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El transfuguismo, fase superior de la reforma judicial

OPINIÓN 24/04/2022 Ignacio Zuleta*
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Si la justicia no invalida el procedimiento-base de la jugarreta del oficialismo -la confección de bloques legislativos a la carta-, pondrá en peligro el sistema que le da legitimidad, que es la cadena de representaciones basadas sobre la voluntad popular. No les van a servir ni el café. 

La Corte está a la espera de la oportunidad de dictaminar sobre el proyecto emprendido por Cristina en el Senado, para convertir la división de los bloques de una triquiñuela legal en algo punible. Es un desafío de alta academia y también de muñeca política. Más allá de la desprolijidad de fechas y nombres, la base del ardid es una malversación de las normas en beneficio del interés particular.

Es un acto de corrupción que, como todo acto corrupto, se hace dentro de la ley aprovechando las zonas grises de la legislación. Las mayorías y minorías en el Congreso no las establece un puntero político para mejorar el reparto de cargos. Son producto de la voluntad popular y no pueden amañarse para conseguir cargos.

Hasta ahora se conocía el transfuguismo del legislador. Ahora la borocoteada se encarna en la autoridad de la cámara alta. Las normas anti-transfuguismo en el derecho de otros países, como España, lo invalidan porque “afecta al núcleo esencial de la función representativa que constitucionalmente tienen atribuida; en concreto, a la facultad de control de la acción de gobierno a través del apoyo de mociones de censura.” (Sentencia 50210/2014 del Superior Tribunal Constitucional).

En la Constitución argentina existe la figura del voto de censura al Jefe de Gabinete –presidente de la administración– que puede ser removido por el voto del Congreso (Art. 101). Tránsfugas son los legisladores que “dejan de pertenecer a la formación política por la que concurrieron a las elecciones, pasando a la condición de no adscritos” (Id.). Protegerse del voto de censura es más grave que armar tribus ficticias para apoderarse de cargos de representación. Es lo que también está en juego en este minué, otro atajo para una reforma judicial que no sale por la vía legislativa.

Un disparo a la cabeza

La Corte es el blanco de la estrategia del peronismo. Los humos informativos sobre diferencias presuntas entre las tribus del oficialismo -si Massa se distancia de Cristina, o si Germán Martínez lo va a denunciar a Massa, etc.– buscan disfrazar que el objetivo es apartar a Horacio Rosatti de la presidencia del Consejo de la Magistratura.

El resto son martingalas, y lo prueba el balance que festeja el gobierno: compensa pérdidas en Diputados con ventajas en el Senado en una comunicación a la Corte con las propuestas que firman, sin reproches mutuos, Cristina de Kirchner y Sergio Massa. No hace falta otra prueba para demostrar que han buscado un empate que los proteja en la pérdida de poder en Consejo. Toda otra trama es trivial frente a ese objetivo de sacar del medio a la Corte.

Cristina y Massa defienden su pellejo

Cristina defiende su interés en la cámara que controla porque tiene el número para hacerlo. Es mayoría en el Senado. Lo mismo intenta Massa en su territorio, Diputados, en donde el oficialismo es una primera minoría deshilachada y respondona.

Necesita que la cámara no se le incendie en una confrontación con la oposición que puede paralizarla. Ya se quedó sin presupuesto 2022. Ahora peligra el cargo que tiene: debe renovar en noviembre. La elección del presidente de cámara es siempre un jubileo de la rosca, como ocurrió en la última reelección de Emilio Monzó en ese cargo.

Si Massa no aceptaba la moción en favor de la radical Roxana Reyes, se terminaba la rosca de la que vive a través de vasos comunicantes con la oposición. Sobreactuó el énfasis en defensa de esa posición que buscó controlar los titulares del día, para que repitieran que él se diferenciaba de Cristina, cuando su firma está junto a la de ella.

Con el mismo animo intentó convencer, a través de alguna legisladora, a Roxana Reyes que se presentase a Corte para jurar el cargo en representación de la oposición y lacrar su decisión. Reyes, por supuesto, rechazó esa prisa digna de mejor causa.

El fantasma de la Ley de Lemas

La Constitución dice en su art. 114: “El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal”.

Reclama el respeto al “resultante de la elección popular”. El punto débil es cuando indica que “se procure el equilibrio” en esa representación. Esa es la zona gris que envía el número a una estimación cualitativa que debe “procurarse”.

La malversación de la soberanía popular es la que está en la base del sistema de la ley de lemas, que ha ido desapareciendo de la legislación porque ha sido considerada una desviación de la voluntad del votante.

El ciudadano vota A y la ley de lemas se lo traspasa a B, un robo del sufragio tan vil como los procedimientos del fraude patriótico de la década infame. En el caso de los bloques del Senado, la mayoría que tiene el Frente de Todos es el resultado de las urnas.

Si la justicia -la Corte en este caso- consiente la legalidad de que la presidencia de una cámara modifique el mapa de mayorías y minorías para quedarse con cargos de representación, quedará consagrado un sistema que permitirá el día de mañana que mediante divisiones ficticias un partido político se apodere de todos los cargos en el Consejo de la Magistratura o, por ejemplo, de la Auditoría General de la Nación.

La triquiñuela del tercer senador

El peronismo tiene experiencia en estas manipulaciones, aprovechando las zonas grises de la Constitución reformada, para quedarse con los tres senadores por cada provincia.

La cláusula Transitoria 4 dice: “El conjunto de los senadores por cada distrito se integrará, en lo posible, de modo que correspondan dos bancas al partido político o alianza electoral que tenga el mayor número de miembros en la Legislatura y la restante al partido político o alianza electoral que lo siga en número de miembros de ella.”

