El tiempo - Tutiempo.net

Alberto Fernández, sin rumbo y con fuego amigo

OPINIÓN 16/03/2022 Silvia Fesquet*
cristina-kirchner-y-alberto-fernandez___WmzSjMIE8_340x340__1

De no ser por las obvias circunstancias, el discurso con que el presidente Alberto Fernández abrió las sesiones ordinarias del Congreso bien podría haber sido un acto de campaña, la pieza con que se celebra una gestión de gobierno o las palabras inaugurales de un mandatario por asumir. 

Autoelogioso, pintó en algunos tramos una gestión en la que no podría reconocerse la suya y habló de un país que tampoco parecía ser ese cuyos destinos rige desde hace más de dos años, más cerca de Disneyworld que de la Argentina 2022. Estábamos casi en el mejor de los mundos y no nos habíamos enterado. Qué suerte que el Presidente vino a despabilarnos. Autoexculpatorio, habló de la pandemia y de la campaña de vacunación, pero sin ninguna autocrítica ni menciones a temas tan espinosos como el del Vacunatorio VIP. Por no hablar, claro, de la fiestita de cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos. Por suerte, siempre hay alguien para recordar esas cosas: en la inauguración del año escolar en La Rioja un alumno le preguntó por qué había roto la cuarentena.

Con el faltazo de Máximo Kirchner, y ausencias como la del ministro del Interior Wado de Pedro y el senador Oscar Parrilli, cuasi delegado de Cristina Kirchner, un Fernández en estado de máxima pureza hizo lo que mejor sabe hacer, y en lo que sí coincide con el kirchnerismo de más rancia estirpe: poner todas las culpas afuera, victimizarse, señalar con el dedo responsabilidades ajenas y no hacerse cargo nunca de las propias. Un sonsonete que aburre por repetido y que contradice, una vez más, la palabra presidencial: una de sus afirmaciones de campaña fue justamente no echar mano al recurso de la herencia recibida. En un cruce con el senador radical Cornejo gritó “Yo no miento, Alfredo, me conocés, yo no miento”. Aunque remanido, se podrían recordar todas las declaraciones condenatorias del hoy Presidente sobre Cristina Kirchner, palabras que escribió con la mano y borró con el codo cuando fue ungido por ella titular de la fórmula que hoy -como pueden y a pesar de todo- comparten. ¿A qué Alberto habría que creerle: al que la criticaba o al que después se desmintió a sí mismo?

Sobraron también promesas en el discurso presidencial y expresiones como: “Avanzaremos”, “lanzaremos”, y proyecciones y objetivos ambiciosos sin explicar cómo se alcanzarán. No faltó el ya clásico ataque a la Justicia y las denuncias de connivencia con la oposición, buscando endulzar los oídos de una Cristina crispada, fastidiosa y por momentos como ausente de lo que ocurría en ese recinto. A ella y a la intransigencia de La Cámpora pareció dedicada la frase, respecto a la negociación con el FMI: “Este es el mejor acuerdo que se podía lograr. Y gobernar es un ejercicio de responsabilidad.” Haciendo equilibrio entre los enemigos de su propia fuerza y los de enfrente, a los que provoca, pero necesita, Alberto Fernández atraviesa uno de los momentos más complejos de su gestión: según el Índice de Confianza en el Gobierno, de la Universidad Di Tella, en febrero cosechó 1,49 puntos, sobre los 5 puntos posibles. Es una caída del 3,2% respecto del mes anterior y es 24% inferior al de la última medición del gobierno de Mauricio Macri. En términos interanuales señala el informe, la disminución es del 18%.

¿Qué mide este Índice? La imagen o evaluación general del Gobierno, la percepción sobre si se gobierna pensando en el bien general o en el de sectores particulares, la eficiencia en la administración del gasto público, la honestidad de los miembros del gobierno y la capacidad del gobierno para resolver los problemas del país. La escala va del 0 al puntaje máximo de 5.

Algunas “fotos” de las últimas semanas mostraron al Presidente abrazando a la titular del PAMI, Luana Volnovich, después de sus polémicas vacaciones en el Caribe mexicano junto a su pareja y número dos del mismo organismo, contrariando el expreso pedido de Fernández a sus funcionarios respecto a los lugares de veraneo. Nadie le pedía tanto a Alberto F. El mismo que, de gira por Rusia, le dijo al presidente Vladimir Putin, que hoy tiene en vilo al mundo con su despiadada invasión a Ucrania, que ofrecía a Argentina como puerta de entrada de Rusia a América latina, y criticaba la dependencia del país de Estados Unidos, justo cuando les pedía ayuda en la negociación con el Fondo.

“Uno de los desafíos más grandes que tiene la sociedad argentina es enfrentar el fatalismo. Derrotar la falsa creencia que quieren instalar de que la Argentina no tiene salida”, dijo el Presidente en su discurso del 1° de marzo. En sus manos está la bala de plata para lograrlo.

 

 

* Para Clarín

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto