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¿ROMANTICISMO? ¿ACASO EXISTE O ES UN INVENTO PARA LAS MUJERES?

POLÍTICA - LA COLUMNA DE JOSÉ ADEMAN RODRÍGUEZ 21/05/2021 José Ademan RODRÍGUEZ
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JOSE ADEMAN Por José Ademan RODRÍGUEZ

Con "Romanticismo" no me voy a referir ni a un movimiento cultural ni a una época, por falta de conocimientos, sino a la aplicación vulgar del término.

 

Para mí, el "Romanticismo" es una sentimentalidad excesiva, que se le atribuye en su mayoría a las mujeres y nada más inexacto. La mujer es lo pragmático por excelencia. A partir de una cierta edad, se convierte en un animal especulativo que sólo busca quién la jubile. Les pongo el caso de una pendejita que cantaba acá en España: solamente sus padres deben creer que es inocente. Pega cada cimbronazo de cadera con diversos registros pelvianos como la más ducha de las duchadas. Es capaz de llevarte a la pizarra del colchón para señalarte los errores de un sexo antiguo y mal llevado, agarrándote de las orejas como las viejas maestras a un niño asustadísimo de cincuenta años que no sabe la lección. Mientras cuestionan el machismo en pro de una igualdad que no existió jamás, han inventado últimamente lo del maltrato del hombre, que sí existe, por cierto, como cualquier hecho de corte criminal o de mórbida conducta, ya que los matrimonios considerados normales, tanto puede ser artera la mujer o el hombre. No hubo dicha igualdad: no solo han mandado ellas en el hogar sino en el mundo, porque gobiernan en la cama. Por algo hay más viudas que viudos, porque los matan a disgustos. Él, en el cielo; ella, en la gloria (los ricos como siempre, en paraísos fiscales). Los viudos de más de 70 años (estadística pura) se suicidan 6 veces más que las viudas de la misma edad.

Todos los hijos de viudos suelen necesitar madrastras; las viudas jamás requieren el salvavidas de un segundo matrimonio, por lo tanto, nunca la mujer puede ser la víctima en el juego amoroso... La cama es proyectada y consumada como hecho erótico solo por ellas, sin olvidar que fue la mujer la que inauguró la venta de su cuerpo en lo que se conoce como la profesión más antigua; y lo que vulgarmente y ante la justicia se conoce como acoso sexual, simplemente son inocentadas lúdicas (por si acaso) del hombre rústico y primario.

Simone de Beauvoir caracterizó bien a las mujeres; habló allá por el año 1949 del segundo sexo y del hombre objeto. Ellas se han puesto al mismo nivel que el hombre: van a ver a tíos en pelotas sin siquiera saber deslizar una palabra agradable, en una suerte de fascismo estrogénico o fundamentalismo de bragas.

 

De ahí la indignidad del hombre. Eso lo descubre tarde, porque es un imbécil. Y un imbécil tampoco puede ser romántico, aparte que el romanticismo no tiene nada que ver con el amor. Románticos eran el Quijote, Jesucristo o Juana de Arco, por ejemplo, tres locos que murieron de amor por una causa… Y aunque dicen que el amor entre dos es locura, sólo es un tira y afloja de cuerpos, o la mentira de un bolero.

 

Las mujeres histerómanas tienen el descaro y la poca delicadeza de arrojar sobre los hombres prendas íntimas (no sé si usadas o no) degradándolos como supuestos fetichistas, ávidos de fantasías eróticas. Podrían arrojarles flores o agitar pañuelos perfumados (el fetichismo asocia la prenda u objeto inanimado (braga o sujetador) con situaciones emocionales relacionadas con el apetito sexual). Sería largo el rosario de testimonios...

 

¡Claro! Al artista le conviene esa exaltación mística; les aúpa en su condición de ídolos, ganando en cotización (incremento de publicidad) e inflando su veleidad (que vanidad sólo la padecen los genios). Así fue con Elvis, los Beatles, jugadores de fútbol, llegando ese fenómeno al pico máximo de idiotización multitudinaria con el torero Jesulín de Ubrique (que más bien debería llamarse Jesulín de Upite, por su constante alarde de culiador, al igual que Julio Iglesias).

 

Y nadie les ha prohibido pensar o jugar al ajedrez... ¿Vos conoces a alguna campeona de este deporte?

 

¿Dónde es plaga la anorexia? Entre mujeres, claro. ¡Sólo una hembra puede llevar a cabo un chantaje anunciado en un vestido con gotas de semen (de Bill Clinton)! Y de siete personas estreñidas, cinco son mujeres. Poseen una especial atracción hacia los seductores criminales, no les importa nada, son irracionales de alto riesgo. Prueba evidente de lo que les digo es que en algunas cárceles estadounidenses psicópatas, autores de espeluznantes crímenes en serie, reciben al año 500 cartas de mujeres.

 

Como ven, no estoy en "contra" de la mujer. Cualquier imbécil tiene que darse cuenta que el hombre siempre menospreció y pisoteó a la mujer, que recién ahora está ganando su espacio social y económico, a fuerza de sacrificios y estoicismo, más la lógica astucia, mucho más retorcida y compleja en la mujer para poder sobrevivir en un mundo creado por y para el hombre, con la tremenda injusticia histórica que eso comporta. Astucia que utiliza como un instrumento de protección o un mecanismo de defensa. Prueba para reafirmarme de que las mujeres esconden cosas y el hombre va de frente la dan las características de los órganos sexuales secundarios (las “partes”): el hombre tiene el miembro viril colgando y expuesto; la mujer posee el miembro femenil escondido. De ahí que cada mujer puede ser una caja de sorpresa. Pierde la virginidad cuando quiere; el hombre, cuando puede. Por la misma razón, en el fútbol, el jugador que expone la pelota, la pierde, y el que la esconde, puede romper cualquier defensa.

 

Socialmente las mujeres siempre han estado a la defensiva. ¿Cuál es su carta favorita? El sexo, la conquista y la seducción. En eso es estúpido el hombre que se dice "conquistador": son las mujeres las que te abren todas las puertas, y te cierran con doble llave cuando se les antoja (y para siempre). Y me atrevo a pensar que es falso el tópico ése de que existen hombres "mujeriegos". Lo que sí hay son mujeres "macheriegas"; ellas abordan, invaden, doblegan, señalan territorios y tipos de sentimiento cómo y cuándo quieren. Si una mina no te llama, es porque está permanentemente pensando en uno. Al hombre, como al toro de lidia, lo ves venir, sabes a qué viene. Debe uno prepararse en tiempo y distancia para la "corrida". En cambio, la mujer no se sabe cuándo te puede meter los "cuernos", por más que la adornes a golpes de chequera y le reces a la Virgen de la Macarena. Nadie se liga a una mujer, ellas preparan el terreno para que uno las ligue. Somos monos con ropajes diferentes: los hombres, bárbaros y cavernícolas; las hembras: histéricas y sibilinas.

 

Pero cada uno en lo suyo. El que canta en el gallinero es el macho y la gallina pone los huevos de la misma manera que no las acepto como jugadoras de fútbol (por razones médicas), tampoco imagino a un hombre embarazado, vomitando y tejiendo como Penélope. Esto viene del fondo de la historia. Schopenhauer dijo que la mujer es un hermoso animal de cabellos largos e ideas cortas, lo que equivale a decir que la mujer es una cosa que llega hasta los hombros. Otro americano, Sandy Sadler, también filósofo, opinó que cuando la mujer quiso parecerse al hombre terminó siendo su secretaria. Para Valle Inclán, la bondad de las féminas aún es más efímera que su belleza.

 

Pero ¡ojo! En la cama la mujer puede ser sujeto activo (cuando siente de verdad) y pasivo también: puede fingir que "siente" el ¡ay! del goce entregada a un orgasmo de antología, mirando el techo y pensando en si mañana usará el vestido nuevo. Mientras la cabalgan duramente, en un “brioso con tutti”, en medio de un Himno de la Alegría, ella exagera la contorsión y acelera la carrera, como desbocada; así acabará más rápido el suplicio, ya que él se excitará más, creyendo que a su mujer una emoción ciega de indescriptible pasión la ha mordido por dentro. Y hasta la más frígida puede fingir que está atornillando la hierba de placer. Luego del espasmo, ya el techo tiene color de paz, de reposo, y se pueden cerrar los ojos sin treta, simplemente para dormir. Al hombre, le delata la impotencia: no se pueden falsificar erecciones. El interiorismo de una mujer es comparable a un bar de gasolinera: está abierto las 24 horas. Es el despotismo de la coñocracia en faenas interpretativamente gozadas con infinitas gamas de interjecciones entrecortadas: “Así, así, así, papito”, “Esperá un ratito, que acabamos juntos”, “Tomá, tomá, tomátelo todo, mi amor”… Esto en medio de contracciones con temblequeo de los deditos de los pies. El clásico “polvo hablado” que le llaman, que es penoso en el recuerdo. Contradictoriamente, es en el polvo cuando más se tendría que hablar en el sentido racional del diálogo; pero hete aquí que luego del goteo correspondiente se inicia la carrera hacia el mutismo absoluto: no se habla, sólo fuman y se visten.

