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La ONU alerta de una “crisis global de educación” de mayor magnitud de lo que calculaba

INTERNACIONALES 30/06/2022 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Todas las tardes, muy puntual, llega Antony, de 17 años, al espacio de refuerzo escolar que tiene Save the Children en su comunidad en Colombia. Desde que él y su familia huyeron de su país natal, Venezuela, no había tenido la oportunidad de estudiar. “Soy migrante. Llegué aquí hace cuatro años y no contaba con los documentos necesarios para entrar en una escuela. Hace tres, empecé a asistir a las actividades de Save y ellos me ayudaron a entrar en un colegio. En las mañanas voy a la escuela, en las tardes, al espacio de refuerzo de la organización”, explica el chico por videollamada. Lo necesita, dice, porque considera que lo que aprende en la jornada lectiva formal “no es suficiente”.

Como Antony, 222 millones de niños afectados por emergencias humanitarias necesitan apoyo educativo, según un nuevo informe de La Educación No Puede Esperar (ECW, por sus siglas en inglés), el fondo de las Naciones Unidas para la educación en situaciones de crisis, también las que son prolongadas. En seis años, esta cifra ha aumentado un 196%: en 2016, eran aproximadamente 75 millones.

Carlos García de Badekano, técnico de programas internacionales de Unicef, explica que el estudio desagrega a estos 222 millones de niños y niñas afectados por crisis humanitarias en “tres categorías de prioridades”: en la primera, los 78,2 millones que están sin escolarizar (el 54% son mujeres, el 17% tiene dificultades funcionales, y el 16% son desplazados forzosos); en la segunda, los 120 millones que sí acuden a clase pero sin alcanzar los niveles mínimos de competencia en matemáticas o lectura; y, en la tercera, los 24,2 millones que sí están alcanzando esos niveles, pero que se ven igualmente afectados por el contexto convulso y necesitan apoyo. “Por todo ello, desde Unicef ponemos el acento no solo en el acceso, sino también en la calidad educativa y el apoyo psicosocial”, declara el especialista.

Desde Unicef ponemos el acento no solo en el acceso sino también en la calidad educativa y el apoyo psicosocial
Carlos García de Badekano, técnico de programas internacionales de UNICEF
Antony, el joven venezolano, pertenece a la tercera categoría. Su situación es la mejor en el podio de los peores. Sin embargo, el colegio al que va por las mañanas queda lejos de ser el de sus sueños: “Mi escuela ideal sería, sobre todo, más segura. La mía está cercada por un simple alambrado. Los alumnos pueden escaparse y pueden entrar desconocidos. Aquí, en Colombia, desaparecen niños constantemente. También, garantizaría el transporte. Los caminos son malos, y cuando llueve se encharca todo y no podemos ir a clase. Además, sería más grande. Somos demasiados alumnos y estamos todos juntos. Puestos a pedir, tendría luz eléctrica, una sala de informática y un laboratorio”.

Según la ONU, muchos de los países menos adelantados tienen una infraestructura escolar básica deficiente: solo el 54% de los centros disponen de acceso a agua potable, apenas el 33% cuentan con un suministro eléctrico fiable y únicamente 40% cuenta con instalaciones para lavarse las manos.

Para Antony, la educación es “esencial”, y “lo más importante” lo ha aprendido con Save the Children, un socio destacado de ECW: “Antes, no sabía ni que tenía derechos. Gracias a la educación que he recibido, he aprendido que deben ser respetados en todo el mundo. Los míos y los de los demás. Gracias a la educación veo factible alcanzar mi sueño, que es ser médico forense”. Está orgulloso de él mismo, sobre todo de haber aparecido en un cortometraje documental de Jeff Monroy, sobre jóvenes de Colombia que enfrentan las barreras del miedo en un contexto de violencia, pobreza y migración.

Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Malí, Nigeria, Pakistán, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Yemen… El 84% de las infancias sin escolarizar viven en zonas que atraviesan crisis prolongadas como las que experimentan estos países, según señala el estudio de ECW. Yasmine Sherif, directora del fondo, que ya brinda una educación de calidad a más de cinco millones de infancias en más de 40 países, y abogada especialista en derechos humanos, agrega: “Añadiría Palestina, sobre todo Cisjordania y Gaza. También la crisis de refugiados de Venezuela y Colombia, los rohinyás en Bangladés, y los sirios en Líbano”. Además, la guerra de Ucrania está expulsando a un número aún mayor de las escuelas, y las estimaciones recientes apuntan a que el conflicto ha afectado a 5,7 millones de niños y niñas en edad escolar.

