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RETRATO DE UN FARSANTE

El entrenador de fútbol es quizás el personaje más embaucador del mundo del negocio del fútbol profesional

PARA LEER EN PANTUFLAS 28/02/2021 José ADEMAN RODRÍGUEZ
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JOSE ADEMAN

También los llamamos Directores Técnicos, Místers o Coachs, andan trajeados o con sudadera, con championes o mocasines, los hay barbudos, pelados, flacos o gordos, jóvenes chantas o viejos chotos, ex cracks o ex jugadores de cuarta, gritones o callados, líderes de hombres, maniáticos, filósofos, diplomáticos, genios incomprendidos o locos de atar, salvadores o primeros acusados cuando el equipo sube o baja en la tabla, pero estos profesionales de fútbol son unos casos dignos de estudio.

Primero hay que aclarar su título. Decir D.T -como en Argentina- está mal dicho, puesto que no dirige, ni tampoco puede ser técnico ya que no juega! A nivel de los profesionales, tampoco se le puede llamar entrenador, puesto que no entrena a nadie. Eso rol, lo suele hacer su mano derecha, el segundo entrenador, o el preparador físico. Mejor sería llamarlos seleccionadores o alineadores. Los ingleses cuyas palabras para este deporte seguimos usando, dicen ‘’Manager’’ como uno que supervisa. Y no Míster como dicen acá en España, que es una boludez.

QUE EMPIECE EL SHOW

Para ejercer como ‘’entrenador’’ existen unos cuantos requisitos más bien ridículos para luego pagar bien caro, una escuela, y pasar varios niveles. Un negocio dentro del negocio del fútbol. Luego, saldrán con un diploma que les dará paso a un mundo cerrado, turbio y con puertas giratorias hacia la prensa deportiva y los platós televisivos.

¿Qué les enseñaran en estas clases? ¿Tendrán acceso al secreto de las victorias? Veremos luego que no hay ninguna llave mágica en esto del fútbol, dinámica de lo impensado, como lo llamaba Dante Panzeri. ¿La táctica, la pizarra? Ya está todo inventado y en fútbol no se pueden establecer estrategias como en el fútbol americano, en básquet o ajedrez. No hay parones ni tiempos-muertos, se juega en campo grande y con los pies, hay mucha más incertidumbre y cuando rueda el balón y el adversario sale a molestar, se acabó lo escrito en la pizarra.

Un entrenador profesional contó que otro más veterano y experimentado le dio este gran consejo cuando salió recién titulado: ''Usted búsquese a un buen arquero, es el único que puede agarrar la pelota con las manos''. Para decir tontería siempre hay gente que hace cola.

Pero una vez ‘’diplomados’’ ¿tendrán mejores resultados los que fueron cracks como jugadores, en comparación con uno mediocre? La verdad que muy pocos han tenido un gran palmarés y un aura de ‘’científico’’ del juego. Por ejemplo, solo Mario Zagallo y Franz Beckenbauer ganaron el Mundial tanto de jugadores como de seleccionadores. Zagallo con Brasil en 1958, 1962 y 1970. ‘El Kaiser’ ganó el mundial en 1974 y como seleccionador de la Mannschaft en 1990. Como jugador también ganó dos Balónes de Oro, tres Champions, una Intercontinental etc… Recientemente el francés Didier Deschamps se sumó a esta lista ganando el último Mundial. Ya había levantado esa Copa en 1998 como capitán del seleccionado francés en Paris.

Siete son los que han ganado la Champions League como jugador y entrenador: los españoles Miguel Muñoz y Guardiola, los italianos Trapattoni y Carlo Ancelotti, los holandeses Cruyff y Rijkaard… y Zinedine Zidane.