 

La mayoría de los argentinos saben que Santiago del Estero es la tierra de las pocas lluvias, de los muchos bombos y las muchas eses. Un día, estando encamado con una santiagueña, en vez del “¡Ay!” de costumbre, me largó en el momento culminante una andanada de “¡Ays, ays, ays, ays, ays, ays…!". Y otro día me tocó una mina muy peronista; ¿y qué le siento exclamar en el momento ese del cosquilleo indescriptible que parece un asalto de hormigas en los puntos más sensibles?: “¡Viva Perón! ¡Ay! ¡Viva Perón! ¡Divino, divino, qué feliz que me haces! ¡Viva Perón!”. A la mañana siguiente le pregunté si se había acostado con Perón o

conmigo. Se excusó diciéndome que era una apasionada partidaria del justicialismo. Fue el primer caso de orgasmo ficción llevado a la ideología.

 

Siempre lo pensé y ahora sale en las estadísticas: el noventa por ciento de las minas fingen los orgasmos. Por eso me apena la situación de los casados, ¡pobres tipos!, si supieran. ¿Cuál es la solución? Culiarlas de vez en cuando, para evitarles la simulación. Y si les llega a dar el gustito, también de vez en cuando, porque se pueden malacostumbrar e incluso pervertir. Y si un día no se te para por el estrés o por bajas de defensa ya está cebada con la pija y te exigirá cada vez más. Lo mismo va para las amantes, no hay que culiarlas muy seguido; que no conozca el disco duro de tus sentimientos, pues se meten en él y se acabó tu matrimonio.

 

La mujer tiene mucho en similitud con los gatos: como éstos, saben cuándo tienen el momento justo para mear, llorar, o vengarse de alguien, hasta parecerse a la gata Flora (si se la ponen grita, si se la sacan llora). Que bien asesoró su madre a la Pantoja: “Hija, todo lo que no puedas mear, lo has de llorar”. Según una experta gatóloga, Ágatha de Félix, es costumbre de las mujeres como de los gatos no venir cuando se les llama y venir cuando no se les llama. Sólo tienen un sinceramiento del llanto al nacer o morir un hijo, aunque pueden estar en trance lacrimoso veraz por la fuerza desmesurada de una evacuación estreñida. Y tienen más lamento que un cante jondo.

 

Hay quien llora al pedo, como el Fito Paez, que en una revista señaló: “el otro día estábamos con Cecilia en Nueva York y, en el Metropolitan, de golpe nos encontramos con un pequeño retrato hecho por Vang Gogh. Nos quedamos paralizados y empezamos a llorar los dos”. ¿Se imaginan un negro rosarino quererle vender un buzón a uno cordobés como yo, que aprendió a llorar con los tangos? Porque que yo sepa, con el rock no aprenden a llorar, a no ser que estén con el síndrome de abstinencia de la cocaína, que lloran, se retuercen, se mean, se convulsionan, se desmayan y se cagan a la vez.

 

Según Jacinto Benavente, la mujer “Es un animal de lujo en las clases altas, de cría en la clase media, y de carga en la clase baja”.

 

Reconozco que tienen derecho a revanchas las mujeres, pues son muchos los años de prepotencia y subestimación por parte de los hombres. Hasta tal punto que algunas, cuando abandonan al amante, piensan en el "sacrificio" que hacen por el marido. Pero visto el asunto con benevolencia, y digan lo que digan los veterinarios, el mejor animal de compañía sigue siendo el marido. Teatro, casamientos, etc. Salvo el caso de las esposas de los presidentes de países, en donde se invierte la cosa, y ellas pasan a serlo ejerciendo de cónyuges de lujo; pero sin trascendencia ninguna, salvo para las fotos (en Argentina, se les llama Primera Dama).

 

Se dan excepciones, como el marido de la Thatcher, que era un animal de compañía notorio, pues su mujer, la "Dama de Hierro", tenía bajo la casta braga de anciana dos huevos camuflados, para sacarlos cuando convenga; sobre todo, cuando les quieran tocar las anexiones territoriales logradas por el pirataje en casi todos los mares del mundo, que eran los "mares de su majestad". Otra excepción: Eva Perón, que fue una de las más extraordinarias mujeres de la historia de la humanidad. Ella, siendo bastarda con escasa instrucción, logró todo, con belleza, astucia, amor, sacrificio y talento.

