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Más viva que el hambre

OPINIÓN 23/04/2022 Mónica Gutiérrez*
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En una voltereta épica Cristina Kirchner pasa del relato a las efectividades conducentes. No más sarasa. Sin más margen para la rebelión recalcula. De desconocer el fallo del Supremo Tribunal a convalidarlo sin solución de continuidad. Pragmatismo puro.

La precipitada partición del bloque oficialista del Senado significó habilitar una salida de emergencia para la encerrona político- judicial en la que CFK se había metido cabalgando sobre el relato. Un fallo de las SCJN caracterizado como “golpe institucional”. Un “asalto al poder” ejecutado por el mismísimo presidente de la Suprema Corte

Una jugada extrema, no necesariamente ilegal, pero que supone no solo una irrevocable marcha atrás en la aceptación del fallo sino el reconocimiento “urbi et orbi” de que los caminos se van estrechando, que el poder se escurre y ya no hay relato que aguante.

“Mas viva que el hambre”. La Vice arremetió para sumar un representante de su facción en el Consejo de la Magistratura por el estrecho atajo que encontró en los siempre generosos repliegues de la legalidad.

El embrollo puede que sea legal, de hecho fue implementado por la oposición que acordó en unidad para imponer en su representación a Pablo Tonelli (PRO) en 2018, pero está impregnado de un repugnantemente tufillo antiético.

Re templada por la adversidad, CFK embiste. No está claro aún si la estrategia resultará exitosa en orden a imponer su presencia y poder en el órgano que designa y remueve a los jueces. Una seguidilla de denuncias y acusaciones cruzadas congela las designaciones y puede que paralice el cuerpo.

La insondable división que hoy paraliza a la coalición gobernante permitió que trasciendan detalles que suman deterioro a la ya devaluada confianza en la dirigencia política y ahondan la insalvable distancia que media entre la clase dirigente y el resto del mundo.

No solo se supo que el Presidente se desayunó de la audaz movida de CFK por un tuit, sino también que a varios de los senadores afectados por la división del bloque la medianoche del martes los encontró chateando frenéticamente. Los legisladores trataban de corroborar si lo que anunciaban con carácter de “último momento” los portales de los medios era cierto.

Tan a la desesperada fue todo que no se advirtió que el cristi camporista bloque de Unidad Ciudadana quedaría curiosamente sobre representado ya que incluía al mismísimo Mariano Recalde, miembro del Consejo de la Magistratura desde la anterior conformación.

El mandamás de Aerolíneas fue trasladado sin más trámite de la segunda minoría al bloque de la mayoría. Puede que el sitio no sea desde el punto de vista ideológico el más acogedor para Recalde, pero el hombre es un soldado de la causa.

No conforme con el desaguisado de fracturar el bloque, asumiendo que los propios entran en una estrecha segunda minoría de catorce miembros, CFK la emprende nuevamente contra la Suprema Corte promoviendo el aumento del número de sus miembros. Sin pausa y sin tregua se anunció el inminente tratamiento en la Comisión de Asuntos Constitucionales de un proyecto para reformar y ampliar la Corte. No hay respiro.

La batalla continúa. La implacable arremetida contra la Justicia parece haber quedado en manos del Instituto Patria y sus fervorosos seguidores, literalmente tercerizada. La reacción del Presidente de la Nación se sigue haciendo esperar.

“Se va a hacer el desentendido”. Es una traducción elegante de lo que dijo un legislador que accede a la intimidad de Olivos ante la consulta de qué reacción se debe esperar de Alberto Fernández. No va a sumar más tensiones con su Vice por este tema. Hay quienes aseguran que se la veía venir pero decidió mirar hacia otro lado y dejarla pasar.

La vocera sí dijo lo suyo. Gabriela Cerruti encuadró la trapisonda bajo el rótulo de “trampas para la democracia”. No sin antes atribuirle estrategias parecidas a Juntos por el Cambio.

Las presiones, ninguneos y angustias a las que está siendo sometido el titular del Ejecutivo, solo se expresan en reacciones descontroladas y fuera de contexto que aún los observadores más avezados se ven obligados a decodificar con herramientas más propias de la psiquiatría que de la ciencia política.

“El que quiera hacer creer que en 2023 estamos perdidos…¡un carajo estamos perdidos! bramó en los pagos del incombustible Mario Ishi. Una visita que el mismo intendente de José C Paz definió como sorpresiva y un mensaje destemplado que, dicen los más cercanos, fue absolutamente improvisado. Está claro a quién estaba dirigido.

