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LA CARA MÁS SOMBRÍA DEL TANGO

Quizás el tango es el abanico de posibilidades sociologicas más enriquecedoras en cuanto a expresiones costumbristas y culturales de un pueblo. No hay en el mundo, en número y calidad, tantas letras y músicas populares como en Argentina

PARA LEER EN PANTUFLAS 06/12/2020 José Ademan RODRÍGUEZ
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JOSE ADEMAN Por José Ademan RODRÍGUEZ

Quizás el tango es el abanico de posibilidades sociológicas más enriquecedoras en cuanto a expresiones costumbristas y culturales de un pueblo. No hay en el mundo, en  número y calidad, tantas letras y músicas populares como en Argentina.


 
 
Aunque según se mire, algunos tienen razón, el tango a veces empalaga, donde cansan con la falta de luz, dramas lacrimógenos, duelos sangrientos a cuchillo, en fin, os cuento que una noche de invierno en que se me rompió la calefacción de casa y estaba cagado de frío y de tristeza, decidí abrigarme por dentro con la "calidez" de mi música.  


 Porque casi todas las personas hemos deseado ser lo que no somos: yo quería ser cantor de tangos. Escojo el primer cassette que tengo a mano; ahí me encuentro con el primer tango cantado e interpretado por Gardel: Mi noche triste, de Pascual Contursi. A todo esto, son las tres y media de la madrugada y sigo cagado de frío esperando la luz del amanecer. Cuando al final del tango escucho: “Porque su luz no ha querido mi noche triste alumbrar”. Luego viene otro de Contursi, La Cumparsita y como rúbrica también: “Al cotorro abandonado, ya ni el sol de la mañana asoma por la ventana”. Yo sigo helado y me pregunté: ¿Qué trauma habrá tenido Pascual Contursi con el sol y la luz?. Viene otro, Flor de fango: “Tu cuna fue un conventillo alumbrado a kerosene”. Después, Bandoneón arrabalero: “Te acuné en mi pecho frío”. Cambia el surco con otro de Contursi, José María, En esta tarde gris. Me castañetean los dientes y me están contagiando a mi la psicosis del frío. Viene uno de Discépolo, Tormenta, que reza: “No quiero que tu rayo me enceguezca entre el horror, porque preciso luz para seguir”. Pongo entonces uno de Cátulo Castillo, a ver si cambian esto del frío y el cantor Rubén Juárez entona: “Tan alta la ciudad que nos dejó sin sol, que nos tapó la estrella del último farol”. Yo pensé: “¡¡Me están cargando!!”. Otro de Cátulo, La última curda y se queja el polaco Goyeneche: “Pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón”… Y al final de la curda, remata: “Cerrame el ventanal, que quema el sol”. ¡Ni que Drácula les hubiera inspirado tanta fobia al sol! Y os juro que iba a poner uno de la Mona Giménez para entrar en calor, pero me dije: “¿Cómo iba a esta edad a traicionar mi amor por el tango que es parte de mi vida?" Aunque la Mona Giménez no se vista de seda, en Córdoba es Gardel.


 
 
