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Planes, subsidios,demagogia y votos cautivos

OPINIÓN 05/07/2021 Gonio FERRARI*
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maxresdefault Por Gonio FERRARI

Los populismos siguen firmes en el respeto a su estilo eterno y universal que es una curiosa mezcla de demagogia, fabricación de pobres para luego asistirlos, festival de bonos, subsidios y otros obsequios con todo lo cual se busca -y en la mayoría de los casos se consigue- un estado de cierto bienestar en los sectores más postergados, todo esto en lugar de generar trabajo genuino que más allá de conducir a una recuperación de la dignidad, contribuya a fortalecer la producción y bien sabemos que producción es crecimiento y ese crecimiento aporta bienestar.
 
   Aquí desde un tiempo a esta parte se optó por la comodidad de generar inflación y crear grietas sociales con tal de estar en condiciones reales de brindar ayuda económica sin contraprestación laboral, en la enorme mayoría de los casos, aunque esa contraprestación que debiera darse, por ejemplo, pintando escuelas, arreglando caminos, atendiendo asilos, construyendo viviendas, se concreta a la hora de las urnas, con la simple lógica de pensar a quiénes van a votar aquellos beneficiarios que regalaron aquella dignidad de la que hablábamos, que se transformó a fortalecer una marcada inclinación hacia la vagancia.
   Todo este impúdico proceso se viene reiterando y la manera de desterrarlo no está, de ninguna manera, en la aplicación del voto calificado porque el mismo derecho cívico le asiste al poderoso empresario, al encumbrado profesional, como a los obreros rasos, a los ciudadanos desocupados, en fín, a cualquier persona que cumpla con los requisitos impuestos por la ley electoral.
 
   Pero aunque se discuta ese asunto, debiéramos averiguar cuáles son los resultados en aquellas experiencias en sociedades avanzadas donde existen la ayuda social, el apoyo económico y en todo sentido a los desocupados a quienes hasta se provee de vivienda gratuita, pero allí la contraprestación tiene sus condicionamientos y sus plazos, ya que toda la ayuda tiene una vigencia determinada en el tiempo y mientras tanto, esos ciudadanos están marginados de los padrones para evitar precisamente que la ayuda se transforme pasando a ser rehenes de quienes los ayudaron, a la hora de las urnas.
   Es claro que en esas circunstancias, los gobernantes procuran superar tal situación generando empleo genuino y no tan solo dependiendo del Estado, como aquí que en miles de casos ese Estado que somos todos, se transforma en bolsa de trabajo para quienes los apoyan siendo gobierno e integran fuerzas de choque cuando sus benefactores deben disputar acciones frente a la oposición.
 
   Esta situación no fortalece a la Democracia sino que la degrada y la debilita, con el agravante que muchas veces suma conflictividad evitable manejada por una dirigencia gremial en ciertos casos millonaria, con masa laboral inmersa en la pobreza.
   Como se vienen dando las cosas, es para pensar que la campaña proselitista ya comenzó, con la enorme ventaja del gobierno y la utilización a mansalva de la pauta publicitaria oficial, donde más que anunciar realizaciones, se esmera en mostrar a sus candidatos.
   El festival de planes, subsidios y otras ayudas son comprensibles en países donde la indigencia es histórica, creciente y estructural y no en un país como el nuestro, donde las riquezas en un tiempo llegaron a ser un distintivo mundial, pero ocurre que ahora no las encontramos.
   ¿Será que a veces, para el poder, lo mejor es ocultarlas?

* GONIO FERRARI

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