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Con un mercado en alerta por el cepo reforzado y la tensión electoral, se acelera la compra de dólar ahorro

ECONOMÍA 15/08/2021 Fernando Gutiérrez*
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Era inevitable: tras la escapada del blue, que volvió a ubicarse por encima del dólar "solidario", la tentación por comprar otra vez billetes verdes por la ventanilla oficial volvió a acelerarse.

Si, además, se agrega el hecho de que hay mayor liquidez en la plaza por la política oficial de inyectar pesos para estimular el consumo y, también, se cuenta el ruido de fondo de una campaña electoral, están todos los componentes del cóctel para una vuelta a la dolarización de los ahorristas.

Entre los mayores bancos privados del sistema ya tomaron nota de la aceleración que se está produciendo en estos días. Un ejecutivo destaca el hecho de que agosto está mostrando números superiores a julio, que suele ser un mes de demanda estacional elevada por el "efecto aguinaldo".

Claro que todavía son números modestos si se los compara contra el récord del 2020, en que no regían las restricciones actuales ni el 35% de adelanto por el impuesto a las Ganancias. En su momento más caliente, la demanda llegó a cuatro millones de compradores, que se llevaron unos u$s900 millones.

Ahora, en cambio, quienes compran el dólar "solidario" son todavía una décima parte de aquel momento récord. En cambio, hay una demanda más reprimida, que se canaliza por otras vías, como el dólar "Senebi" o que directamente concurre al blue.

Sin embargo, el diferencial de precios hizo lo suyo como para que la ventanilla oficial vuelva a ser atractiva. Y los números lo están demostrando. Por ejemplo, en la recaudación del impuesto PAIS, que se aplica a quienes compran el cupo oficial de u$s200 mensuales y a quienes realizan operaciones dolarizadas con tarjeta de crédito.

La recaudación de la Anses por este impuesto tuvo en julio su registro más alto del año, superando al anterior récord de enero: ingresaron $9.987, lo que implica un drástico incremento de 45% en apenas un mes.

Claro que todavía está lejos del máximo registrado en agosto del año pasado, cuando totalizó $21.800. Actualizando esa cifra según la evolución del precio del dólar, equivaldría a $28.340 millones de hoy.

El "aporte" del clima electoral

Ese aporte al impuesto PAIS permite inferir que en julio, si se suma la demanda de dólares en la ventanilla oficial más los gastos por compras en el exterior, rondó los u$s330 millones. Aproximadamente un 40% de ese costo correspondió a la compra de billetes mientras que el resto se canalizó por las compras en el exterior -ya sea de turistas o por modalidad de e-commerce-. Ambos rubros vienen creciendo mes a mes.

La previsión en la City es que para agosto pueda haber una cifra superior -algunos hablan de un 20% más en la demanda de "dólar ahorro" en los bancos-. Y esa demanda tendrá un incentivo adicional en septiembre, al calor del debate electoral.

"Es el reflejo del susto que generan los políticos y las elecciones", afirma el ejecutivo de uno de los bancos líderes. Que, de todas formas, se muestra muy calmo ante la situación, dado el alto nivel de liquidez: un 75%, cerca de los máximos históricos, en un contexto en que las empresas no quieren tomar crédito en dólares y los depósitos se mantienen estables.

Esto no sólo pone el sistema a resguardo de un aumento en la compra de dólares sino también de una eventual salida de depósitos en las cuentas dolarizadas. De hecho, hay expectativas de una "mini corrida" si se enrarece el clima político.

Pero en los bancos sostienen que la elevada liquidez los deja mejor preparados incluso para algo más fuerte que lo ocurrido tras las PASO del 2019, cuando salieron en cuestión de semanas el 50% de los depósitos en dólares.

Actualmente en los bancos hay depósitos por unos u$s16.200 millones. Si se considera que el año pasado se llegó a u$s17.200, que al momento de la asunción de Alberto Fernández había u$s20.000 y que a mediados del 2019 había depósitos por u$s30.000, la cifra de ahora luce pequeña. A primera vista se lo podría considerar una ventaja, porque deja un bajo margen para la fuga en masa de los pequeños ahorristas.

De hecho, es más pequeña aun si se toma en cuenta que el atesoramiento de dólares fuera del sistema, que Miguel Pesce estimó en u$s130.000 millones, pero que los analistas estiman podría llegar al triple si se consideran inversiones no líquidas.

La tendencia se acelera

En cambio, donde hay menos tranquilidad es en el Banco Central, que ve cómo el proceso de dolarización de los ahorristas sigue avanzando. Un informe del economista Gabriel Rubinstein estimó en u$s22,7 millones el monto diario sacrificado para defender las cotizaciones del "contado con liquidación" y el dólar MEP.

Así, en el mes salieron de las arcas estatales u$s450 millones para controlar los tipos de cambio de referencia en el mercado financiero. Si a eso se agrega los u$s340 que salieron por la demanda de los minoristas en la ventanilla oficial, entonces la situación empieza a parecer menos holgada.

