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Un mundo depresivo

SALUD 18/03/2022 Omar López Mato*
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Aunque no parezca, la depresión es la segunda causa de incapacidad laboral, después de los trastornos osteomusculares. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la depresión afecta a 300 millones de personas y su incidencia ya iba en aumento antes de la pandemia; con esta situación solo se puede esperar que el panorama empeore... y lo está haciendo a ojos vista.

Para tener una idea del daño debemos recordar que antes de la pandemia, el ausentismo por depresión en España producía pérdidas por 300.000.000 euros anuales.

Existen distintas formas clínicas, algunas tan graves que pueden conducir al suicidio. Al año se quitan la vida 800.000 personas (cifra del 2015), constituyendo la segunda causa de muerte entre los 15-30 años.

Hay cuadros de trastornos depresivos recurrentes, individuos que entran y salen de estados de ánimo con desinterés, abulia y angustia. Suelen revertir espontáneamente y no necesitan necesariamente factores externos para caer en este estado, aunque las situaciones estresantes asistan a su caída.

Por otro lado, está el trastorno bipolar con episodios de excitación (manía) y de depresión, con conductas normales en periodos asintomáticos. En ambos grupos hay tendencias genéticas e historias familiares, y también factores sociales y psicológicos que desatan la enfermedad. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas, son más proclives a sufrir depresión y en estos tiempos estos factores no faltan: el desempleo, la incertidumbre laboral, los traumatismos psicológicos y la muerte de familiares. Estos son algunos factores precipitantes que en el futuro post-pandemia asistirá a multiplicar los casos.   

A todo esto, hay que agregar un factor de rechazo social hacia los depresivos ya que se los suele ver como unos "débiles de voluntad", personas que "no saben" afrontar la adversidad de la existencia ni digerir uno de los muchos golpes bajos que nos da la vida. La mayor parte de la gente contempla la depresión con una perspectiva voluntarista, sin comprender la base biológica de la enfermedad que consiste en un déficit de neurotransmisores.

Se decía que este trastorno compromete al 5.1% de las mujeres y al 3.6% de los hombres (aunque hoy se puede afirmar que estos guarismos se han multiplicado). Esta "depleción de catecolaminas", es decir, la base biológica de la enfermedad se puede producir por situaciones traumáticas (depresión post-parto o stress de guerra) o por cuestiones metabólicas individuales.          

Este déficit es como el del Principito: "invisible a los ojos" y la causa del rechazo y falta de apoyo a estos depresivos. La mayor parte de la gente no entiende que en definitiva y al igual que otras enfermedades - como la diabetes donde falta la insulina - acá lo que falta son neurotransmisores.

Hay medicamentos específicos para cada tipo de depresión, pero muchos médicos tienden a tratarlas con benzodiacepinas (ansiolíticos), creando una nueva dependencia sin atacar el problema de base.

Aunque es un tema de debate, se explora el uso de una dieta rica en aminoácidos que actúan como precursores de los neurotransmisores. Una alimentación abundante en Triptófano (como tienen los garbanzos, lentejas y pescados), o fenilalanina podría ayudar en el tratamiento y recuperación de estas personas, que cursan una triste enfermedad que no los deja vivir en paz.

En lugar de un mundo feliz, como proponía Huxley (que solo lo era por la ignorancia de sus habitantes) vamos hacia un mundo de depresivos.

 

 

* Para La Prensa

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