Roho, de trece años, también entiende la importancia de una educación de calidad, según su testimonio, recogido por Unicef Etiopía. Si bien ahora asiste a la escuela primaria IFAA, en la región etíope de Babile woreda, ha tenido que superar muchos obstáculos para cumplir su derecho fundamental a la educación. Su familia fue desplazada a la fuerza cuando ella era pequeña y, aunque ahora han regresado a casa, las estrecheces financieras la han mantenido mucho tiempo fuera de las aulas. Su padre los abandonó, y su madre crio sola a Roho y a sus ocho hermanos. Al ser el único sostén de la familia, la mujer no podía cubrir los gastos relacionados con la educación, y la niña tuvo que abandonar la escuela para ayudarla con las tareas de la casa y el trabajo en el campo. Solo uno de sus hermanos pudo asistir a clases, porque su tío asumió sus costes educativos.

Hoy, Roho está inscrita en el programa Escuela Rápida para niños fuera de la escuela, financiado por ECW en Etiopía y ejecutado por Unicef. Se trata de un currículo de aprendizaje intensivo que provee, a menores de entre nueve y 14 años que se encuentran fuera del sistema formal, con las capacidades necesarias para superar los exámenes de ingreso a la escuela primaria pública. “Mi escritura, lectura y matemáticas han mejorado mucho. Sigo atentamente los consejos e instrucciones de mi profesor. Regularmente, hago mi trabajo de clase y tareas, y leo libros de texto y materiales de lectura complementarios”, declara. El sueño de Roho es convertirse en ingeniera y contribuir al bienestar futuro de su familia, asegurando que la próxima generación pueda ir a la escuela y quedarse allí desde el principio.

El derecho a la educación, del que nacen todos los demás
Sherif, directora de ECW, califica los números del estudio de “impactantes” y “vergonzosos”, y aclara por qué han aumentado tanto desde 2016: “En primer lugar, porque hemos utilizado una metodología diferente, más completa. Por otro lado, los conflictos armados continúan y además hay nuevos, como el de Ucrania, que ha llevado a que en 2022 el mundo alcanzara la cifra récord de 100 millones de refugiados, según datos recientes de Acnur. También están los efectos devastadores de la covid-19 y el cambio climático”. Para la experta, estas “preocupantes” cifras deberían llamar a la acción global. Sin embargo, otro estudio reciente muestra que la respuesta a las necesidades de educación en situaciones de emergencia y crisis prolongadas sigue adoleciendo de una financiación insuficiente crónica. Un déficit que parece haber empeorado a raíz de la pandemia, advierte la ONU.

“Para responder a esta apremiante crisis educativa mundial, hemos lanzado en Ginebra, Suiza, la campaña de movilización de recursos #222MillionDreams. Llamamos a los donantes, el sector privado, las fundaciones filantrópicas y las personas de alto poder adquisitivo para que movilicen urgentemente más recursos para aumentar las inversiones de ECW”, clama. “Sabemos cómo hacerlo. Solo necesitamos financiación”, afirma.

García de Badekano, de Unicef, explica por qué este llamamiento es urgente: “Cuando hablamos de que la educación se ve interrumpida, no hablamos únicamente de eso. Al no acudir a la escuela, los niños y las niñas pueden verse en situaciones de desprotección mucho mayores: pueden sufrir abusos, violencias, ser víctimas de trabajo y matrimonio infantiles, dejar de recibir una alimentación adecuada o no acceder a programas de vacunación… La escuela es el espacio nuclear donde muchos otros derechos, aparte de la educación, se ven garantizados”.

Para que esto se entienda, García de Badekano ofrece dos ejemplos. El primero: 370 millones de niños y niñas dejaron de recibir almuerzos escolares debido al cierre de las escuelas por la crisis de la covid-19, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Unicef. “Para millones de niños de todo el mundo, la comida que les dan en la escuela es la única del día. Cuando no la tienen, pasan hambre y están en peligro de enfermar, abandonar la escuela y perder la mejor oportunidad de escapar de la pobreza”, señala. El segundo: por cada año adicional que una niña cursa educación secundaria, cae seis puntos porcentuales la probabilidad de que se case o tenga hijos antes de cumplir los 18, según un estudio del Banco Mundial al respecto. “Mantener a las chicas en la escuela es una de las mejores formas de retrasar el matrimonio”, sentencia el técnico de Unicef.

“La educación es una ventana de oportunidad para los niños y las niñas de cara al futuro. Para poder tener un desarrollo como personas mucho mayor”, termina García de Badekano. Sherif, de ECW, coincide con él: “Para mí, la educación es el derecho humano más importante, del que nacen todos los demás. Si tienes acceso a formación, puedes convertirte en una mujer fuerte: igualdad de género. Puedes decir lo que piensas: libertad de expresión. Puedes votar en elecciones democráticas: derecho a la democracia. Eres capaz de luchar por tus derechos en los juicios de debido proceso: derecho a un juicio justo. Y así con todo”.

Fuente: El País

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