Y recordé que hasta en la vida del Morocho se comenta que había aspectos “oscuros”. Y George Dumesnil afirma: “el país que no tenga leyenda está condenado a morir de frío”. Insisto entonces, por mi amor irrefrenable hacia el “gotán”, con Cátulo Castillo, a pesar que me tiró con cubitos en El último farol y en La última curda. Y salen los acordes de El último café (no hay dos sin tres): “Que tus labios con frío”. Después María: “En la sombra de mi pieza es tu paso el que regresa”… ¡Y llora la calesita de la esquinita sombría! ¡Y yo bastante podrido! Decidí entonces recurrir a Enrique Cadícamo, el de las papusas, las copas de champán y las noches de verbena. “Con éste me salvo”, creí ingenuamente. "¿Qué viene?" Anclao en París: “Contemplo la nieve que cae blandamente”. Sigue otro, Callejera: “Cuando empiece a tallar el invierno de tu vida”. Y para completar, Garua: “Las gotas caen en el charco de mi alma, hasta los huesos calados y helados”. En Copas, amigos y besos, también de Cadícamo, suena quejumbroso: “Ella puso sus flores de anemia en mis sueños de frío y pobreza”. Madame Ivonne: “Tu pena es de nieve”. "¡Y dale! Ya me está entrando una vasoconstricción paroxística y veo estalactitas por el techo". Sigue Nostalgia: “Sola y triste en esta noche, noche negra y sin estrellas”. Y así, entre tanta sombra o escasez de luz, paso a escuchar algo de Homero Expósito, cantado por Goyeneche. “Expósito es más moderno, más actual, con él se hará la luz”, pensé con equivocado optimismo.. Y oigo Tristezas de la calle Corrientes: “Y qué triste palidez tienen tus luces”. Farol: “Tu luz, con el tango en el bolsillo, fue perdiendo luz y brillo”. Naranjo en flor: “Eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado, como  un pájaro sin luz”. Margot: “París era oscura y cantaba su tango feliz". Margot era como una flor entre la nieve. El milagro: “Y anduvimos sin aurora, suicidados”. Trenzas: “Luna en sombras de tu piel”. Maquillaje: “Dice que el cielo ni es cielo ni es azul”. Pedacito de cielo: “Tal vez se enfrió con la brisa tu cálida risa”. ¡Todo ese frío en un solo cassette! Hasta Rubén Juárez, supuestamente renovador, en su tango Mi bandoneón y yo, habla de: “La pena de estar solo en la tarde cruel y fría”… Por último, me la juego con Alberto Morán, el Flaco, que era ardiente y pasional. Canta Medianoche, ése que empieza con las campanadas y se queja de estar: “Encanado en el lecho tan triste, tan frío y tan triste que da el hospital”. Y pienso: "¡No pongo más tangos! Y si se conserva, es porque lo tienen en estado de hibernación". Menos mal que Roberto Firpo escribió El amanecer. Mejor pongo un disco de Joan Manuel Serrat, Hoy puede ser un gran día, porque, os repito, me estaba cagando de frío y de tristeza. 


El frío te cala los huesos, pero protege la vitalidad de los testiculos, que en definitiva sirven para fertilizar y renovar la vida, por eso los médicos recomiendan no usar calzoncillos ajustados. Te recomiendo pensar que El sol del 25 viene asomando en la entonación del zorzal criollo. A todo esto,  mi insomnio se ha transformado en llaga viva, con síntomas de gangrena, en medio de cantos trémulos y lamentos gélidos. ¿Qué va a ser? Es mi cultura musical. Me surge la pregunta: "¿existe una cultura definida de los pueblos?". Y me respondo: "En todos lados es igual: una mentira". En Catalunya, ni sardana, ni habanera (que están en sus “raíces” según parece); las tiran a un costado a la hora de darle a la salsa, al tango o a la tecno. Luego, dicen, lo típico de cada pueblo es cosa grabada a fuego en el alma, a excepción de muchos descastados que se conmueven ficticiamente con Moustaki, cual si tuvieran un pasado francés, que queda fino, con sólo un 10% que entiende el idioma galo.


 

Son las cuatro y media de la madrugada… Miro por la ventana. Está inmóvil el pulso de la calle… Barcelona está limpia de basuras. Una meada sacrílega surca la calle desde un portal de enfrente. De arriba de mi casa disfruto del goteo sublime de un geranio regado y de un gato que se asoma debajo de un auto buscando el cubil de una rata enamorada…
 


 
Así como los tangueros tienen un politraumatismo umbrío-luminiscente de estilo valleinclanesco, como en su Sonata de Primavera, también en la literatura todo lo que se idealiza, lo espiritual, sin ir más lejos el amor, se relaciona equivocadamente con el corazón, cuando todo está en el entendimiento, en el raciocinio. El corazón sólo es una masa muscular cuya función es la de impulsar la sangre a la circulación mayor y menor, actuando como una bomba hidráulica. Claro lectores, decir así como así a un romántico que se trata de una bomba le puede causar consternación, le puede chocar, como seguro le chocó a Sheakespeare, quien ponía en el corazón el punto más álgido de las emociones amorosas de Romeo y Julieta, o la daga de Otelo para callar su corazón pleno de celos. 


Los primero rayos de sol empezaron a tocarme con sus dedos rosados anunciándome que ya empezaba un nuevo día, mientras en el cassette de Joan Manuel Serrat, de golpe sonó la canción de "Mediterraneo". Así que sacudí las estalactitas que me había dejado esta noche fría de tango, chapé mi bolso y decidí ir a dar un paseo por la calida playa que nos ofrece la costa Barcelonesa. 

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