total: si la diferencia entre el dólar oficial y los alternativos no desciende, los productores y las cerealeras evitarán pasar por la ventanilla del Banco Central para liquidar la cosecha.

Si las reservas no crecen, los anuncios de Massa -por más cohesión que tengan- no tendrán el resultado esperado ya que las expectativas devaluatorias se mantendrán. Si la oferta de dólares no crece y así será muy difícil acrecentar las reservas del Banco Central. Esa fue la condición -la mejora de las reservas- que puso el FMI para evitar una devaluación en el mercado oficial.

Precios calientes, sin margen para el error

La segunda cuestión que tiene bajo alerta al equipo económico se vincula con los precios de los alimentos. La última información del Indec dio cuenta de un hecho inédito: la disparada de los precios de productos de la canasta esencial, que hasta ahora venían subiendo por detrás del resto.

Dos casos ilustrativos: el azúcar aumentó 30,5% solamente en julio. Desde la cámara empresarial explicaron que se trata de una recuperación de los márgenes de ganancia ya que el producto venía incrementándose por debajo de la inflación promedio. Lo mismo argumentan desde la industria avícola: el valor de los huevos se incrementó 12,2% el mes pasado.

Si no hubiese sido por la estabilidad en los precios de las carnes -sobre todo la carne vacuna-, la inflación de la canasta de alimentos habría dado bien por encima del 7% el mes pasado. Ahora, el temor es que esa tendencia se agrave en las próximas semanas. Por ahora, Matías Tombolini -flamante secretario de Comercio- no dio ningún indicio de lo que será su gestión, pero los tiempos (y la realidad) lo apremian.

Precios

La crisis política, que se agravó en las semanas previas a la salida de Martín Guzmán, derivó en el desarme del equipo de funcionarios que venían acordando con las empresas fabricantes distintos acuerdos.

Sin una contraparte que ofreciera soluciones que al menos sirvieran para amortiguar la dinámica inflacionaria, las empresas del sector aprovecharon para recuperar parte del terreno perdido. Primero durante la pandemia y luego tras la aceleración inflacionaria provocada por la guerra en Ucrania.

Ahora, el desafío será acomodar algunos de esos precios que -como el azúcar y los huevos- tienen impacto inmediato en distintos rubros de la alimentación. Una cosa se vincula con la otra: la aceleración de la inflación repercute en el mercado cambiario porque deja a un dólar oficial cada vez más retrasado, y con la urgencia de una suba en la cotización.

En un escenario donde lo que también se retrasan son los ingresos de la gran mayoría de la población. Algo de estas tensiones se reflejará en las calles en las próximas horas, cuando la CGT salga a manifestar la bronca por la disparada de los precios.

Así como los azucareros o la industria avícola, por citar aquellos dos mismos ejemplos, trataron de recuperar posiciones ante la incertidumbre, otros rubros harán lo propio, si es que ya no lo hicieron.

En el medio, las tensiones sociales irán en aumento. En un contexto donde Massa planteó el cumplimiento del acuerdo con el FMI y aplicó un ajuste del gasto público, las soluciones que se encuentren para la sociedad más postergada requerirán de soluciones quirúrgicas. ¿Estará el Gobierno a la altura?

 

 

* Para www.iprofesional.com

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