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"El sistema está podrido desde dentro; los­ mismos políticos profundizan la grieta''­

POLÍTICA 10/04/2022 Pablo Docimo*
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El doctor Diego Armesto es abogado constitucionalista, ex asesor de la Cámara de Senadores de la Nación, docente de grado y posgrado de Derecho Constitucional en la UBA y de Derechos Humanos en la Universidad de Palermo. Conversó con La Prensa sobre los vicios y las virtudes de nuestro Congreso Nacional.­

- ¿Qué diferencias encuentra usted entre nuestro sistema legislativo y el de otros países, especialmente con los de la región?­

- El sistema parlamentario, mayormente en toda América Latina, es producto de la constitución de los Estados Unidos; es decir, un sistema presidencialista donde hay una división tripartita de poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y cada uno de esos poderes tiene una función dentro de la Constitución, y el Congreso argentino no difiere mucho con los de la región -si en su conformación- ya que es bicameral, como en Estados Unidos.

Sin embargo, si queremos comparar sistemas, lo que debemos comparar es el sistema parlamentario. Cuando en Estados Unidos se crea este sistema, que en realidad nace de Aristóteles y no de Montesquieu como suele confundirse, se crea una forma de gobierno en la cual tenemos un presidente, que es controlado por los otros poderes, y aquí encontramos la primera diferencia entre el Congreso argentino y el norteamericano: El Poder Ejecutivo puede enviar un proyecto de ley para que el Poder Legislativo lo estudie, modifique, apruebe o desapruebe, mientras que en Estados Unidos el Ejecutivo no envía proyectos al Parlamento. A su vez, el Ejecutivo tiene poder de veto, y en el medio aparece el Poder Judicial que controla todo. En la región, los sistemas legislativos no difieren mucho, pero sí en la composición o en la forma de elección. Por ejemplo, en Chile no hay senadores por provincias, sino por regiones. Algo parecido ocurre en España e Inglaterra, donde tienen senadores por regiones, pero son monarquías constitucionalistas. En Francia hay un sistema "semi presidencialista", que es lo que Alfonsín trató de incorporar en la reforma de la Constitución de 1994, donde hay un jefe de Gabinete o el Consejo de la Magistratura. Esas instituciones que tiene la Argentina hoy son figuras del sistema parlamentario.­

- ¿Cuál sería la diferencia más importante entre un sistema parlamentario y un sistema como el nuestro?­

- Los sistemas parlamentarios como los de Italia, España o Inglaterra, por citar algunos ejemplos, son sistemas en los que el gobierno nace del mismo parlamento. Supongamos que en Inglaterra haya un problema equis con Boris Johnson. Entonces la Reina disuelve el gobierno y el mismo Parlamento resuelve un nuevo gobierno, sin llamar a elecciones. En la Argentina tenemos, como dijimos, un sistema presidencialista en el que el Congreso tiene un rol bien especificado.­

- ¿Cómo ve el funcionamiento, en general, del Congreso Nacional hoy?­

- Honestamente, lo veo mal... si nos fijamos en la historia del Congreso argentino vemos que los proyectos siempre nacían de los legisladores. Hoy escuchamos mil veces a diputados o senadores decir: "El proyecto lo mandó el Ejecutivo, y no se modificará ni una coma", y no debería ser así. Yo siempre digo, especialmente a mis alumnos en la facultad, que hay que entender cómo funciona el sistema, y como el sistema está podrido desde adentro, porque son los mismos dirigentes políticos quienes siguen profundizando la grieta. Voy a citar un ejemplo actual. Ahora se está tratando la ley de blanqueo de capitales. La única forma de que esa ley salga, porque todos sabemos que en Diputados va a morir, es a través de un consenso, que trabajen en conjunto y lo resuelvan. Otro ejemplo. Se van a tomar 30 días para modificar la ley de alquileres, cuando eso se podría hacer en 5 minutos. Lo que está fallando es el diálogo, la búsqueda de consenso, que en realidad era lo que ocurría antes en los congresos argentinos, y parecería que hoy, nuestros legisladores están abstraídos de los problemas de la gente. Entonces, el ciudadano común termina pensando que esto es al divino botón, que el Congreso no funciona, y hay que decir que tenemos una democracia participativa y una democracia deliberativa, donde la ciudadanía no termina de entender cómo funciona, lo que se transforma en una "democracia electiva", o sea, vivimos en democracia solo cuando votamos.­

