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Luis Barrionuevo y Dante Camaño, en una feroz pelea que conmueve al sindicalismo y divide a una familia

POLÍTICA 23/10/2021 Ricardo Carpena*
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En un rincón, un peso pesado del sindicalismo. En el otro rincón, otro peso pesado del sindicalismo. El escenario del combate está instalado, pero no hay ring side, guantes, protectores bucales y muchos menos algún arbitro que evite los golpes bajos. Por eso todo indica que la feroz pelea entre Luis Barrionuevo y su cuñado Dante Camaño por la seccional Capital del Sindicato de Gastronómicos será una de las principales noticias político-sindicales del año y puede detonar una guerra interna de consecuencias imprevisibles.

Barrionuevo conduce la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) desde hace 41 años y en diciembre buscará una nueva reelección en unas elecciones que estuvieron postergadas por la pandemia. En los comicios también procurará su continuidad Camaño, quien lidera la seccional Capital del sindicato desde 1984 y su hermana es la diputada nacional Graciela Camaño.

En los últimos meses tuvieron fuertes discrepancias. Cerca de Barrionuevo afirman que hubo discusiones porque Camaño tiene problemas de gestión, perdió delegados y tuvo el sindicato cerrado durante la pandemia. En el entorno de Camaño hablan de diferencias por el manejo de los fondos sindicales por parte de Barrionuevo y advierten que el jefe gastronómico quiere quedarse con los depósitos bancarios de la seccional Capital, de unos 40 millones de dólares.

No están claros los motivos de la disputa que rompió un vínculo de más de 40 años, pero sí que dinamitaron una vieja sociedad y se encaminan a enfrentarse a todo o nada: Barrionuevo apadrina sin disimulo una lista opositora que se propone destronar a su cuñado y que encabeza Humberto Ballhorst, el secretario de Organización de la filial porteña que, de un día para otro, sorpresivamente, abandonó a Camaño para convertirse en su mejor enemigo.

Los lazos familiares complican más todavía este enfrentamiento. Graciela Camaño, distanciada de Barrionuevo después de 45 años de casados, publicó el 14 de octubre en su cuenta de Twitter una foto en la que está junto con su hermano y un texto muy sugestivo: “Visité la Sección CABA de Gastronómicos. Rememoramos lindos tiempos con mis queridos amigos. Toda la fuerza para el próximo proceso electoral, ustedes son buenos y honestos dirigentes sindicales. No dudo de que los afiliados sabrán apreciar el esfuerzo”.

Hay más parientes involucrados. Barrionuevo incluyó a su hija Sandra, empresaria del rubro gastronómico y fruto de un matrimonio anterior, como candidata a secretaria de Acción Social en la lista que propone su reelección. Para los allegados a su cuñado, se trata de una desprolijidad. “Es gastronómica de toda la vida”, aclaran en las filas barrionuevistas.

De los 150 mil afiliados que tiene el sindicato a nivel nacional, la seccional Capital es la más numerosa de todo el país, con 39 mil afiliados (eran 64 mil antes de la pandemia). Tanto Barrionuevo como Camaño aseguran estar convencidos de que ganarán las elecciones en esa filial clave. Y sus amigos temen que utilizarán todo tipo de recursos para lograrlo. Por lo pronto, los barrionuevistas aseguran que, una vez que se oficializaron las listas, ya echaron a Camaño de la Secretaría Adjunta de la UTHGRA y de la presidencia de la obra social.

No hay muchos antecedentes de una pelea político-familiar de este tipo. Lo más cercano que se recuerda fue el enfrentamiento de los hermanos Pablo y Daniel Biró en las elecciones de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), en enero de 2015. Pablo estaba (y está) enrolado en el kirchnerismo y su hermano Daniel fue apadrinado por Hugo Moyano para quitarle el gremio en una época en que los Camioneros estaban enemistados con Cristina Kirchner. Finalmente, Pablo obtuvo su reelección. De su pariente no hubo más noticias.

La batalla sin cuartel de los dos líderes gastronómicos amenaza con escalar a niveles inquietantes. Después de todo, se conocen todos los secretos y si alguno se animara a revelarlos puede dejar mal parado al otro. Barrionuevo tiene un amplio círculo de amistades en el ambiente político, sindical y empresarial desde que asumió en 1979 y a partir de 1983 construyó una relación con radicales como Enrique “Coti” Nosiglia, a quien lo unen “una amistad y códigos”. “Nuestra relación va a durar hasta que nos vayamos de esta tierra”, dijo.

En tantos años de codearse con las máximas figuras del poder, fue el principal sostén sindical de Menem, estuvo en la vereda de enfrente de Néstor y Cristina Kirchner, respaldó los proyectos presidenciales de peronistas como José Manuel de la Sota y Roberto Lavagna, y en los últimos días dio muestras de haber abandonado su antikirchnerismo: luego de haber sido un crítico implacable del Gobierno, se mostró la semana pasada con Alberto Fernández en un acto realizado en su sindicato para firmar un convenio de reactivación del sector.

Allí, lo elogió no sólo el Presidente sino también el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro: tras destacar “la grandeza, el esfuerzo y el rol social que cumple”, felicitó a Barrionuevo “por lo bien administrados que están los recursos de las trabajadoras y los trabajadores”. ¿Sabrá el referente de La Cámpora que es el mismo dirigente que en 2008 declaró que no conocía “ningún gobierno en el que se haya delinquido y se haya robado tanto” como el kirchnerista y en 2014, que “Kirchner era un avaro que se cagó muriendo”?

Camaño es toda una curiosidad: apoya desde hace unos quince años al PRO y conserva una fluida relación con Mauricio Macri desde que compartieron la gestión en Boca Juniors. Hoy sigue respaldando a Juntos por el Cambio desde el Peronismo Republicano de Miguel Angel Pichetto y mantiene encuentros semanales con peronistas anti-K como Miguel Angel Toma, Ramón Puerta y Adrián Menem. Pinta cuadros, es un lector empedernido de Mario Vargas Llosa y un tanguero que (antes de la pandemia) era habitué de las milongas.

El escenario de la pelea de los jefes de Gastronómicos puede dañar a ambos por igual. ¿Llevarán el enfrentamiento hasta el fin? Es la duda que nadie puede disipar y que se convertirá en el gran interrogante del mundo político y sindical. Hace 13 años, Barrionuevo dijo al diario La Nación que nunca pensó en irse del gremio porque tendría que “volver a agarrar la bandeja” y advirtió: “Esta es mi vida. Que me ganen las elecciones”. Su frase sigue vigente y lo mismo podría decir Camaño. Parece la única coincidencia que hoy los emparienta.

 

 

* Para www.infobae.com

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