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Elecciones 2021. La campaña entra en sus últimos quince días: apatía social y pobres señales políticas frente a una elección crucial

POLÍTICA 29/10/2021 Eduardo Aulicino*
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La campaña encara sus últimos quince días y hasta ahora cosecha más o menos lo que siembra: apatía social en medio de señales políticas pobres. Algunas fuentes reconocen con realismo que la competencia para la elección general de noviembre genera menos interés que la previa a las PASO o, al menos, no mueve demasiado el tablero. A diferencia del turno de septiembre, esta vez hubo debates televisados: el cruce entre los candidatos porteños anotó picos de 8 puntos de rating y la presentación de los bonaerenses generó algo menos de audiencia, en torno a los 6 puntos. Ninguna encuesta registró su impacto en las tendencias de voto. Tampoco estarían produciendo modificaciones sustanciales las medidas anunciadas casi a diario por el Gobierno.

El 12 de noviembre cierra la campaña y dos días después se vota. No sobró originalidad hasta ahora. El oficialismo redujo su nombre y la publicidad es con el sello “Todos”. La principal fuerza opositora ya lo había hecho un poco antes en la provincia de Buenos Aires: “Juntos”, a secas. La disputa expone la lógica generada por el resultado de las PASO: el oficialismo debe jugar todo a recuperar votantes perdidos en dos años y la oposición se mueve con cautela para consolidar su triunfo. Eso explica el papel de cada uno, no necesariamente el nivel de la campaña y por el momento, el desinterés público.

Los consultores, especialmente algunos vinculados al oficialismo, apuestan a que podría moverse el panorama en el tramo final del camino a las urnas. Es una hipótesis conocida, según la cual una franja importante del electorado -el rubro de los indecisos- decide su voto en los dos o tres días previos a la elección. Tal vez ocurra algo parecido con la decisión de participar. La abstención pasó a ser hace rato una cuestión de peso en el análisis electoral. Lo curioso esta vez es que la preocupación por cálculo propio cruzó de vereda: antes de las PASO, parecía un tema de la oposición; después, paso a ser el punto de mayor inquietud del oficialismo. Hay escasa lectura sobre el fenómeno en sí mismo.

El desinterés de estos días y cierta proyección de muchas encuestas van de la mano en el análisis de los escritorios de campaña. En primer lugar, se destacan el peso de la crisis y las preocupaciones diarias: inflación, inseguridad, empleo. Y tal vez en segundo plano, cierta sensación generada por las PASO desde su origen, una adicional falta de atracción después de ese primer resultado. En cualquier caso, el mayor factor de incertidumbre es alimentado por los “no votantes” de septiembre. En ese conglomerado heterogéneo se concentra fundamentalmente el oficialismo.

El Gobierno y los principales referentes oficialistas coinciden en que muchos votantes que acompañaron al Frente de Todos en 2019 optaron por no participar esta vez. En esa visión, sería una muestra de enojo, pero no al punto de provocar una emigración hacia otros espacios. No coinciden en las causas, que para el kirchnerismo duro y para el rearmado gabinete sería casi exclusivamente económica. La campaña publicitaria del “Sí” pareció indicar que se buscaba atender a mensajes múltiples de la elección, aunque la coyuntura -en particular la inflación- recreó un mensaje más polarizado, con tono de batalla.

No se trata únicamente de discurso. La energía también está puesta en movilizar toda la variada estructura territorial del oficialismo, desde los gobernadores a los movimientos sociales. En el caso de Buenos Aires, con el foco colocado en los intendentes del GBA. Los jefes comunales tienen siempre, y más aún en escenarios de posible derrota, el objetivo de mantener su poder. Supervivencia, cuando están en juego los concejos deliberantes. Eso puede ser garantía de compromiso global o alimentar el fantasma del corte de boleta.

Los intendentes peronistas del CGA tienen en claro que, salvado el distrito, podrían aumentar su peso en la gestión de Axel Kicillof. También, que podrían entrar en fricción con Máximo Kirchner, porque el capítulo siguiente sería motorizar la ofensiva para bajar o eludir la ley provincial que impide las re-reelecciones.

Es parte de la disputa que viene. Por lo pronto, en un clima de interna más o menos contenida, las fotos de unidad en campaña son un recurso repetido y que denota a la vez el estado de cosas. Alberto Fernández acaba de encabezar un acto en la antesala de su viaje a Roma, con la deuda como eje de la presentación de campaña y de la agenda para su presentación en el G20, además de la nueva cita con Kristalina Georgieva. El discurso no mueve aquí el registro porque está asimilado a la interna y a las elecciones. Se verá cómo es interpretado lejos de Buenos Aires.

Pero por lo pronto, la puesta en escena dejó alguna lectura. Pareció una “foto de familia” con lugares muy ordenados. Cristina Fernández de Kirchner no estuvo por razones conocidas -el día de homenaje a Néstor Kirchner- y el Presidente ocupó el centro. En primera fila, Sergio Massa, Máximo Kirchner, Axel Kicillof, dirigentes de los movimientos sociales, entre otros. En segundo plano, otros referentes y algún candidato. Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro siguen cosechado prevenciones y facturas internas. Y, dicen, el desafío sería traccionar como marca -Todos- porque mide mejor que las cabeza de lista en las encuestas.

En la otra vereda, Juntos por el Cambio en la Ciudad y su algo ampliada expresión bonaerense se mueven con cautela y por momentos en zona de riesgo. Arrastran además sus internas, una competencia contenida por los liderazgos -entre dirigentes y entre partidos- y hasta malestares por pasos no muy conversados como la decisión de Mauricio Macri de no presentarse hace unos días ante la Justicia, por la denuncia de escuchas ilegales a familiares de víctimas del submarino San Juan.

El ex presidente se presentará hoy y llegará con solidaridad expresa del PRO y hasta anoche menos entusiasta de otros socios de la coalición. Fue respaldado por Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli y María Eugenia Vidal. Y se espera un acto frente al juzgado de Dolores, en una movida para algunos inevitable y para otros que se asocia a reacciones de CFK y el oficialismo. En cualquier caso, explican promotores de la movida, no altera la campaña como sí podría haber expresado una presentación de Macri en soledad.

No es ese el punto central para JxC o Juntos, en la provincia. Fuera de algunos cruces mediáticos -pocos-, el delicado equilibrio pasa por “no equivocarse” -es decir, no arriesgar- y a la vez mostrarse activo con visitas y recorridas en la provincia. Es el distrito con camino más estrecho y decisivo. En la cuenta nacional, se espera además un significativo aporte de Córdoba y Santa Fe. En la Ciudad y Buenos Aires, la mirada también está puesta además en la disputa de las terceras fuerzas.

La tensión del oficialismo se advierte en los vaivenes, a veces bruscos, de estrategia. Y en la oposición, se expresa en modo contenido. Nadie da nada por cerrado de antemano.

 

 

* Para www.infobae.com

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