- ¿El gasto que genera el Congreso está dentro de los parámetros normales?­

- Cierta vez lo analizamos con un economista y en realidad, dentro del presupuesto nacional el gasto del Congreso no representa mucho, no es tan significativo como muchos creen. Lo que sí creo que lo que hay que hacer es una auditoría. Hay que llamar una por una a todas las personas que trabajan ahí y verificar que hace y cuál es su función específicamente. Créame que dentro del Congreso hay mucha materia prima muy buena que no se tiene en cuenta porque a tal o cual le conviene más poner a un amigo o un familiar que a alguien que realmente tiene la capacidad para resolver muchísimas cuestiones.­

- ¿Fue positiva la incorporación de un tercer senador por provincia después de la reforma de 1994?­

- Ese tercer senador lo que hace es representar a la minoría. Lo que buscó Alfonsín con ese tercer senador, que está muy bien explicado en su libro "Democracia y Consenso" fue, en su espíritu, ampliar el federalismo; permitir la apertura de otras voces y dar la posibilidad del debate fructífero y bien diferenciado de las distintas posiciones que hay en las provincias.­

IGUALDAD ANTE LA LEY­

- ¿Cuál es su postura frente a los fueros parlamentarios?­

- El fuero es una prerrogativa que le da la Cámara a los legisladores, pero creo que debería ser como en la provincia de Córdoba, donde solo sirven a los efectos de opinión. Los fueros nacen en la época de las monarquías, donde se perseguía a los opositores. Esto se mantuvo en el tiempo, y en la actualidad en cuestiones que no se condicen con la realidad. En el año 2002 se sancionó la Ley 25.320, la ley de fueros -que yo digo que es una ley inconstitucional- con la que se amplió el abanico, con lo que hoy no solo tienen protección los presidentes de ambas cámaras y los legisladores; también aplican para fiscales y jueces. Esto lo que hace es romper el principio de que todos somos iguales ante la ley, entonces lo que habría que modificar es la Constitución; hacer una reforma constitucional e ir al sistema que tiene Córdoba, que protege la inmunidad parlamentaria solo en lo que a opinión respecta.­

- ¿Qué cree usted que debería modificarse dentro del sistema parlamentario en general?­

- En primer lugar, el sistema interno en el procedimiento del reglamento. Fíjese que hay 257 diputados, pero solo se escuchan, en 4 años, las voces de 100, como mucho. Pasaría a un sistema como el de Estados Unidos en el que el diputado no habla desde su banca al presidente, sino que lo hace parado desde un atril y se dirige a toda la cámara. También le daría mucha más agilidad al sistema en cuanto al procedimiento parlamentario, le pondría plazos. Es inconcebible que haya proyectos de ley que duerman eternamente en el cajón de un escritorio. Aplazaría el tiempo de funcionamiento de las cámaras. No puede ser que el Congreso funcione desde el primero de marzo al 30 de noviembre en sesiones ordinarias. Pasaría al sistema norteamericano, que no tiene plazo de inicio ni de cierre. Ellos dicen que "el Congreso funciona por sí mismo y depende de sí mismo", y cuando el Poder Ejecutivo firma un decreto y dice que debe haber sesiones extraordinarias, no debería ser así, por la sencilla razón que el Congreso no depende del Ejecutivo. Los tres poderes son iguales, no hay un primus inter pares. Por último, se deberían acotar las cuestiones de privilegio para que sean más cortas las sesiones y pasar a un sistema que permita las inserciones y no tener a 200 diputados hablando por horas.­

- ¿Cree que la cantidad de diputados y senadores es la correcta?­

- Según el texto de la constitución, que no se está  cumpliendo, son pocos. La composición de la Cámara de Diputados debe modificarse cada 10 años según el censo, que es lo que determina la cantidad de habitantes de cada provincia. Hoy, por ejemplo, hay distritos subrepresentados y otros sobrerrepresentados, y esto surge, increíblemente, porque estamos bajo una ley sancionada por el ex presidente Reynaldo Bignone. La conformación de la Cámara de Diputados hoy no es conforme la Constitución Nacional sino por una ley del proceso militar, que básicamente, para no hacerlo tan extenso, dice que cada provincia tendrá como mínimo 5 diputados, cuando en realidad, por su población, según la Constitución, algunas deberían tener 2, otras 3 y otras 4. Eso se estableció cuando Bignone llamó a las elecciones de 1983 y jamás se modificó. Un verdadero despropósito que habría que corregir.­

*Para La Prensa

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