El tiempo - Tutiempo.net

YO ESTUVE AHÍ... PERO ACTUANDO TAMBIEN!

PARA LEER EN PANTUFLAS 17/10/2021 José Ademan RODRÍGUEZ
JOSE ADEMAN

Por José Ademan RODRÍGUEZ

Recuerdo, era un niño de 10 años, de cuando el mono Gatica perdió con Ike Williams, un 5 de enero de 1951. Lapidario. 3 golpes, 3 caídas.

Muy fuerte para la ilusión de un chico. Para colmo en el titular del diario crítica se leía: ''Gatica hará blanco en el negro Ike Williams''. Muy fuerte...Pues yo quería ser boxeador y que algún día pelearía en el Luna Park, ese templo sagrado, el olimpo, el Parnaso de la piñas...

Hasta soñé una noche, que en ese lugar encantado de las musas y las ninfas, éstas, cansadas de tanta lírica y poesía mentirosa, se liaron a trompadas limpias por celos y bajas pasiones! Y según los entendidos, en ese Parnaso que era el Luna Park, sentaron las bases del boxeo femenino, dejando de ser un enclave mitológico para vulgarizar a la mujer, condenadas por complejos y desaires de los faunos a amasijarse entre ellas.

Las ansias locas por conocer ese estadio de Corrientes y Bouchard se materializaron muchos años después al ganar el concurso de LV3. Por fin lo descubrí con toda su magia, y hasta fui protagonista de sus veladas, consiguiendo un sitio al lado del ring, junto al Chino Torri, concitando la atención entre los espectadores del ring-side para escuchar mis comentarios al terminar las peleas... y al mismo nivel de grandes críticos como García Blanco y Ulises Barrera. Fue el primer sueño cumplido!

Pasaron los años y fueron desfilando como fotogramas del viejo pasado, esperando el tañido del gong para el último round, enfrentando a San Pedro, máxime después de haber sufrido el ictus; tratando siempre de recordar los momentos más felices de mis liturgias, vulgaridades y rituales, siempre tratando de olvidar las cosas malas, que esa es la base para tener buena memoria.

Pero son inevitables los años, la vejez... es como un viaje a ninguna parte mirando solo por el espejo retrovisor.

Como caminar hacia atrás con chancletas o intentar ir hacia adelante con una piedrita en el zapato.

Esto otro, era increíble. Hasta pareciera que alguien me hiciera una broma con las cosas imposibles. Presentar un espectáculo de tango en el mismo teatro donde debutó Carlos Gardel en Barcelona un mes de noviembre de 1925.

¡Que más podía pedir! Y presentando el espectáculo donde la figura era mi amigo, Fernando Ríos Palacio, con la orquesta de Armando Caló... una noche de noviembre del 2009... y a teatro lleno.

 

Ni les cuento la emoción de presentar a Fernando que nuestro cantor de tango y también una especie de embajador en Barcelona desde hace más de cuarenta años, tiene en su voz el secreto de nuestros orígenes, los sueños que son de uno, es como un alquimista del tiempo que revierte el presente convocando nuestras vivencias, y nos transforma el melocotón en flor de durazno…

Es cancerbero de nuestros tesoros sentimentales y figura consular más que el consulado, que nos representa (a veces) jurídicamente como organismo encargado de regularizar nuestra situación legal como emigrantes o residentes, siempre ajustándose a leyes, normativas, convenios bilaterales, Etc, etc…

Fernando nos representa emocional y espiritualmente… Si al fin y al cabo un consulado no es más que la firma y sello al pie de un documento. Los consulados no rubrican las tristezas, ni dan respuestas a la moral vencida, ni remedios para los que venimos enfermos de adioses…

Aquí un escrito muy certero de un gran amigo mío llamado Carlos el 'Kuki' Servando Ruiz:

“Cuando se han acallado los ruidos de cuchillos, tenedores y copas… Cuando suena la música del tango… De entre los olores de comida, alcohol y tabaco, como en un sueño de vaya a saber qué irrefrenable locura, emerge su figura circunspecta, alargada, con pelo y ropa negra, con rostro esculpido por el cincel de muchos sufrimientos disimulados por la sonrisa del artista… Ése es, ahí está el cantor de tangos, sacerdote de templo desconocido que en liturgia mágica con voz grave y bien templada dice la verdad del tango, ése es nuestro cantor, Don Fernando Ríos Palacios. Con su canto nosotros “los de antes”, “los de siempre”, los de los ojos con bolsas, indudable estigma que deja el paso del tiempo, volaremos en silencio hasta ese estado dicótomo del alma mitad placer, mitad dolor: la nostalgia; desde ahí soñaremos eso que fue, que ahora no es, pero que puede volver a ser, porque la vida del hombre es una historia con repeticiones. Ahí está nuestro cantor, ser humano interminable; de la mano de su duende nocherniego podemos recorrer todas las estancias de la música ciudadana popular del Río de la Plata, para captar lo que ella representa como parte de la cultura de un pueblo y la forma de entender y sentir la vida de sus gentes, música que no pocas veces ha sido menospreciada por los voceros estúpidos de un intelectualismo bastardo. Ahí está nuestro cantor, sin mecenas ni propagandas, sólo tiene su voz y su mensaje; detrás de él no hay Ministerios de Cultura, ni Cancillerías, ni Consulados, sólo lo ayuda el esfuerzo de la caja escuálida de algún boliche en decadencia. Ahí está nuestro “guapo del 2000”, rapsoda marginado y abandonado por no purificarse en la pila redentora del mundo elitista y volátil de Borges, y de Piazzola; su soledad es el precio que le impusieron pagar por no aceptar la deformación conceptual de esa música que los progres pretenden llamar tango, que en honor a la verdad debe entenderse como “paratango”, porque no tiene nada que ver con la línea de los auténticos poetas y compositores del pueblo: Flores, Contursi, Manzi, Discépolo, Cadícamo, Troilo, Piana y otros.”

A propósito de Borges y Piazzola, voy a matizar el parecer de Carlos Servando Ruiz al referirse a Piazzola. Es muy de argentinos declararnos contreras de algo o de alguien; más que adversarios, tener enemigos, enrolarse en las antípodas, crear antinomias en todo. Así hay Menotistas y Bilardistas; Prada y Gatica; Lausse y Merentino; Goyeneche y Gardel; Fangio y Gálvez… Hasta se utilizó una caja de fósforos de la compañía general de fósforos sudamericana, que le empleaban para decir ''Cago Gálvez, Fangio Sigue Adelante''.

Para muchos Piazzola fue como una religión, una secta, no se perdona que le haya aconsejado a su nieto que escuchase a Chic Corea y a Keith Jarrett o que en Nueva York escuchará a Gerschwin y se llenara de Jazz, se conmovió el tango, le acusaron que iba a mandar al mismo al cementerio; a de asesino del tango. La cuestión fue que Astor se convirtió en uno de los compositores más importantes del siglo XX.

Perfecto... pero tampoco se puede cuestionar el monstruoso aporte del tango tradicional, el de Julio de Caro, el gordo Troilo, Horacio Salgán, Leopoldo Federico, Franchini y Pontiers y sobre todo el virtuosismo para manejar el bandoneón, de Pichuco, Osvaldo Ruggiero, Ernesto Baffa, el gallego García; muy superiores en virtuosismo interpretativo a Astor Piazzola.

Y volviendo a Fernando Ríos Palacio, no termina con el Teatro Goya. Fue el único vocalista de tango argentino acompañado por una orquesta sinfónica! Ocurrió en Colonia, Alemania en el 2012 (ahí sí, estuve como mero espectador, aunque abrigo la esperanza de hacer algo con una sinfónica). Entre los muchos temas, se atrevió con un tango tradicional, ''Tiempo Viejo'', donde nos pinta una época de pleno machismo, y donde, es de reconocer, había una fanática cursilería, donde existía un cara y cruz entre la madre y la mujer en ese protoplasma social de cabrones y cabríos irredomables con maquillaje de sensibles que no son más que sentimentaloides mequetrefes que solo son condescendientes, generosos con la mujer, solo en el momento de las evocaciones escolares, ya sea recordando a la mujer como maestra, compañerita de grado o de juegos infantiles. En este tango, el macho se la quita al ''loco Cepeda'' y la pobre mujer termina como una ''sucia y mendiga harapienta'' y casi se suicida una noche por ella y dando vuelta a la cara se pone a llorar...

Una ovación cerrada que se prolongó como en la ópera, durante minutos, fue la rúbrica con que el público respetuoso sabía que estaba aplaudiendo a un verdadero artista, que se impuso por presencia y calidad, a pesar de la incompatibilidad de los idiomas, simplemente entendieron que Fernando estaba interpretando otra época.

Vamos pues, a ese momento con toda la parafernalia que tienen las grandes citas operísticas.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto