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Hilda “Chiche” Duhalde: “Los movimientos sociales mantienen a los pobres como rehenes”

POLÍTICA 16/08/2021 Mariana Dahbar*
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Hilda Beatriz González de Duhalde, más conocida como “Chiche”, fue Primera Dama del ex presidente Eduardo Duhalde y también ocupó una banca en el Senado. Hace días acaban de cumplir 50 años de casados y aún siguen viviendo en la misma casa de Lomas de Zamora en donde fueron protagonistas y testigos de nuestra propia historia. Hoy su mejor legado son los cinco hijos que tienen y sus nueve nietos.

El matrimonio fue noticia durante el último tiempo por la polémica vacunación que recibieron en su casa y porque sus declaraciones sobre la actualidad siempre causan impacto. En esta ocasión, y bajo un clima de total tranquilidad, la ex senadora recibió, en la intimidad de su hogar, a Infobae para hablar de todo. La entrevista duró más de una hora y estuvo bajo la exclusiva custodia de su señor esposo, Eduardo Duhalde, quien muy atentamente la escuchaba y esperó a que finalizara para almorzar juntos.

Distendida y sin eufemismo, Chiche habló de todo. Entre otras cosas, del reciente escándalo en Olivos, que -cree- dejó muy dañada la imagen presidencial. “Es casi imposible de recuperar”, opinó.

—¿En qué momento de su vida se encuentra?

—En un momento muy lindo, de mucha tranquilidad y de mucha unión familiar. Han ido pasando cosas familiares que la verdad me llenan de alegría, porque me han mostrado que lo bueno que sucede en la familia es que estemos todos tan unidos. Tanto mis hijos como mis nietos. Esta semana mi hija cumplió 40 años, una de mis hijas, y verlos, nada más observar lo bien que se llevan tanto mis hijos como mis nietos, los de 23 años como los más chicos, los de 7, y cómo pueden compartir en armonía y con alegría..., digo: “¡Qué lindo lo que construimos.!” Entonces, en este tiempo, que nos obliga más a estar mirándonos hacia adentro, me di cuenta de que tan mal no hicimos las cosas en el orden familiar.

—¿En lo personal cómo la afectó la pandemia?.

—La pandemia creo que nos afectó como a todo el mundo. A mí por lo menos me obligó a posponer proyectos que tenía iniciados. Proyectos que tenía con la posibilidad de seguir capacitando, sobre todo, en el tema mujeres. Yo creo mucho en el rol de la mujer en todos los órdenes, pero mi experiencia fundamentalmente radica en eso. En la capacitación y en la preparación de mujeres como el eje central de la familia como para que puedan abordar un montón de problemáticas nuevas que van surgiendo casi permanentemente, y la mujer tiene que estar preparada justamente para eso, para abordarlas con determinado éxito.

—¿Cuál es el principal problema de la mujer hoy?

—No es un sólo problema. Las mujeres, si hablamos de la mujer de los sectores más humildes, tienen determinadas problemáticas. Una es justamente la pobreza. Y la pobreza le imposibilita el acceso a la educación, que es un elemento esencial para su propio crecimiento. La imposibilidad de acceder a un trabajo bien remunerado. La imposibilidad de poder acompañar a sus hijos muchas veces en un sistema educativo que hoy tiene muchas carencias, porque siempre se sabe que una mamá educada puede ayudar a sus hijos a que tengan mejor calidad en cuanto a la salud, a la educación. Mejora todo lo que tiene que ver con la situación familiar. A mejor educación materna, mejor calidad del entorno familiar.

— ¿Va a retomar ese trabajo pendiente?

—En cuanto la sociedad argentina esté mayoritariamente vacunada con dos dosis vamos a retomar la actividad.

—Mencionaba a las mujeres, ¿qué opina del feminismo?

—Yo creo que todos los procesos revolucionarios, como puede ser este proceso, el proceso del feminismo, se dan así, se dan, compulsivamente, de una forma muy notoria. Y es natural que así sea. Y llegará un momento en el que volverá a su cauce. Creo que era absolutamente necesario que la mujer se pusiera de pie. Y es un proceso, no se logra a los empujones. Pero de alguna manera tenía que hacerse visible.

—¿Alguna observación para destacar durante este proceso?

—Sí. No tienen que olvidarse de lo que las motivó. Por ejemplo, con el tema del aborto. Tanto las que defendieron el aborto como las que estuvieron en contra del aborto, me da la sensación de que una vez votada la ley abandonaron esa lucha. No las veo siguiendo esa lucha. Y la lucha no terminó. Porque verdaderamente la ley no cambia la historia. Y entonces me parece que unas y otras tienen que ponerse de acuerdo en algunas cosas.