El mago franco-argelino, uno de los entrenadores menos respetado en España, lo reúne todo. Un emblema a la elegancia como jugador. Quizá el más estético de la historia. Ganó y marcó en la final del Mundial ‘98 con Francia, y también marcó uno de los más bellos goles en la final de la Champions con el Real Madrid. Luego como entrenador, solo podemos admirar su tranquilidad, su porte: parado, derecho, con las manos en los

bolsillos y el refulge de ‘’sabiduría en su pelada. Y la sonrisa de chico del potrero en las conferencias de prensa. Volvió a entrar en la historia ganando tres Champions consecutivas al mando del Real Madrid.

Quizás el famoso secreto de las ‘’Escuelas de entrenadores’’ es que tienen una réplica o una estatua del Zizou (como el David el Miguel Ángel) y se lo hacen tocar y venerar para buscar la suerte o impregnarse de su calidad. Me hace acordar a esa mítica anécdota, cuando, en un partido entre River y Botafogo, Garrincha le estaba volviendo loco a su marcador, Néstor Rossi le dijo más o menos lo siguiente a su compañero:

"¿Ves a ese de ahí?! Es Nilton Santos y es lateral izquierdo, como vos. Andá, acércate a él y tocale las piernas que después vas a mejorar. Andá, que el fútbol de todos los laterales del mundo está en sus piernas".

Zidane no fue precisamente de los que ya eran, como se dice, ‘’entrenadores’’ en el campo, mientras jugaban. Estos que tienen alma de entrenadores. Y demuestra que tampoco hace falta agitarse como un poseso en la banda. ¿De qué sirve gritar, putear, correr, agacharse, saltar, tirar la cazadora? ¿Ayuda al equipo agitar brazos, puño y piernas como fantoches? Pero los periodistas alaban estos rasgos. Así se demuestra ser un buen entrenador.

Y ¿qué hace el Cholo Simeone, transitando la raya como un oligofrénico andariego.

¿Tanto sabe Pep Guardiola cuando se acelera como un personaje del cine mudo?

Si son los jugadores los que hacen que todo ocurra. El verdadero líder está sobre el césped, dentro del terreno de juego y no al lado. La gran mentira es hacer creer que el entrenador es la pieza más importante, como un si fuera un director de cine, o un pastor. Hay gente que los ve como un primer ministro porque se les asocia al poder, al estatus. Otro error. No es más que un sirviente. Igual que un ministro en realidad solo debería ser nuestro sirviente durante cierto tiempo definido. La primera cosa que debería decir el D.T es dar las gracias a los jugadores por permitirle estar ahí, cobrando buen dinero y disfrutando de ver el espectáculo ahí no más. Bueno, la verdad es que lo vería mucho mejor si estuviera en la platea y no a ras del suelo o peor, debajo de tierra como antes en España. Pero no es cuestión de pasarse, como Luis Enrique cuando monta su ridículo andamio para ver los entrenamientos y, desde arriba, parar el juego con un silbatazo seguido de una serie de ademanes y gritos ininteligibles.

Se acerca a la categoría de los llamados entrenadores ‘’a la antigua’’, de los que la van de profe duro, que echan broncas pensando que tienen o que siguen teniendo autoridad, olvidándose que la autoridad hay que ganársela. Enzo Bearzot, el alemán Magath que hacía correr a sus jugadores en el bosque con un tipo subido a la espalda, el cara-ladrillo de Louis Van Gaal con su libreta,

ESTOS MATONES VESTIDOS DE TRAJE

Muy comunes y muy apreciados por la hinchada y buscados por los presidentes, son estos entrenadores ‘’machos Alfas’’, con carisma, con huevos. De ésos, el representante sería Mourinho, experto en combate verbal, en crear discordia y un clima hostil… y en colocar dedo en el globo ocular del entrenador rival. O el vasco Clemente, autor intelectual de la patada homicida de Goicoetxea hacia Maradona.