 

Hay que comprender a la mujer. Pero no ser pusilánime. Como la mayoría de los separados, que les lloran y les ruegan invocando “el futuro de los hijos”, “porqué no nos perdonamos?”, “cambiaré ya verás...”. A hombres así, la mujer los repudia rabiosamente y tiene razón. Solo un pusilánime es capaz de seguir queriendo a su ex, quien lo ve sólo para exigirle la mísera cuota de compensación económica, luego de haberle abandonado.

 

Es tanto el agobio de muchas casadas que una vez finalizadas las tareas de todos los días que por las tardecitas es toda una fiesta ir a buscar a los hijos (que ahora los buscan aunque tengan quince años) y "darse una vuelta", para luego saborear un café en alguna galería comercial con amigas. Eso las rejuvenece, pues a los pendejos les encantan las casadas medio entraditas en años (esa edad en que son maduritas como un durazno lleno de miel a punto de romper la piel y caerse de la rama), y les sacan radiografías con

mironeos lascivos. A ellas les encanta, y tienen que aprovechar esa joven madurez de melocotón antes de podrirse, pues el tiempo se lleva la mejor pintura. Según un poeta nubio “El leopardo muere con sus colores”. El elefante vive más años tal vez porque aprendió a morir con sus propias arrugas. Tampoco les vendría mal por una noche tener un "pollito" de esos al lado, en lugar del marido... si nadie se enterara, pero... solo les queda el consuelo del transcendentalismo mímico, revoleando los globos oculares y revolviéndose el pelo hacia un lateral, como las animadoras de tv, para mirar “mironeando” por si la miran y saber si aún despiertan atracción. Y tener decisión, si la mano viene favorable, que más provechoso que quedarse a vestir santos es desnudar pendejos.

 

A parte de esos escrutadores de reciente acné, pueden encontrarse (cosa frecuente) con una profesora de su colegio que las realzará aún más en su "juventud": "¡Qué alegría de verrrrrrte! ¡Qué divina estás! ¿Esto son tus chicos? ¡Ay, qué mamá joven que tienen!". Y aquí viene la socarronería emocional del odio soterrado y pintoresco que se vierte con alegría rimbombante: "¡Los años no pasan para vos!". En realidad, piensan: "No, ¡qué va! ¡Se te echaron todos encima!". Pero son mentiras piadosas que ayudan a optimizar la vida, lo dicen de buenas, y obran como soplo fresco de un ayer, aunque lisonjero y adulón, que hace también a la buena educación. Y la que es objeto de las mentiras clama por ellas, las está esperando: para eso se pasó toda una mañana entre mascarillas y rayos U.V.A. O luego comentar con las amigas, así como al pasar: "Mirá, ahí viene la Tota. Pobre, la veo muy desmejorada. ¡Era de linda! Pero hizo bien. Es una chica liberada... Vivió su vida, sin rendirle cuentas a nadie. Tuvo las aventuras que se le antojaron con muchos hombres (esto quiere decir que ha culiado con muchos hombres). Pero, fíjate ¡qué pena! La veo muy mal (eso de ver mal a alguien que ha tenido fracasos reconforta a mucha gente). Te lo cuento, entre nosotras, pero que esto no salga de acá”.

 

Con las mujeres sólo los políticos profesionales pueden competir a su mismo nivel. Saben un montón de artilugios, tretas y subterfugios, al menos para hechizar o alejar, cautivar o defraudar. Pero son peores ellos, pues lo hacen a costa del hambre de los necesitados. Las mujeres a veces te hacen creer lo del amor, porque nosotros tenemos la culpa: buscamos ese juego, y si podemos les "madrugamos" en eso de engatusar y largarnos; "meto y me voy", profundizando un poco más al jugador Luís Pentrelli, autor de aquella famosa frase "toco y me voy". Lo que pasa es que ellas son infinitamente superiores en el duelo de las suspicacias. A mí, por ejemplo, el diablillo que conté, ése del baile, me dijo en una ocasión: "La mejor manera de seducir a una mujer es hacerse el seducido por ellas. No hacerse el "pícaro", pues ellas tienen una picardía más fuerte que la del demonio".

 

Semejante ser especulativo como es la mujer (y pueden ver anteriormente con abundantes ejemplos que les he puesto), ¿cómo se las puede asociar con el Romanticismo?

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