—Una vez aprobada la ley, dice que el tema quedó ahí...

—Parece que hubiera quedado ahí. Entonces, unas habrán llorado y otras habrán festejado. Pero ahora hay que hacer un seguimiento. ¿Verdaderamente se está cumpliendo la ley? ¿Verdaderamente se está haciendo todo lo que el Estado tiene que hacer para prevenir?

—¿Qué percibe?

— Percibo que han bajado los brazos.

—En estos días Florencia Peña se vio afectada por la visita a la quinta de Olivos con un montón de calificativos enmarcados en violencia de género. ¿Qué opina al respecto?

—Me parece muy bizarro todo. Me parece muy bizarro y que no merece opinión. No me gusta que pongan a las mujeres en ese lugar, porque no sé, realmente no tengo elementos probatorios de nada de eso, me parece bizarro. A mí me tocó estar un año y medio en la residencia de Olivos y la verdad que no teníamos tiempo más que para trabajar. Porque verdaderamente el país se incendiaba. En tiempos de campaña se dice cualquier cosa, y no me gusta la verdad la actitud de Fernando Iglesias. No me gustó nunca la actitud de Fernando Iglesias en cualquiera de sus declaraciones. Por la forma. Y verdaderamente las cosas hay que comprobarlas, de un lado y del otro.

—¿Cómo ve el futuro de sus hijos y de sus nietos en el país?

—Con preocupación, con mucha preocupación. Nosotros tenemos nietos mellizos, los mayores, cuando escucho a uno de los dos que está queriendo terminar la carrera universitaria para irse me da mucha angustia. Porque eso refleja lo que sienten muchos chicos.

—¿A dónde se va?

—A Europa. Yo no quiero eso para él, porque es un chico preparado, un buen chico, y quisiera que pensara en quedarse acá y pelearla acá.

—¿Le pregunta por qué se quiere ir?

—Porque quiere vivir con seguridad. Quiere andar por la calle, tener un trabajo y no tener miedo de andar por la calle. Es así de simple. Y a mí me angustia eso. Pues nuestro país, que ha sido el faro de América Latina, ¿en qué nos convertimos? Hasta dónde podemos seguir cayendo.

— ¿Qué opina de la foto en Olivos para festejar el cumpleaños de la Primera Dama en plena cuarentena?

— La figura presidencial está muy dañada, no sé si es posible recuperarla. Pero esto me plantea algunas cuestiones, ¿es necesaria la Quinta de Olivos como residencia presidencial en el futuro? No sé, me parece que a lo mejor habría que replantearse ese tema. En muchas oportunidades ha dado situaciones dudosas, en este gobierno y en otros gobiernos. Tengo la sensación de que en términos generales, tanto la dirigencia política, como la periodística, sindical o empresarial, está cada vez más básica.

—Si hoy pudiera hacer una radiografía de la Argentina, ¿cómo la describiría?

—Como una Argentina decadente. No puede ser que países que han estado en una situación terrible desde el punto de vista social, económico, hoy estén todos mejor que nosotros. Ya ningún país tiene el problema de la inflación. Exceptuando Venezuela. Cuando digo de los países estamos hablando de la región. Nosotros seguimos con estos problemas. Expulsando a los que quieren producir. Con una educación cada vez más deficiente cuando realmente éramos los número uno de la región. ¿Qué nos pasó? ¿Es culpa de este Gobierno nada más? No. Es un proceso. Un proceso de decadencia que nos lleva a este lugar, y evidentemente no tenemos la dirigencia que tenemos que tener, como tienen otros países. Cuando uno mira a Chile, mira a Uruguay y ve que son capaces de plantearse políticas a largo plazo. ¿Qué nos pasa? ¿Qué tara tenemos nosotros para no darnos cuenta de que podemos? Porque tenemos individualidades extraordinarias. Premios Nobel que otros países no han tenido. Figuras destacadísimas en todas las disciplinas. ¿Qué nos pasa que no podemos salir de esta situación?

—En su interior, ¿qué cree que nos pasa o qué nos pasó?

—Que evidentemente la dirigencia argentina no está comprendiendo la situación gravísima que tenemos y está mirándose el ombligo. Porque si no, no estaríamos en esta situación tan grave. Hubieran tenido la grandeza de unirse y plantearse: “Bueno, a ver, en cuántos aspectos nos podemos poner de acuerdo, ¿cuatro, cinco? ¿Qué es lo más importante para la Argentina hoy? ¿Es el trabajo y la producción? ¿Estamos de acuerdo en que el trabajo y la producción son importantes? ¿Sí? ¿Estamos de acuerdo? Bueno, pongámonos de acuerdo. Planteemos algún programa en el que estemos de acuerdo y démosle para adelante, pero todos juntos. Están legislando, a veces, leyes que no son, no digo no importantes, no urgentes. Porque puede haber temas importantes, pero no urgentes. Entonces, en un momento de crisis uno tiene que abocarse a lo urgente e importante. Después vendrá lo otro.

