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Alberto Fernández apuesta a su reunión con Joe Biden para recuperar el centro del escenario político y aplacar la crisis

POLÍTICA 11/07/2022 Román Lejtman*
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En 15 días, Alberto Fernández ingresará al Salón Oval de la Casa Blanca para protagonizar su primera reunión a solas con Joseph Biden. El Presidente cree que ese cónclave puede aplacar la desconfianza sobre su programa económico y ayudarlo a recuperar el centro del escenario político, tras pactar un tregua interna con Cristina Kirchner.

Biden conoce la inestabilidad política y económica de la administración peronista, y tiene opinión formada sobre Alberto Fernández y CFK. El Presidente de Estados Unidos está empeñado en evitar que China profundice su influencia en América Latina y hace muchísimos esfuerzos públicos y secretos para derrotar a Rusia en Ucrania.

En este contexto geopolítico, la gira del jefe de Estado a Washington será un éxito diplomático si puede garantizar a Biden que Argentina no facilitará la expansión de China en la región y que endurecerá su posición internacional respecto a la invasión ilegal que ejecutó Vladimir Putin sobre el territorio ucraniano.

Si no cambia de táctica diplomática, la Casa Blanca sugerirá a la Casa Rosada una prueba de alianza bilateral: cancelar la participación presidencial de la Argentina en la cumbre del G20 de Indonesia, si Putin decide concurrir y continúa con la guerra que desató en Ucrania.

En Balcarce 50 consideran que una fotografía oficial de Alberto Fernández y Biden, sentados juntos en el Salón Oval, será una señal inequívoca de estabilidad política y robusta agenda internacional. Ese análisis palaciego transmite una mirada sencilla de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

La Casa Blanca tiene múltiples recursos para transmitir la importancia y el alcance que tuvo la visita presidencial a Washington. Y una foto sirve cuando hay un contenido político que otorga significado a la imagen protocolar.

Santiago Cafiero y Jorge Arguello negocian la agenda de Alberto Fernández con la administración demócrata. El canciller y el embajador argentino en DC compartieron una reunión de trabajo en Bali con Antony Blinken -secretario del Departamento de Estado-, y el borrador del programa avanza a buen ritmo y sin complicaciones.

Alberto Fernández y Biden se proponen una agenda global que incluya la guerra en Ucrania y su efecto sobre los precios de los alimentos y la energía, los Derechos Humanos en América Latina y el Cambio Climático. A su vez, Biden planteará la situación de China en América Latina y Alberto Fernández -presumiblemente- el impacto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la actual situación económica.

Argentina firmó con Beijing la construcción de centrales nucleares en Buenos Aires y no descarta habilitar a ciertas compañías chinas en las probables licitaciones públicas de 5G, dos negocios estratégicos que la Casa Blanca rechaza por la influencia que concedería a Xi Jinping en el cono sur.

Alberto Fernández estaba en la cumbre del G7 cuando Estados Unidos anunció un paquete de ayuda crediticia de 600.000 millones de dólares para bloquear el impacto global del plan Camino de la Seda empujado por China. Washington evalúa que Beijing es el enemigo mundial.

Hace unos días en Olivos, Alberto Fernández, CFK y Massa sellaron una tregua política frente a la presión de los mercados y la caída vertical de la imagen pública del gobierno. Esa paz palaciega es muy frágil y está merced de las metas fijadas en el acuerdo negociado por Martín Guzmán con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.

La Vicepresidente rechaza las metas acordadas con el Fondo. Es consecuente con sus ideas, y ya dio muestras de su poder interno: “Revoleó” a Kulfas y a Guzmán, y planteó al jefe de Estado y al Presidente de Diputados una tregua que les permita salir del laberinto político que ella misma construyó después de la derrota en 2021.

En este escenario, el mensaje de Cristina Kirchner no tiene eufemismos.

La tregua depende de cambiar la velocidad para alcanzar las metas negociadas con el FMI. La Vicepresidente coincide en achicar el déficit fiscal, bajar los niveles de emisión monetaria y fortalecer las reservas del Banco Central, pero considera que Guzmán negoció un ritmo de ajuste que debilita al gobierno y beneficia a los barones de la city financiera.

Alberto Fernández no regateará con Biden la velocidad de las metas del acuerdo con el FMI. La intención del Presidente -si finalmente acepta el planteo de CFK-, es lograr su respaldo político para que el board del FMI revise el acuerdo aprobado cuando Guzmán era su ministro más ponderado del Gabinete.

Biden está débil en su agenda doméstica y puede perder los comicios de noviembre. El jefe de Estado argentino también exhibe su propia fragilidad, y creen en Balcarce 50 que su imagen pública y su correlación de fuerzas con CFK puede cambiar a su regreso de Washington.

La política exterior es sofisticada e implacable. Biden moverá a favor de Alberto Fernández, si el presidente argentino entiende sus necesidades domésticas con proyección geopolítica.

CFK está más cerca de Olivos que Xi y Putin.

 

 

* Para www.infobae.com

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