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A Luciano lo mató el descontrol

OPINIÓN 27/01/2022 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Hace poco más de 30 meses, Luciano y Juan, de entonces 12 y 9 años, tuvieron un despertar de pesadilla. Su madre, médica, sufría una muerte súbita mientras descansaba. Los hermanitos fueron testigos de aquel drama profundo en la casa de barrio Alberdi, en la ciudad de Córdoba.

Para ambos, significó crecer de golpe. Santos Aranda, el papá, un militar retirado que siempre se preocupó para que en el hogar familiar no faltara lo básico, tuvo que recurrir a la familia ampliada para contener a los chicos. Hermanos y hermanas más grandes fruto de relaciones anteriores de los papás.

La familia ampliada funcionó como un núcleo sólido y permitió que Luciano y Juan pudieran empezar a salir adelante. Ninguno claudicó en los estudios en la escuela de barrio Don Bosco, continuaron con altas notas y pasando de grado y año. 

Entre los libros y la exigencia del colegio, los hermanos tenían tiempo para jugar al fútbol en el club Las Palmas. Allí, Luciano comenzaba a destacarse como un veloz delantero de las divisiones menores de la Liga Cordobesa de Fútbol.

El tiempo comenzó a correr y aquella herida, en parte, buscó empezar a cicatrizar. Santos formó nueva pareja y en los últimos meses había decidido mudarse con sus dos hijos menores hacia la localidad de Oliva. 

Abandonar esa casa de Alberdi, cambiar de aire, buscar una zona urbana más tranquila, figuraban entre los objetivos. Ya habían hablado con un técnico del club Independiente de esa ciudad para que los chicos continuaran jugando al fútbol allí.

Hoy, Santos se pregunta cómo va a seguir. "Tengo que ir a retirar el cuerpo de mi hijo de la morgue y llevarlo a velar hasta mañana", dice en un corto plazo que lo absorbe todo.

El martes a la tarde, el papá les sugirió de Luciano y a Juan, de 14 y 12 años, que dejaran quieto el celular y se fueran a jugar a la pelota. Al aire libre, a una plaza, con amigos. Lo más lógico y sano.

¿Quién de ellos podía imaginar que justo allí, en una plaza donde juegan chicos, se escondía una trampa mortal a la vista de todos?

Poco más de 20 cuadras separan la casa de la familia Aranda de la pequeña plazoleta de Achával Rodríguez al 1900, allí donde el barrio se empeña en continuar llamándose Alto Alberdi, pese a que la nomenclatura indica Obrero.

Niños y niñas, y un poco más grandes, aprovechaban la tarde del martes. Una pelota, varias corridas, risas e inocencia pura. En medio del calor, Luciano se mojó la cabeza y se apoyó en uno de los postes de alumbrado público de la plazoleta. La descarga eléctrica lo fulminó.

Su hermano Juan, que ya había visto morir a su mamá, intentó salvarlo, pero también sufrió una pequeña descarga que lo alejó. Empezó a gritar, a llorar, a suplicar mientras unos vecinos intentaban reanimar a Luciana y llamaba al servicio de ambulancias 107. Una hora estuvieron los médicos allí intentando devolverlo a la vida. "Recemos", le dijo una joven a Juan.

Santos sabe que ahora no le queda otro remedio más que levantarse y apuntalar al niño, la otra víctima de esta tragedia evitable. Hoy, Juan está con una familia conocida, siendo contenido. Las huellas del drama le perforan la mirada. Demasiado drama para tan pocos años.

"Yo lo único que quiero es que se solucionen los problemas, que esto no vuelva a pasar", acota Santos, mientras intenta acomodar ideas, sentimientos, sensaciones en un vacío que lo envuelve todo.

Mientras tanto, en Tribunales, comienza a escribirse de a poco un expediente que ya entró en un laberinto de culpas repartidas y no asumidas.

Junto a sus hijos más grandes, Santos estuvo este miércoles temprano en Tribunales 2. Pidió ser querellante, a través de su abogado Carlos Nayi. Quieren saber quién tuvo la responsabilidad de haber convertido una plaza de juegos para niños en una trampa mortal.

Cuando la semana que viene reinicie la actividad normal en los Tribunales de Córdoba, la causa quedará concentrada en la fiscalía de Guillermo González, quien tiene una competencia especial para investigar todos los casos graves de descargas eléctricas en la ciudad.

Por ahora, interviene el fiscal de feria del Distrito 4, Horacio Vázquez, quien el mismo martes a la noche ordenó una serie de medidas urgentes.

Policía Judicial peritó la plaza de Achával Rodríguez al 1900, donde ocurrió la tragedia, y ya se están tomando declaraciones de vecinos y testigos. El poste está ubicado en medio de la plaza.

Se sabe que el poste y su mantenimiento son de competencia municipal, mientras que el suministro eléctrico es de Epec.

En ese sentido, desde la empresa provincial se indicó que la responsabilidad de ellos llega hasta el medidor que alimenta la plaza. Tanto el resto del cableado como la instalación interna ya es competencia del dueño del poste, o sea, la Municipalidad de Córdoba.

A media mañana, la Municipalidad de Córdoba también se presentó en Tribunales y solicitó ser querellante. Adujo que el peritaje ya permitía demostrar que el poste había sido "vandalizado" y que incluso había una piedra adentro de la caja de luz.

La estrategia judicial del municipio es similar a la que se aplicó en medio del desborde de cloacas en Villa Páez, hace pocos meses: denunciar un sabotaje por parte de autores desconocidos. O sea, presentar a la Municipalidad como víctima y no como responsable.

En ese sentido, las fuentes judiciales consultadas fueron cautas. Adelantaron que por lo general este tipo de causas llevan tiempo, ya que son necesarios varios peritajes. Una clave es determinar el lugar exacto en el que se produjo la pérdida de energía que electrificó el poste. Recién a partir de entonces, se podrá analizar cómo sucedió esa pérdida. 

La vandalización, además, no se explica como una única causa: establecer el tiempo de la rotura y el período sin reparación también puede terminar en una responsabilidad municipal, según apuntaron los informantes, especialistas en investigar esta clase de siniestros.

Por Juan FEDERICO para Cadena3

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