—¿Cómo ve hoy a Alberto Fernández a 18 meses de gobierno?

—Absolutamente devaluado.

—¿Puede especificar en qué?

—Bueno, me parece que no hace falta que haga demasiados comentarios. No pega una. Porque de estas cosas de las que estamos hablando es de las que se tiene que ocupar. Y no se ocupa.

—¿De qué se ocupa hoy?

—No lo veo realmente muy centrado en las cosas importantes y urgentes de la Argentina, que es ver cómo generamos trabajo, cada vez tenemos más planes sociales. Ahora ahora le damos para que la mujer se jubile, por lo menos las publicidades que veo, si tienen cuatro hijos y no llegó a poder cubrir con su trabajo y le faltan años para jubilarse le agregamos cuatro años por tener cuatro hijos. Si tiene cinco le agregamos cinco años. Eso es un disparate.

Por otro lado está demostrado que más planes sociales más pobreza. Entonces qué necesitan para darse cuenta. Por qué no hay un solo plan social por encima de la línea de indigencia, que ya es muy alta, con control, con un censo hecho a nivel municipal, con orden, sabiendo cuáles son las familias asistidas y con obligaciones concretas y seguimiento. Capacitación para el trabajo en oficios en convenios con las universidades, con las escuelas de oficios. Obligación de que los chicos vayan a la escuela y cumplan. Ahora, si nosotros damos planes y como obligación tienen solamente que ir a las marchas, bueno, cada vez más vamos a estar en una situación más decadente.

—¿Tiene actualmente contacto con el presidente?

—No, no.

—Si tuviera la posibilidad de tomar un café con él, ¿qué le aconsejaría?

—No me parece que él esté como para recibir consejos en este momento. Tal vez al principio sí, ahora me parece que no está como para recibir consejos.

—¿Por qué?

—Y…, porque lo veo confuso.

—¿Cómo ve a la vicepresidenta?

—La veo con esta capacidad increíble que tiene, porque la creo una mujer inteligente para su objetivo. Su objetivo no es que el país se desarrolle, crezca y se convierta en el país que fue, su objetivo es, primero, salir bien parada de las causas judiciales que tiene. Y, después, su objetivo para el país la verdad que no sé cuál es. No lo comparto, no lo quiero. No sé cuál es.

—¿La escuchó a la vicepresidenta declarando recientemente?

—No, no, no. Me cuido la salud yo, no la escucho.

—¿Siente que Cristina influye sobre Alberto Fernández, a veces, hasta el punto debilitarlo o desestabilizarlo emocionalmente?

—Ella tiene una personalidad muy fuerte, pero Alberto Fernández, evidentemente, se bloquea solo. Porque si él asume su rol de presidente con seriedad y como corresponde, me parece que no tendría que estar bloqueado.

—¿Quién manda? ¿Cristina o Alberto?

—Debería mandar Alberto, pero no parece.

—¿La convocaron o la llamaron en estas elecciones para apoyar o asesorar a algún candidato?

—No, no, no. Yo no estoy trabajando políticamente en ningún espacio.

—¿Por decisión propia o porque no la buscaron?

—Por las dos cosas. Yo no podría estar en ningún espacio porque creo que la Argentina, gane quien gane, no va a cambiar nada. Me parece que falta musculatura en la dirigencia. En toda la dirigencia. Cuando uno mira, por ejemplo, las peleas de la oposición, las cosas burdas que se dicen. Cuando uno mira el oficialismo. Cuando mira la cantidad de partidos que se van a presentar en la elección, que lo único que hacen es ser funcionales al oficialismo. Que poco serio que es todo.

—¿Por quién se siente hoy un poco más representada?

—Por nadie. El día de la votación voy a ir a votar, pero todavía no siento nada que me subyugue.

—¿Cómo ve a Victoria Tolosa Paz, la candidata del Frente de Todos?

—Yo la conozco mucho porque fue empleada mía. Es una buena chica. No sé, el cargo de diputada creo que lo puede desempeñar bien.

—¿Qué opina del enroque de capital a provincia de María Eugenia Vidal y Diego Santilli?