En lo que va del año, el BCRA pudo comprar unos u$s7.800 millones en el mercado -gracias al aporte de las exportaciones agrícolas- pero menos de la mitad de esa cifra fue a engrosar las reservas: el grueso se utilizó, además de los pagos de obligaciones financieras, para aplacar al tipo de cambio mediante la compraventa de bonos.

Por otra parte, una luz amarilla la prendió la balanza de turismo, que incluso con las restricciones impuestas por la pandemia, dejó en los últimos 12 meses un déficit de u$s1.600 millones, todo un recordatorio de lo que podría ocurrir cuando haya una normalización como consecuencia de la campaña vacunatoria y la apertura de fronteras: en 2019, el déficit turístico fue de u$s5.600 millones.

Lo cierto es que las señales de dolarización abundan, y una prueba de ello la tuvo el equipo de Martín Guzmán la semana pasada, cuando apenas logró renovar el 65% de los vencimientos, una situación que los analistas atribuyen al hecho de que los inversores perciben un mayor riesgo devaluatorio. En definitiva, sólo están dispuestos a financiar el déficit del gasto público si el Gobierno ofrece instrumentos de muy corto plazo, o que estén atados al dólar.

¿Demasiado barato o demasiado caro?

Los economistas se han mostrado escépticos sobre el éxito del Gobierno en su intento por frenar esta dolarización. Y apuntan a una paradoja muy típica de la economía argentina: si se logra ponerle un techo al dólar en el mercado paralelo, entonces se instalará la idea de que "está barato" y habrá compras preventivas por parte de quienes esperan un rebote. Si, en cambio, se permite que siga el camino ascendente, el nerviosismo se apoderará del mercado y los pequeños ahorristas saldrán a cubrirse para no ver caer su capacidad de ahorro.

Esto lleva al Gobierno a transitar por un equilibrio muy fino, en el que busca una "flotación administrada" ya no sólo en el mercado oficial sino también en los diversos mercados paralelos.

Un objetivo difícil, como lo demuestra la intervención del mercado de bonos. De inmediato se creó un "contado con liqui blue", el conocido en la jerga financiera como "dólar Senebi", donde se está viendo un récord de operaciones.

Ante la intensificación de la demanda, hay consultoras que ya estiman en u$s2.000 millones el sacrificio de reservas que tendrá que hacer el Central hasta fin de año, de manera de mantener una relativa calma en el mercado paralelo.

Un informe de la consultora 1816 apunta que la venta de bonos contra pesos -es decir, para permitir la dolarización de los ahorristas- tuvo en las últimas semanas un incremento marcado: de un promedio diario de u$s19 millones se pasó a u$s29 millones sobre fines de julio.

Guzmán quiere transmitir calma

Ante esa situación, el Gobierno intenta transmitir calma. Ya sea recurriendo a las ventas de divisas por "manos amigas" en los momentos de mayor demanda o mediante la venta de reservas del Central. Y, si todo eso no fuera suficiente, un apretón regulatorio adicional, como quedó en evidencia en las nuevas restricciones para la operatoria del "contado con liqui". Algo que, inevitablemente, le pone otra vez presión al paralelo.

El ministro Guzmán fue explícito al respecto, al referirse a cómo pensaba dominar la fluctuación del blue: "Es un mercado que tiene una volatilidad superior a la de otros mercados cambiarios. La situación hoy es tal que tenemos los instrumentos para poder mantener estable la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo".

Y dio pistas respecto de cuál puede ser la estrategia: "El Banco Central ha estado desde noviembre del año pasado acumulando reservas lo que pone a la situación externa en una posición de mucha mayor resiliencia. Recordemos que el año pasado la brecha entre el dólar oficial y el contado con liquidación llegó a ser del 130 por ciento y con respecto al dólar blue llegó a ser del 150 por ciento".

Recordó que, cuando parecía que una devaluación del tipo de cambio oficial parecía inevitable, se fijó el objetivo de evitar ese salto, por considerar que implicaría una contracción de la actividad, con lo que se aplicaron medidas específicamente orientadas a calmar el frente cambiario: "Desde entonces hasta hoy estamos en una posición de mucha mayor resiliencia con un nivel de reservas significativamente superior a la de octubre del año pasado". 

Claro, lo que Guzmán no dijo es que buena parte de esa "resiliencia" no vino por parte de las medidas tomadas en la operatoria de venta de bonos sino en la lluvia de sojadólares, que dejaron en los siete meses que van del año unos u$s20.000 millones, un nivel similar al de todo el año pasado. Pero esa buena noticia tiene su lado B: en los meses que faltan, el flujo de divisas por la agroexportación será menor, mientras la expansión monetaria será mayor.

 

 

* Para www.iprofesional.com

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