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Historias de altos vuelos, ilusión y angustia

En eso viene la azafata que me atendió en primer momento y le dice al médico: "Doctor vengo de la cabina de vuelo y manda a decir el comandante que si usted considera necesario podemos desviar el avión a las islas de Cabo Verde y hacer un aterrizaje de emergencia

PARA LEER EN PANTUFLAS 07/03/2021 Jos+e Ademan RODRÍGUEZ
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ademan POO JOSÉ ADEMAN RODRÍGUEZ

Hace treinta años atrás o más, viajar en avión a Argentina, provocaba unas situaciones de intensa euforia, que con el correr del tiempo se va vulgarizando, como un hecho frecuente más.

Muchos días antes mi alma daba brincos de sólo imaginarse en el Jumbo: “Señoras y señores pasajeros, Aerolíneas Argentinas les anuncia la partida del vuelo 240 con destino final Ciudad de Buenos Aires”, con la mejor voz metálica de milico aporteñado, que en nuestro país hasta los de emisoras de radio del interior tienen ese deje metálico. La botellita de vino de todos los años (Trapiche, Rodas o Martínez Lacuesta), que es como un jugo astral para la ocasión… “Rogamos a los señores pasajeros no desabrocharse los cinturones de seguridad hasta tanto la máquina no haya detenido totalmente sus motores; Ladies and Gentlemen…” 
 
 


El Jumbo vuela a mil kilómetros por hora... como un bólido encargado de pulverizar las estaciones o encadenarlas, desconcertando a los relojes. Allá tendrá cinco horas más de vida. Él, a grandes zancadillas imaginativas, ya había llegado mucho antes a su tierra (cultura peperino-caprina aderezada de cuartetos y chistes de gallegos). 


No interesa tampoco la clase de gesticulación preventiva para catástrofes de la azafata, que sólo sirve para meter miedo ya que te hace pensar en el accidente y en por qué, si la caja negra es indestructible, no construyen todo el avión de ese material. Hay que prestarle dentro de todo atención por respeto, pues tienen mucha relación con el cielo y velan por ti dándote el penúltimo whisky cuando todos se apolillan. 


Los que han sobrevivido a los accidentes ha sido de pedo; no se sabe de ningún fiambre con el chaleco salvavidas puesto: ¡un vaivén de la mesita en zona de turbulencias y abajo! Como recompensa los entendedores de la muerte han dicho que el alma flota cuando que la psique y el soma se dividen, buen recurso entonces el del chaleco para el alma. ¿Para qué ser pretencioso? ¡Si a todos los que viajamos en clase turista los pilotos nos llaman el ganado! Antes de entrar a la nave, preguntan: “¿Ya está ubicado el ganado?”. Alguna razón tienen: el avión, hoy en día, es un postrero transporte clasemediero. Y no protestes si se producen cambios en el embarque, o colas, si el morfi plastificado del cathering está frío,  creo que a las únicas personas que les debe gustar la comida de los aviones de la clase turística es a los norteamericanos, porque no saben comer. Si los asientitos son estrechos como hornacinas y tienes que apoyar tu antebrazo en los huevos porque el apoya-brazos lo ocupó el gordo del lado, que tiene ganas de ir a mear a cada rato y encima te obliga a levantarte porque está en el asiento del medio... 


Y si vos estás cagando con las nalgas apretadas y una turbulencia te manda contra el espejo, ¡doble cagazo!, porque no tenés colocado el cinturón. Además, lo que se inventaron de última: el síndrome de la embolia, que más bien es un embole total. A mí, en dos o tres vuelos, me dio irritación perianal (siempre pasan estas cosas por estrés), según me diagnosticó el Doctor Eujanián de Córdoba, no sin antes meterme bien el dedo en el culo, tacto prostático incluido. No se imaginan en el apuro que me vi; posición mahometana, el guante que hace plash!, el dedo índice, que es el dedo de los jueces, presto para la incursión, sin concesiones y ¡adentro mi alma!. Y pensaba en ese instante, (que se me escapo un pedo) que los proctólogos tendrían que ser más románticos, aparte de tener más tacto. Haberme dado un besito antes o algo así. Sigo con lo del avión:


 
 
 ¿Y la humillante mirada de los de primera clase? Cuando entras te hacen sentir que perteneces a una subclase, y uno pasa rápido, disimulando que no te interesa para autoconvencerse de que no hay diferencias, no sin antes hacer un revoleo de ojos, con mirar disimulado. Hay algo que te compensa: serán los primeros en alcanzar el Reino del Señor si el avión se viene a pique... Pero, todo sea dicho, no está tan mal. 


Visto de lejos, para los parientes que te esperan, es un hermoso pájaro de acero, mítico y reluciente, que te retorna de las Europas al Dorado.
 
 


Para los que te rodean, llegas a un tope donde cansas porqué todos están trabajando y ya sabemos que las visitas son como el pescado, más de cuatro días huele mal; pero siempre se vuelve a la hora señalada.


“¡Uf! ¡Tengo que confirmar el vuelo y hacer la maleta! No sé que alfajores llevar, si Chamás o La Cumbre. De Mar del Plata, no, no: son muy dulces. ¿O chocolate en rama Bonafide? No, todo eso se caga; mejor algo que perdure... ¿Un mapa de la Argentina grabado en cuero? Les hará olor. ¿Un par de boleadoras? Muy pesadas. Lo más indicado, un mate, listo. De plata no, que es muy caro; para usar, de porongo sólo, livianito y barato... ¿Dónde ubico los CD y los libros que compré? ¡Cómo pesan, la puta que los parió! Es como transportar cultura en forma de ladrillos. Total, ¿para qué?… Para construir volátiles estructuras de ideas, porque no hay tiempo para leer. Todavía tengo libros de treinta años atrás sin abrir cubriéndose de polvo en los estantes”. 


En el vuelo de vuelta me pasa siempre lo mismo: lloro en el avión aproximadamente unos cuarenta y cinco minutos por un algo indefinido, y unos ocho por cada uno de mis matrimonios fracasados; el resto, once horas más, por las que me han prometido amor y no cumplen. Y lloro y lloro por todos los llantos de la hinchada de Talleres del año ’77 cuando perdieron la final contra Independiente. Y lloro también porque me sentía como Boabdil al abandonar Granada; y al igual que el, "lloraba como mujer lo que no supe defender como hombre". O lloro quizás porque mi mamá se llamaba Magdalena. O por hacer drama, de gusto nomás, como buen argentino... sólo un país que hace del drama un arte puede fabricar un monumento de actriz como Norma Aleandro. Y fíjense que es reconfortante llorar, no me da vergüenza; ¿Y cómo no te vas a poner a llorar si te acordás de tu barrio?; por eso me dan bronca los inmutables tipos que se autocalifican de “ciudadanos del mundo” y no les conmueven esas cosas, ¡pelotudos, intelectualoides de mierda!


Hace unos días, hablando con mi amigo Rubén, me comentó su experiencia en uno de sus vuelos a Buenos Aires. Fue tan especial, que me gustaría compartirla con ustedes:
 


 
Buenos aires abril del ... aeropuerto de Ezeiza... terminal A, hora 12 am


poco a poco voy repasando los recuerdos de mis últimos momentos en argentina (mi país natal), posiblemente este ha sido  mi ultimo viaje... y como dijo Bruno Traven: lo q mas pesa es la patria chica,,, lo demás poco me importa, más bien nada.


No es norma en la gente tanto desapego a la otra patria, la grande, la nación... pero he de decir q hace 40 años q vivo en España y por el solo hecho de de esa ausencia con el correr de los años he ido adquiriendo otras costumbres y doy fe q hasta el mismísimo tiempo se encarga de ir borrando los lazos de afectividad... que no los recuerdos...


El avión que me llevara a Madrid ya esta en la manga de embarque, es un airbus 340. Y aún me cuesta comprender como esas bestias de acero tan pesadas se mantienen a flote en el aire sin apoyarse en nada... en fin, llego la hora de despedirme de mis sobrinos que tan maravillosamente me recibieron y atendieron durante mi estadía y ahí si uno afloja mi sobrina es la única prolongación que queda de mi hermana ya fallecida hace un par de años... despedida tristona de mi parte ya q no se si volveremos a vernos. 

Llego la hora del embarque... adiós sobrina, adiós argentina... 
El gran pájaro encara la pista y al llegar a su posición de despegue, empiezan a  rugir los motores a toda potencia. Se lanza a la carrera como un caballo desbocado y remonta el vuelo como un barrilete de papel y caña en un vendaval desatado solo para esa ocasión... A medida q el avión va escalando una escalera invisible voy viendo desaparecer un bs as cada ver mas pequeño y me creo que soy yo el que desaparece de la faz de la tierra... ya estamos a 10.000 metros de altura... el comandante dice por los altavoces que despegamos con 352 tn de peso y llegaremos a Madrid con 342 tn... 

Lo primero que me viene a la cabeza es q pasa con las 100tn de diferencia. Nunca pensé que semejante avión podía engullir tanto kerosene y sobretodo me intrigaba mas aun donde lo esconde. Y bueh... suponía que muchos de los los 300 y pico compañeros de viaje se harían la misma pregunta. 

Por cierto, un pasaje bastante variopinto, algunos turistas europeos, muchos argentinos, muchos niños, berreando, jugando... lo que sea, pero menos en silencio, varios judíos ortodoxos, algunos negros y también había españoles y uruguayos... total, el avión a rebozar...


¿¿Pasta o pollo?? ¿¿pasta o pollo?? van pregonando las azafatas con su supermercado ambulante con ruedas por un pasillo de 50 cm de ancho.. (no me extraña que no se caiga nadie en ese corredor donde si sos un pelin gordo vas aporreando a medio pasaje). Creo que todas estas normas de viajar tan apretados, además de obedecer a intereses económicos es una especie de maltrato legalizado.


Unas cuatro horas después de un vuelo bastante tranquilo y solo de a ratos alterado por el griterío de algún niño... El avión sale del continente, no sé bien a que altura de Brasil y ya empieza a volar por encima del Atlántico...


He de decir que soy una persona que tiene serios problemas respiratorios además de otras patologías asociadas, pero así y todo en el viaje que hice dos meses antes a Argentina, como en este mismo de ida no pasé por ningún episodio de crisis respiratoria... pero en esta ocasión si de pronto empiezo a sentir los problemas que me causan cierta falta de presurización en el avión... Quiero aclarar que los aviones por norma vuelan a unas atmosferas equivalentes a estar a unos dos mil metros de altura y que por lo tanto no había ninguna alteración en la presión del aire... El caso es que la dificultad para respirar era exclusivamente debido a mi estado... En cuánto noto que la cosa va en aumento, llamo a la azafata y le pregunto si hay una posibilidad de que me den un par de bocanadas de oxigeno explicándole mi situación... ¿¿para qué?? si hubiese sabido todo lo que iba a sobrevenir... 

La primera reacción fue mandarme un auxiliar de vuelo bastante especializado en primeros auxilios que me indaga acerca de los síntomas y tal y cual. De pronto me dice: "Señor, acompáñeme a otro asiento más cómodo". Me sientan en la parte del avión destinada al embarque donde hay una especie de rellano y  también unos asientos destinados al personal de vuelo. Una vez me acomodo este señor por los altavoces pide al pasaje que si hay un médico a bordo se dirija a esa zona del avión que se le necesita... ¿¿¡¡para qué!!??... Aparecen tres tipos a la vez, un oncólogo, un cardiovascular y otro gordo que no alcancé a oír cual era su especialidad. Total, que entre ellos deciden quién me va asistir... Será el cardiovascular, un tipo de unos cincuenta y pico de años, que por cierto es bastante simpático. A partir de ese momento, a mi me pareció patética la situación que se empieza a crear... 

Medio pasaje mirando cómo vacas curiosas qué era lo estaba pasando... Yo desde mi asiento mirando todas las cabezas que asoman unas por encima de lo hombros de los más próximos. Mi vergüenza era extrema... me sentía un mono sentadito ahí con todo el mundo mirándome... 

Bue, el médico pregunta va pregunta viene... El hombre sin medios tampoco podía hacer mucha cosa más que confirmar que el oxígeno aliviaría mi estado... En eso viene la azafata que me atendió en primer momento y le dice al médico: "Doctor vengo de la cabina de vuelo y manda a decir el comandante que si usted considera necesario podemos desviar el avión a las islas de Cabo Verde y hacer un aterrizaje de emergencia para asistir al pasajero!". ¡¡Joder la q se ha liado!!, pensé. Lo miré al tipo y creo que fue suficiente para que me entendiese a la primera. Y pensé para mi: "cómo voy a hacer yo para responsabilizarme de todo este merde???...las islas de Cabo Verde están en África... menuda sopa se van a hacer esos negritos con estos blanquitos!!!!... una locura... desviar un avión del medio del Atlántico por un caso que en ningún momento fue de vida o muerte... creo que ni un grupo terrorista sería capaz de tan bárbara idea... ¡¡¡Además de un pasaje enardecido por semejante decisión, familiares que en España irían a esperar la llegada de su gente sin novedad!!! ¡¡¡que les digan que el avión está en Cabo Verde!!!". 

Luego la pregunta de rigor: ¿¿Quién paga los gastos?? los daños al pasaje por el retraso, el querosene del avión, el daño a la compañía de vuelo por la demora... En fin una sucesión de cosas que yo no podía de ningún modo resolver pero que tampoco podía evitar pensar... 

Lo que yo si llevaba era un pequeño seguro que me había sacado mi hijo para la ocasión y que cubría asistencia sanitaria en Argentina y poca cosa más... Entonces para no agrandar todo este follón que se armó le dije al médico: "Mira, todo esto es un sin sentido... te propongo que digas que de momento no es necesario... probemos con el oxigeno y si noto que me agravo entonces toma la decisión que creas oportuna...". El hombre bastante cauto y consiente me dice que si, entonces al decidir hacerlo de este modo la azafata me hace pasar a la primera clase que venia bastante vacía.  Yo acojonado le digo: "¡¡¡Señorita yo no me puedo pagar un asiento en la primera clase!!!. Y me contestó: "No se preocupe señor, el comandante tiene autoridad en ciertos casos para hacer estas excepciones..." además le pide al medico si me quiere acompañar el resto del viaje para controlarme, pero el tipo le dijo que viajaba con su mujer, y también la suman a primera clase... 

Total, al tipo le salió el viaje casi gratis porque cobro todas las horas seguidas que me asistió además de viajar en primera hasta que aterrizamos en Madrid a la hora prevista.

Esta una de mis pequeñas historias amigos, ¡¡¡hasta otro momento!!!

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