Antes de aquellos, tuvimos a Bilardo, único facultativo del mundo que renegó del Juramento Hipocrático pues recreó la Ley del Talión pero a niveles anatómicos más bajos (en vez del “ojo por ojo, diente por diente” introdujo lo de “tibia por tibia, peroné por peroné”) cuando “dirigió como técnico” al Sevilla, vomitó ante las cámaras de televisión lo siguiente -a raíz de que un jugador del equipo rival se encontraba en el suelo y el aguatero del equipo andaluz le ofreció agua- :

“A ése no le den ni agua, al rival hay que pisarlo”.

Al contrario, también están los entrenadores chupaculos u ‘’oléculos’’ que le dicen sí a todo al presidente y quieren hacerse amiguete de los cracks. Siempre acaban mal.

Hoy en día, con tanta locura, tanta realidad virtual, poco aguante, donde los padres-hombres-educadores, quizás el entrenador psicólogo sea útil, en vez de traer a uno. Porque desde años cuando se ficha un entrenador, en realidad se ficha a una banda de amigos. El plantel ‘’técnico’’ se alarga. El coach viene con su adjunto o segundo entrenador (¿por si se lesiona?!), su preparador físico, su entrenador de porteros, su especialista en analizar datos y videos, su médico, su fisio, etc.., y muchas veces un psicólogo. Pues saldría más barato fichar directamente a un psicólogo como D.T. por más que sea un poco conocedor del juego que llamamos fútbol. Todos quienes no juegan, no pueden saber de fútbol. Bueno, eso en el caso que se pueda probar que alguien realmente pueda ‘’saber’’ de fútbol.

Si alguien de verdad supiera de fútbol, acertaría cada semana a la quiniela -el prode.

Nadie es capaz de predecir lo que va a pasar en un partido de futbol entre veintidós participantes y un árbitro. Hay demasiada incógnita, espontaneidad. Todo depende de los jugadores, del azar y de los imprevistos.

El jugador se hace jugando y ningún pseudo-sabio o maestro le va a enseñar nada. No se trata de una ciencia.

Solo se puede enseñar, valores como el altruismo... los que han jugados solo pueden dar orientaciones, nada más, porque el fútbol cambia a cada rato, no hay situaciones iguales.

La técnica se enseña, se aprende, pero el juego no se puede enseñar, sino aparecerían un montón de nuevos Pelés, Maradonas, Cruyffs o Zidanes. Se puede mejorar, adquirir madurez, velocidad, fuerza, o al revés, adquirir cabeza por falta de velocidad de piernas. ¡No hay escuelas para aprender fútbol! Es un cuento, como cuando hablan de la cantera del Madrid, de la Masía de Barça… Rastrean a todo el país y seleccionan a los chicos más hábiles y/o les pagan a los padres.

Dicen que Bielsa se tomó un año para recorrer toda Argentina, dividió el país en setenta zonas futbolísticas y anotó todo lo que vio en su libreta. Parece un cuento del Negro Fontanarrosa.

Me acuerdo que cuando Néstor Rossi le quiso agradecer a Peucelle haber sido su maestro y haberle dado muchas indicaciones, éste le contestó casi enojado:

''Eso es mentira. ¡Las únicas indicaciones del fútbol las da el juego mientras se esta jugando!''

Para indicaciones estaba el Pucho Arraigada que una vez le dijo a uno de esos jugadores de escasos recursos técnicos: ‘’Cuando esté en contacto con la pelota, no intente jugarla, tirela bien alto, cosa que cuando ésta caiga, los que saben jugar ya sabrán qué hacer con ella’’.

Lo único que puede hacer el ‘’entrenador’’ es hacer cambios en el equipo metiendo o quitando jugadores, observar, para elegir e intentar acoplar fulanito con menganito, o cambiándoles de posición.

Durante el Mundial 1958 fueron los jugadores quienes le dijeron al gordo Feola -conocido por sus ronquidos, productos de la pesada digestión en el banquillo- de ponerlos a los pibes Pelé y Garrincha. Gracias a ese ‘’detalle’’ salieron campeones.