Se trata de tiros por elevación, de gestos arrebatados. La comunicación directa está cortada. Casi todos los puentes están dinamitados. Resta saber si esta inesperada división del bloque oficialista en la Cámara Alta es solo una estrategia de corto vuelo o si termina siendo una materialización explícita de las irreconciliables diferencias.

Tampoco Sergio Tomás Massa se la lleva de arriba. Va y viene tratando de salvar la piel. Ignífugo, se siente capaz de atravesar todos los fuegos. Lleva y trae acordando en orden a salir indemne. Hay quienes piensan que, mucho más allá de su expertise de equilibrista, regresar del planeta K le va a llevar demasiado tiempo, si es que lo logra.

Puede que al común de la gente estas intrigas palaciegas, tan pochocleras para la arena política, le sean demasiado anchas y ajenas. En cualquier caso vale recordar que tienen un impacto inmediato y devastador en la calidad de vida de todos y cada uno de nosotros. La sostenida devaluación de las instituciones no augura nada bueno.

Los que aguardaban cambios en el Gabinete y una redefinición clara del rumbo del Gobierno van a tener que seguir esperando. La presentación del pasado lunes junto a Martín Guzmán puede que haya sido un respaldo al vapuleado Ministro de Economía pero incluyó señales tan confusas como ambiguas.

La presentación del denominado impuesto a “la renta inesperada” fue un claro y explícito guiño al kirchnerismo. Desde el Ejecutivo le dan de comer relato a las fieras con el objetivo de tenerlas aplacadas. La decisión de Guzmán de no sumarse al boicot en el G20 contra Rusia podría entenderse en el mismo sentido.

No obstante, es probable que nada de todo esto alcance para revertir la situación. A Alberto Fernández Cristina lo tiene “percutado” asegura una interlocutora que conoce el peronismo desde adentro. ”Ya le picó el boleto”, asegura.

Nadie podría criticar el reparto de bonos anunciado para asistir a los sectores más golpeados por la inflación. Se trata de una urgencia no meramente asistencialista sino ya de carácter humanitario en el contexto inflacionario.

De allí a pretender “que su proyecto está fallando en la distribución”, como dijo Alberto Fernández, es otra cuestión.

La anunciada guerra contra la inflación nunca empezó. No se conoce una sola medida para enfrentar el más grave de los problemas. A lo sumo se libra una fatigante guerra de guerrillas en las góndolas, patéticas escaramuzas con pólvora mojada sin suceso alguno. El comandante Feletti, es ya una suerte de combatiente en retirada. No se entrega pero se rindió.

Si la inflación, como dijo en su momento el Presidente, es auto construida, está en la cabeza de la gente y, por lo tanto no es más que una sensación, vale decir que difícilmente las cosas cambien mientras las expectativas acerca del futuro inmediato están intoxicadas por el implacable enfrentamiento al interior del oficialismo.

La grieta se resignifica y adquiere nuevas dimensiones. Ahora separa a la dirigencia en su conjunto del común de los mortales. La agenda política nada tiene que ver con la de la gente.

En este contexto el discurso de Milei prende. No tanto por libertario como por denunciador recurrente de lo que él llama “la casta”. Una expresión que cuajó y que ahora usa hasta Cristina Fernández de Kirchner.

Mientras la política se dedica a sus urgencias con creciente impudicia nadie propone más que parches para paliar el sufrimiento colectivo. Los datos de la economía hablan de la vida real y son inquietantes.

La canasta básica total que mide la línea de pobreza trepó 7% en marzo según los datos del INDEC. Una familia tipo necesitó $89.690 para llegar raspando a fin de mes sin incluir los gastos de vivienda de alquiler. Se necesitan $39.862 para no caer en la indigencia.

Se espera para abril una inflación superior a los 5 puntos y los dólares paralelos cerraron las semana con fuerte suba. La economía repuntó en febrero el 1,8% pero a pesar del mayor ingreso de divisas el Banco Central no logra aumentar las reservas. Sin dólares en caja todo se vuelve incierto.

La situación social alarma. El sitio de la ANSES colapsó en las primeras horas de este viernes cuando millones de personas ingresaron para inscribirse en la nómina para cobrar el bono de emergencia anunciado este lunes. Una ayuda que se agradece pero que amenaza licuarse al compás de la estampida de los precios.

Inflación e inseguridad al tope de las preocupaciones de la mayoría. Lejos, muy lejos de los desvelos de la clase política que vive en una realidad paralela. Una ficción de corte almodovariano siempre al borde de un ataque de nervios.

 

 

* Para www.infobae.com

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