¿Cuánto vale ese “en lo posible”, otra invocación a lo cualitativo? Hubo casos en el Chaco y en Santiago del Estero en los que peronismo simuló divisiones para lograr los tres senadores.

Dentro de la malversación, aquel expediente por lo menos pedía en las urnas el voto para el sello oficial y para la segunda marca que simulaba la disidencia. Jorge Yoma, uno de los redactores de la Constitución de 1994 señaló a los radicales por la inclusión de ese sistema, para evitar morir en manos del FrePaSo, fuerza emergente de aquellos años. “Ellos son los padres de Frankenstein, son víctimas de su propio invento”, ironizaba en 1998.

Simulaciones

En el caso de la Magistratura es más grave, porque el conjunto del oficialismo accedió a las bancas por el voto en elecciones, mientras que la división es decidida desde arriba por las autoridades políticas.

El Código Civil dice que "la simulación ilícita o que perjudica a un tercero provoca la nulidad del acto ostensible". Que se trate del Código Civil ayuda a que la impugnación eventual de la Corte avance sobre la defensa de los principios. Algunos polemistas han usado en el debate de esta semana la simulación como figura de Código Penal, cuando habla del "delito de celebrar un matrimonio que no tiene nada de real con una persona a la que se engaña." En este caso sería un divorcio simulado.

El amigo puede dar una sorpresa este año

El otoño vaticano despertó, como otras veces, las especulaciones sobre un viaje del Papa a la Argentina. Una de las personas con más confianza de Francisco deslizó durante la semana: “En una de esas el amigo nos da una sorpresa”.

Es de las personas a quien Jorge Bergoglio puede consultar sobre la oportunidad de un viaje. Comparte la idea de que este año, cuando no hay elecciones, es ideal para esta sorpresa. El clima político que acuñaron las elecciones del 14 de noviembre es de equilibro entre oficialismo y oposición, y no habría peligro de manipulación de unos u otros de esa presencia en la Argentina.

Ese es el nuevo contexto de la expresión en el reportaje a Joaquín Morales Solá “quiero volver a ver el país”. El temor de Bergoglio con los dos gobiernos anteriores era que lo traficasen las fuerzas en pugna en beneficio de un lado o del otro.

Suele recordar la experiencia de Charles de Gaulle cuando visitó la Argentina en 1964. Gobernaba Arturo Illia y el peronismo empleó esa visita para desacreditar aquella gestión radical. El peronismo agitaba consignas del tipo “De Gaulle es Perón” y el mandatario francés fue un ariete que ayudó a empujar la caída de Illia dos años después. Ese temor, desde este ángulo, parecería exorcizado.

Códigos en cortocircuito

Esta melodía sin letra tuvo algún acompañamiento de circunstancia. El más importante fue la suspensión de la entrevista que tenía prevista el Papa con Santiago Cafiero.

El argumento oficial fue la salud de Francisco, mortificado por dolores en una rodilla. En esa misma condición, sin embargo, lo recibió a Morales Solá en la mañana del jueves. En el relato del periodista en La Nación, el pontífice fue de nuevo abierto a la idea de una visita nunca concretada.

Se mostró molesto con la publicidad de una carta a un animador de TV con contenidos parecidos. El Papa sabe que cada carta que envía puede ser publicada. Le molesta más que se revelen encuentros, por eso ponderó de manera positiva que Wado de Pedro no publicitase su visita de comienzo de mes. El funcionario eludió los faroles y se movió en taxi, sin cobertura oficial y sin dar cuenta de esa visita a los diplomáticos argentinos con destino en Roma y el Vaticano hasta que no hubiera ocurrido.

La información la filtró el propio gobierno, aunque no el ministro, que cumplió con los códigos de discreción que valora Bergoglio. La delegación de Cafiero intentó durante el fin de semana que esa postergación no fuera una suspensión del encuentro y que terminase ocurriendo dentro de este viaje.

No es imaginable que el Papa desaire sin motivo a un Cafiero –etnia vaticana de paladar negro-, aunque Santiago se dijera “la oveja negra de la familia” cuando respaldó la despenalización del aborto. El gobierno había gestionado la visita a través del nuncio en Buenos Aires.

Es un detalle para filatelistas, pero la embajada argentina en el Vaticano pudo quedar fuera del trámite de la cita. María Fernanda Silva, embajadora, tiene una cercanía especial con Bergoglio y quizás hubo un cortocircuito entre funcionarios.

Cristina en la lista de espera

Acaso hay otros personajes del oficialismo que están lista de espera. Cristina, la primera. Tiene pendiente la inauguración en alguna ciudad de Europa - ¿Roma, El Vaticano? - de una obra en homenaje a Eva Perón que se ha comprometido a construir el artista oficial del peronismo, Alejandro Marmo. Es el mismo que construyó la imagen de Eva en el paredón del ministerio de Desarrollo Social - antes Obras Públicas - que es emblema de las administraciones peronistas. El macrismo apenas le quitó, cuando gobernaba, la iluminación.

Marmo es el artista predilecto del papa Francisco, que lo visitaba cuando era arzobispo de Buenos Aires y para quien construyó una imagen del cura Mugica en la Villa 31. Lo adoptó el embajador en Italia Roberto Carlés - un bergogliano world class - que lo inspiró para que hiciera una imagen de Maradona, para instalar también en Roma. Algunos dirigentes sindícales acudieron a Marmo para que les hiciera una imagen religiosa para la sede de la CGT, y allí se enteraron de que antes está el monumento a Evita que Cristina quiere inaugurar, en persona, en Europa.

 

 

* Para Clarín

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