Los vivos aprenden solos, a base de jugar, metidos en el meollo, compartiendo momentos en el juego, agregando gestos y amagues a su juego. Y los buenos, si se juntan en el mediocampo, si ellos se entienden en el terreno y se coordinan, ganarían partidos hasta con ‘La Mole’ Moli de entrenador.

A lo sumo un D.T los puede agrandar, inyectar moral, confianza, como un padre o un hermano mayor.

ELEGIR MEJOR ES ELEGIR LOS MEJORES JUGADORES

Lo que tienen que hacer es elegir. Y tienen la suerte de poder hacer cambios en caso de haber elegido como el culo. O saber elegir el sitio donde menos molesten los jugadores más limitados.

Si hay tanto cambios, hoy en día, es en parte porque no hay jugadores fuertes futbolisticamente. Se cambia al que no juega bien. El crack juega todos los minutos de todos los partidos. Siempre fue así.

El cambio es para el torpe que solo sabe luchar, o intentar molestar al que sabe. Cuando se cansa de correr al pedo, lo cambian para otro fresco. ¿Se imaginan esto en el boxeo?? Sería como la lucha libre -el catch, o sea una actuación circense. En el fútbol, el que juega y disfruta no se cansa.

Luis Aragonés tenía su carácter y su estilo; Vestía con la sudadera de su club o de la selección y largaba verdades. A todos los jugadores les hablaba de Usted. Le gustaba repetir que lo importante, es juntar a los mejores en el campo. Cuando fue nombrado seleccionador de España, dijo que había mirado el abanico de jugadores disponible y que iba a seleccionar a los mejores, que eran los chiquitos y que ellos iban a ganar la Eurocopa. Xavi recuerda que le dijo: ‘’Aquí, es usted quién dirige, y ¡que me vengan a criticar!’’.

Me trae a la memoria lo de Renato Cesarini, que dijo en la década de los 60, que los pequeños no podían jugar al fútbol. ¡Qué barbaridad! Si la mayoría de los grandes jugadores fueron bajitos: Loustau, Pando, Pelé, Maradona, Messi, Xavi, Iniesta, Giresse…

Momentazos en ruedas de prensa.

Los buenos entrenadores son los que son capaces de darles titulares a los periodistas deportivos, para su negocio de vender diarios o recibir clics en la versión digital de la prensa.

Y me acuerdo de la frase que les dijo Cantona en una rueda de prensa: ‘’Cuando las gaviotas siguen al barco pesquero, es porque esperan que se tiren sardinas al mar.’’ La clavó el franchute.

¿Se acuerdan de la rueda de prensa del loco Trapattoni, en un alemán aproximativo, cuando era D.T del Bayern Múnich? Un gran momento televisivo de enfado y algarabía. Vayan a buscarla en internet. También les recomiendo volver a ver las de Bielsa con sus traductores. De película.

Dos grandes mentiras que sirven de excusa y que se escuchan a menudo: ''Hay tiempo para trabajar esto. Hay que seguir trabajando.'' (luego de una derrota) y ''No tenemos tiempo. Es lo que hay'' (antes del partido).

Ahora, es de moda presentar un partido de fútbol como un duelo entre dos entrenadores. Como un cartel de Boxeo. Hay que vender el nuevo espectáculo televisado. Guardiola vs. Mourihno, Simeone vs. Klopp. O cómo Koeman perdió contra Pochettino.

El que sí ‘’perdió’’ mucho fue Héctor Cúper. Se convirtió en especialista de perder finales: 1998 final de la copa del Rey contra el Barcelona; 1999 final de la Recopa de Europa contra la Lazio; 2000 final de la Champions contra el Real Madrid; 2001 final de la Champions esta vez contra el Bayern. Un perdedor en serie. Bueno, da pena decirlo, pero los datos son esos.

¿Y qué decir de Argentina, no habrá alguna persona sensata para el seleccionado nacional?

