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La gente humilde no sabe quien la caga, pero si como es la mierda

"La justicia social, muchachos, es una cosa; la empresa, otra. Donde la mano derecha no debe saber lo que hace la izquierda, y el poder sabe que poder se puede (que no se deba ya es otra historia).”

POLÍTICA - LA COLUMNA DE JOSÉ ADEMAN RODRÍGUEZ 13/12/2020 José Ademan RODRÍGUEZ
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JOSE ADEMANPor José Ademan RODRÍGUEZ

Siempre tuve especial simpatía hacía los zapateros de mi barrio. También me agradaba el olor del taller. Uno de las zapaterías que más me gustaba era el de los hermanos Bressán, frente a la placita de ejercicios, y a cuadra y media de ellos estaba otro colega, Don Samuel Welner, que con el tic e tac e tuc (tiquetaquetuque, decía un tango)[1] hizo estudiar a sus dos hijos. Julio, el mayor, era amigo mío y compañero del bachillerato.

Este tenía el don de la parla, el tono coloquial justo para hablarle a la gente de espectaculares proyectos y las elucubraciones más inverosímiles, a través de una retórica convincente y práctica. Él hacía la perfecta simbiosis marxista-capitalista (términos aparentemente antagónicos), y haciendo piruetas dialécticas, sin jamás elevar el tono de voz, se ganaba su respeto, entre aquella constelación de palurdos, con su rulito de querubín y labio inferior de Sammy Davis Junior. Jamás lo imaginé al Rusito Welner cerrando los ojos al besar, igual que ocurre con Mariano Rajoy: son como personas invulnerables a la emoción de darse.


El Rusito les podía mentalizar sobre la conveniencia de hacer más ricos a los pocos ricos que había en el país, para así con el "sobrante" de sus lucros superlativos podrían repartir dinero-limosna, lo cual sería la gran solución para los sumergidos en la pauperización; y de paso harían una suerte de socialismo travestido, pero socialismo al fin, como propugnan las socialesdemocracias centristas de la aldea global en la actualidad (como verán, el Rusito fue un adelantado en esto del neocapitalismo), y los ciento veintiocho costados de sus variables políticas poliédrico-camaleónicas. Y a los que se iniciaban con los postulados marxistas-leninistas y sus "paraísos" del proletariado de los años sesenta, les adoctrinaba: "La justicia social, muchachos, es una cosa; la empresa, otra. Donde la mano derecha no debe saber lo que hace la izquierda, y el poder sabe que poder se puede (que no se deba ya es otra historia).”

Miren, bajo mi opinión eso de la izquierda o la derecha vale en el juego de la vida para conducir coches y para el fútbol, y el centro para parir hijos o cagar. Aunque también el centro vale para el fútbol; lo inventaron Pedernera, Di Stefano y Kubala. Los de centroizquierda son como mucamos[2] de casa de ricos: ya sabe uno hacia dónde se inclinarán. Pero en política son conceptos mentirosos... No existen... Para mí, claro, quizás por la edad, ninguno de los dos extremos es correcto. Los de la izquierda cuando les ha tocado gobernar lo han hecho como de derechas, ahí fue el caso de IU, por algo les llaman Idiotas Útiles. Es la mezquindad insolidaria que les lleva a las disidencias y fracturas partidarias. Los de derecha han sido al menos más coherentes con su condición, han gobernado siempre como lo que son: entre ellos, entrañables cómplices, excelentes compinches, ejemplarmente solidarios y con mucho dinero, con lo cual se es mucho más solidario. No se sabe de ningún fascista que se haya convertido en marxista. Y la política de centro tampoco sirve, pues es como un chicle flexible que se estira hacia la derecha  y hacia la izquierda.


El Rusito con solapada manipulación argumentaba:
- “¿Ustedes se creen que sin los ingleses hubiésemos tenido una ciudad como Buenos Aires? Fue durante el gobierno conservador del radicalismo, la era de Marcelo T. de Alvear, de cuando tirábamos manteca al techo. Sí, ya sé lo del expolio, la explotación, el coloniaje, todo lo que quieran, pero para tener cosas algún culo tiene que sangrar. Y no serán tan ingenuos para creer que le tocará al de los que poseen el capital. jajajaja Y agradezcan a los piratas, como los llaman ustedes, que inventaron el fútbol para hacer felices o entretener a millones de personas cagadas de hambre.

El crecimiento económico y la creación de riqueza y puestos de trabajo dependen de las empresas privadas. Se equivocan los que creen que la derecha beneficia a los ricos; y si no miren: con los capitales ingleses tuvimos una de las mejores redes ferroviarias del mundo. Y el tren más rápido de pasajeros de Sudamérica: el Cuyano, que hacía los mil kilómetros y pico entre Buenos Aires y Mendoza en 11 horas. Los ingleses siempre se adelantaron a todo, sólo por saber conservar sus símbolos. ¿Qué es la nobleza británica sino un símbolo? Lo que pasa es que hay que tener dirigentes gremiales honestos para que no te toquen el culo. Por eso la historia argentina parece marcada por el pulgar de Nerón y la ley de Murphy. ¡Pero inventamos el dulce de leche!".-

Y seguía machacona e insidiosamente… - “Los ricos nunca vivieron de los ricos, sino a expensas de la fiebre consumista de la clase media, capaz de trabajar veintisiete horas por día para que los poderosos luzcan mansiones y coches de marca y ellos, se saben de memoria la lista de modelos que no tendrán nunca. Pero, fundamentalmente, son los pobres de las mayorías los que les llenan los estadios, les compran Adidas o alpargatas, les comen sus hot-dogs, los pobres de las mayorías que votan a las mayorías que se les antojan a las minorías. La clase media es una farsa, el mundo es de la derecha y los miserables que trabajan para ellos, sin el más mínimo derecho a una existencia digna como ciudadanos.