—Esas cosas que ya no sorprenden pero tienen que ver con la decadencia de la política. Cuando Eduardo Borocotó se fue fue un escándalo nacional. Y después nos fuimos acostumbrando a que todos se cambian de bando, que todos se cambian de lugar. Porque no se puede ser gobernadora de provincia y defender la Provincia con todo ese ímpetu y después dejar la Provincia para irse a la capital. Y tampoco en el caso de Santilli, por quien yo tengo mucho cariño personal porque lo conozco de muchos años también, ir a representar a la Provincia de Buenos Aires, porque la gente tiene que representar el lugar donde vive. El lugar que conoce, que quiere. Que seguramente, porque lo conoce, porque lo quiere, lo va a representar mejor.

—¿Volvería a trabajar en política si la convocaran de este Gobierno o del próximo?

—Trabajaría en lo social. Y no trabajaría con cualquiera. Porque lo que pasa en el Ministerio de Desarrollo, la verdad, en seis meses lo doy vuelta.

—¿Qué es lo primero que haría?

—Sacar toda esa caterva de sinvergüenzas que se están quedando con la plata de la gente. Porque están ahí como funcionarios los representantes de los movimientos sociales, que no son movimientos sociales. Que tienen como rehenes a la gente. Y por caminos non sanctos se va un montón de dinero que no llega a la gente. Cuando uno habla con esa gente sabe que están obligados a quedarse ahí para recibir las migajas que les dan porque lo necesitan. Entonces tienen de rehenes a los pobres. Son realmente miserables. Ojalá que quien asuma ahora empiece a cambiar la historia. Pero eso tiene que ver con decisiones muy fuertes que tienen que estar acompañadas por el Presidente.

—Si pudiera darle un consejo a los futuros candidatos, ¿qué les diría?

—Que sean concretos en el cómo. Porque la verdad que hasta ahora uno lo que escucha en televisión es hablar mal del otro. Y todos tienen algún pedacito de culpa. Porque todos los que hemos atravesado los espacios políticos de alguna manera somos responsables. Entonces lo que falta es el cómo van a resolver algunas cosas. La gente está esperando que le digan cómo vamos a bajar la inflación. Cómo vamos a tener mejor educación. Cómo vamos a tener mejor seguridad. El cómo.

Algo personal

—¿Cuál fue el mejor día de su vida?

—Muchos. Tengo cinco hijos. Esos cinco días fueron muy buenos. Nunca mis mejores días van a estar relacionados con hechos políticos. Nunca. Podría decirte que el día que me casé. El día que nacieron mis hijos. Siempre relacionados con cosas afectivas y familiares. Por eso no tengo uno. El día que nacieron mis nietos.

—Nombró su paso por Olivos. ¿Qué recuerda de ese año y medio?

—Un año y medio muy agitado. Muy agitado. No vivíamos en Olivos, vivíamos en esta casa e íbamos a trabajar. El helicóptero nos esperaba en el Tiro Federal de Lomas de Zamora y nos llevaba. Alguna vez si el día era muy largo nos quedábamos a dormir en Olivos. Pero esta era nuestra casa, era la casa donde vivían nuestros hijos.

—¿Por qué decidieron no vivir en allí?

—Porque nuestros hijos necesitaban, a pesar de que en la Presidencia ya eran más grandes, necesitaban vivir en su casa. Necesitaban tener una vida normal. No sé si ustedes se dieron cuenta de que a nuestros hijos nadie los conoció. No los conoció porque los cuidamos, hicieron una vida normal. Fueron a la escuela primaria de acá a dos cuadras o tres. Hicieron el secundario por acá. Tratamos de que ellos tuvieran los amigos de siempre, la vida de siempre. Y tomamos la tarea como un verdadero trabajo, como una verdadera responsabilidad.

—¿Qué hace cuando no está trabajando, cuando está en su casa?

—A mí me gusta todo lo que tenga que ver con la creatividad. Pinto, tejo, cualquier cosa que sea creativa. Hago vitreaux. Hago todo, todo, lo que puedo aprender a hacer lo hago. Y lo hago bastante bien.

—¿Cómo es como esposo, Eduardo?

—Mejor no hablar. Se olvidó de 50 años de casados.

—¿Cómo lo festejaron?

—Como siempre, es tan repetida la escena, porque siempre estamos los mismos. Mis nietos, mis hijas, él y yo. Almorzamos al aire libre. Vimos el video que nos prepararon las hijas, comimos, charlamos.

—¿Está feliz con su vida, con lo que hizo?

—Sí. Escribí un libro, planté un árbol, tuve hijo (risas). Ha sido una vida muy, cómo te podría decir, muy vertiginosa, nada aburrida. No tuve tiempo de aburrirme. Muy rica, porque tener esta familia es una bendición. Y qué más puedo pedirle a la vida.

 

 

* Para www.infobae.com

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