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Hubo fiestas y pirotecnia, no hay solidaridad

Es mentira que somos solidarios, es un concepto viejo, arcaico y un falso orgullo de otro tiempo

OPINIÓN 26/12/2020 Carlos ZIMERMAN
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Estamos en pandemia y a las puertas de un rebrote, sin embargo pareciera que el coronavirus es pasado y que el mundo volvió a la normalidad.

 
Es cierto que los gobernantes, desde el Presidente de la Nación para abajo, dejaron de estar a la altura de las circunstancias, pero eso no autoriza a que todos nos convirtamos en auténticos estúpidos sumergidos en un mundo irreal y nos neguemos a ver lo que sucede a nuestro alrededor.

Los tiempos que corren nos permiten saber lo que está pasando sin necesidad que ningún político tenga que dar directivas con solo hacer un click. Es muy fácil saber lo que sucede en cualquier parte del mundo y somos conocedores de lo que se vive en Europa con el rebrote del coronavirus, la nueva cepa, los contagiados y los muertos.

 
Sin embargo en la madrugada del 25 el descontrol fue total, la fiestas clandestinas fueron infinitas y a eso hay que agregarle, como muestra de desobediencia generalizada, los idiotas que hacen caso omiso a la prohibición de venta y uso de pirotecnia sonora.

Ya el solo uso de pirotecnia es un innecesario gasto de casi débiles mentales, si a eso le sumamos los daños que causa cuando es sonora, podemos concluir que clase de primate es quien utiliza esta rara forma de festejar. Ni que hablar de quien la vende.

Los jóvenes seguramente son los principales responsables de está falta de solidaridad, ellos son los organizadores de las fiestas no permitidas y quienes no les importa nada las consecuencias que su accionar puede acarrear hasta en sus mismas familias.

 
Habrá que preguntarse en que nos equivocamos tanto los mayores para llegar a esta situación, a esta falta de solidaridad generalizada y temeraria.

Corresponde al Estado actuar, es imprescindible que se arbitren los mecanismos para revertir esta situación, de lo contrario la batalla estará perdida y eso sería muy grave.

Seguramente la juventud se cansó de las mentiras, los engaños y la corrupción de los políticos, seguramente los malos ejemplos también vienen de la casa, del hogar, de la misma familia y hasta de la escuela. Que nadie quiera sacar los pies del plato: TODOS SOMOS RESPONSABLES.

No estoy en condiciones de decir si esto se puede revertir, pero si de asegurar que somos los grandes culpables, y los más obligados a procurar en forma urgente encontrar nuevas herramientas para que volvamos a principios fundamentales, principios que son pilares de toda sociedad y que sin ellos resulta imposible desarrollarnos como sociedad civilizada.

Por ahora la batalla esta pérdida.

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