Es imprescindible que haya pobres para que existan los ricos. ¡Lógico, muchachos! Son el tejido social de soporte del rico y punto de referencia comparativo para que la clase media se sienta realizada. Aunque, ya se sabe, la clase media argentina tiene varios colchones de repuesto para amortiguar la caída, y hacen la película de aparente bienestar que le gustaría hacer a los pobres. ¡Y qué cagazo se llevaron con el corralito!. Se acabó el dulce, a probar lo que tantas veces se alabó, “que los pobres son los más felices, y no tienen estrés y no se cuánto”. ¡A ver que lo prueben!. A ver si les es tan fácil ser pobres!.-


Qué gran razón la del Rusito…
De igual manera opino que sería impensable una sociedad en la que todos fueran genios. Se convertiría en un mamarracho, algo caótico, puesto que los genios son rupturistas, rebeldes, inconformistas, locos. Todo terminaría siendo un quilombo. De ahí viene donde se hace imprescindible el contrapeso de los mediocres y los ineptos. Y si no piensen: ¿quién va a barrer sus porquerías?.


Los ricos saben aquello de que “quien parte y reparte no va a ninguna parte”. Para evitar eso se sacaron de la manga el cuento que llamaron "política de recorte salarial" (¡no te doy ni un mango más!) para mantener puestos de trabajo, que sería, imagínense, algo más o menos así:
“Un gerente reúne a sus trabajadores y les dice: "¡Sorpresa, sorpresa! Buenas noticias... Tengo la solución. Tendrán una rebaja en el salario para que así puedan continuar en la empresa; ya saben, la crisis... Esto es sólo un “recorte”; no hablo de congelar sus salarios, pues esa guita que ustedes se han ganado en buena ley, no se come, sirve para comprar comida para sus familias, y la comida sí se congela.

Por eso nosotros siempre, asumiendo sus problemas, sólo recortamos, no como otras empresas que congelan salarios.”


¡Y encima hay que poner el hombro!, son medidas “realistas” dirigidas a cagar al de menores posibilidades. Así tapan su inclemencia con fomentos de lengua.  Porque la gran duda para este cretinaje de ladinos es la de saber si el pueblo podrá alimentar a los gobernantes en la forma adecuada. E incluso no importa mucho quién esté al frente del gobierno, mientras éstos obedezcan a quien manda (EEUU). Europa les debe demasiado para decirles que no. Cuando ellos decidan dictadura, así será. La democracia existe ahora porque lo quieren los países del club de los patrones internacionales del capitalismo, que poseen la fuerza.


El Rusito me decía:
 - “Por eso, Negrito, convéncete de que el mejor estado es el gripal, porque te puedes quedar en cama seis o siete días, olvidándote de todo... La gente humilde no sabrá nunca concretamente quién la está cagando, pero saben cómo es la mierda. Tienen claro que hay que trabajar para comer dignamente y no comer para poder trabajar. Por eso, no hay que pasarse de rosca con ellos.

Ya están avivados con lo de la “tecnología punta”, que da a las empresas la posibilidad de ser más productivas y rentables a costa del aumento de la desocupación”.
De todo esto han pasado más de 30 años y a día de hoy, a los chicos los mandan a estudiar robótica, que es más o menos lo que decía mi amigo, Samuel Welner.


El Rusito podía cambiar el "verso" argumental en 180º. Como los hábiles vendedores, estaba preparado para vender una mercadería que no existe, sin gastar mucho los zapatos. Y el baile de Sampacho, te lo contaba como si hubiera ocurrido en Acapulco. Y te demostraba que para hacer un buen clericó se puede prescindir de la fruta y el vino; él te lo hace por ordenador, sin moverse de México (donde reside ahora). Fíjense qué vivo el Rusito.


Cierta vez un amigo, en tono rezongón, le soltó: “Otro país tendríamos, si en vez de haber sido colonizados por los españoles nos hubieran tocado los ingleses, como a los norteamericanos”. A lo cual razonó con presteza el Rusito: “¿Y no pensaste que tal vez podríamos haber sido como la India?… pues ahí estuvieron bastante los ingleses. Cuando se fueron, levantaron todo y la redujeron a una gran costra de miseria y atraso que desemboca en el Ganges, un paraíso de pestes.

Además pibe, remató el Rusito, estuvieron siempre en nuestro país. Buenos Aires creció a expensas del contrabando inglés, en detrimento del resto del país; contrabando casi institucionalizado, mafia de piratas que en los primeros años del siglo XVIII lucró con el tráfico ilegal. Así Buenos Aires sobrevivió en el primer siglo de vida gracias a una burla permanente de la ley.

Ellos traían mercaderías lujosas; los porteños pagaban con cuero y sebo. Con diferentes artículos, ahora ocurre igual. Buenos Aires siempre fue un feudo para contrabando de capitales o sucursales foráneas que nunca representan capitales para el país”. ¡Cuánta razón tenía el Rusito! Uno de nuestros poetas más ilustrados, Almafuerte, en un famoso discurso dijo de los británicos: “¡En honor de Inglaterra, la del comercio estupendo, con sus colonias tan poderosas y tan libérrimas, como las más espléndidas naciones…!”.

Así, tan desacertadamente, calificaba a esa caterva de rapaces del saqueo en todos los mares de la Tierra, que eran los mares de Su Majestad. Almafuerte no sabía que les hacía el caldo gordo a las quinientas familias de la oligarquía rural argentina.

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