Juan Carlos Lorenzo dos veces seleccionador, hacía correr a jugadores detrás de gallinas. En Chile 1962, en la derrota contra Inglaterra, lo puso al polaco Cap, el más lento de los centrocampistas argentinos, a marcar a Bobby Charlton, el más veloz de los ingleses.

Repitieron con él para el Mundial 1966 en Inglaterra. Esta vez, ante la incapacidad, desataron la violencia. Lorenzo y el jugador Ferreiro insultaron al juez como vulgares matones -y el suplente Pastoriza intentó agredirlo. Ratín, expulsado, se resistió a salir más de cinco largos minutos y le hizo a la reína, un gesto obsceno muy usado y popular en Córdoba.

El colmo de los estrafalarios se dio con Menotti y Bilardo. El flaco, amante del buen fútbol y de los habilidosos, ganó el Mundial 78 con la fuerza de Kempes, y Bilardo, cultor del fútbol rudo, áspero, ganó el del 86 con la habilidad de Maradona.

En 1998, Pasarella tenía para armar un buen equipo para el mundial de Francia. Pero antes, quería que Redondo visitará al peluquero. Una obsesión tenía. O como pasarse de protagonista.

En 2002, tuvimos al loco Bielsa, deambulando por el costado pensando en la teoría del vacío o en los enigmas de la agrósfera.

En 2006, un Pékerman que no sabía cómo ordenar el equipo contra unos mediocres alemanes.

Luego vinieron el Coco Basile, Maradona, Batista, el cabezón Sabella, el Tata Martino, Bauza, el pelao Sampaoli, Scaloni… ¡Qué desastre!

En el fútbol es donde se da la mayor concentración de “profetas” o “analistas”, no hay profesional del periodismo o ex-profesionales del fútbol con categoría de monstruos sagrados que no se hayan equivocado como supuestas autoridades conceptuales para valorar el fútbol. Pruebas al canto: “En el Mundial de EUA, Pelé, Cruyff, Di Stefano, etc... coincidían en que Colombia era el gran favorito para ganarlo, fue el primer equipo que dijo adiós en las primeras de cambio. En el de México 86, toda la prensa argentina habló peste del pobrísimo juego de su selección y, que su técnico Bilardo representaba el anti-fútbol. Al término del certamen, Argentina salió campeón del mundo, gracias a Maradona… Y el consecuente ‘’Perdón Bilardo’’.

Es de preguntarse: ¿Para qué mierda sirven las opiniones de tantos papagayos si el fútbol sigue siendo una ciencia oculta? Con la lógica de sólo uno o dos jugadores que marcan la diferencia y un 40 o 50% de azar.

Generalmente nadie se acuerda de quien fueron los D.T de los grandes equipos de la historia y solemos acordarnos de estos cuadros por los cracks que los dirigían de verdad: la máquina de River de Pedernera, el ‘’Ballet Azul’’ de millonarios de Colombia de Di Stefano, El Santos de Pelé y Coutinho, el Madrid otra vez de Di Stefano, el Talleres de la Wanora, el Barça de Messi. Etc…

¿Quién se acuerda del entrenador del Napoli de Maradona? ¿Quién era el seleccionador de Francia del 98 o del 2006 con el recital de Zidane? Nadie se acuerda de los entrenadores y les debe doler en su afán de protagonismo.

Guardiola, en un rasgo de sinceridad (o simulación de humildad), dijo que sin Messi estaría dirigiendo en segunda. Claro, los entrenadores de los grandes equipos tienen más probabilidad de ganar títulos y de saltar a la fama porque tienen mejores jugadores y piden a sus presidentes ficharles dos o tres grandes jugadores.

Lo único que puede y debe hacer el entrenador, se resume en elegir a los mejores, colocarlos e intentar hacer que se entiendan en el campo. O como una madre que cocina para la familia, el D.T debe tener buen ojo, buena nariz, sentimientos y amor para dejar que el juego se haga. A un buen locro nunca le puede faltar ocote. Para hacer una paella lo importante es que el arroz este en su punto. Hay que conocer los puntos claves.

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