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Trump pide frenar el recuento en un intento desesperado y absurdo

Donald Trump resistió mejor de lo esperado. Pero anoche, después de 24 horas frenéticas, Joe Biden mantenía serias opciones de convertirse en el próximo presidente de EE.UU

INTERNACIONALES 05/11/2020 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Abatidos unos, eufóricos otros pero exhaustos todos, los estadounidenses despertaron ayer a la perturbadora visión de una fractura nacional mucho más profunda de lo que pensaban antes de ir a las urnas, mientras demócratas y republicanos se enzarzaban en una tensa batalla, voto por voto, tribunales mediante, por hacerse con la Casa Blanca.

Donald Trump resistió mejor de lo esperado. Pero anoche, después de 24 horas frenéticas, Joe Biden mantenía serias opciones de convertirse en el próximo presidente de EE.UU. Hacía 120 años que el país no acudían a las urnas con tanto entusiasmo. Votaron unos 160 millones de personas, el 66,9% del electorado, según las primeras estimaciones. Pero su veredicto sobre los vertiginosos cuatro años de presidencia de Trump no fue tan rotundo como unos y otros esperaban.

 
 
 
 
No hubo ni una ola azul (el color de los demócratas) que repudiara el legado del presidente ni una marea roja (el color de los republicanos) que uniera el país bajo su liderazgo. Al borde de un ataque de nervios colectivo, Estados Unidos asistió en cambio a una reedición, una suerte de déjà vu, de las elecciones del 2016, cuando el ganador se decidió por 77.000 papeletas en tres estados, pero esta vez a cámara lenta porque la batalla puede alargarse días o incluso semanas.

Veinticuatro horas después del cierre de las urnas, el último recuento situaba a Biden por delante de Trump en número de votos del colegio electoral. Los candidatos libran en estos momentos su duelo final en el mismo territorio que sentenció las anteriores elecciones: los estados del antiguo cinturón industrial del país. Si entonces un puñado de votos inclinó entonces la balanza a favor del republicano, este año, con una división muy similar, el favorecido sería el demócrata.

 
Una reacción temida
Donald Trump: “En lo que a mí respecta, hemos ganado estas elecciones”

El presidente Trump se niega sin embargo a aceptar el resultado y ha presentado recursos para detener el recuento, prácticamente finalizado no obstante, en estos dos estados además de Pensilvania, en cada caso con diferentes argumentos. En el caso de Wisconsin, al ser el margen inferior al 1%, tienen derecho a pedir un recuento y ya lo han solicitado. El ambiente es de alta tensión en la calle. Decenas de personas irrumpieron ayer en un colegio electoral de Detroit (Michigan), donde alrededor del 90% de los votos computados han sido para Biden, al grito de “¡frenad el recuento!”.

Biden se habría impuesto a Trump por unas 50.000 papeletas en Michigan y unas 20.000 en Wisconsin, márgenes ligeramente superiores a los del republicano en el 2016 pero mucho más estrechos del que auguraban las encuestas, que este año se han estrellado definitivamente en sus vaticinios. En Pensilvania, desbordada por el volumen del voto por correo, quedaban todavía por computar un millón de papeletas depositadas por adelantado o por correo, la vía preferida por los votantes registrados como demócratas.

 
El escenario de una elección reñida y disputada empezó a materializarse de madrugada, cuando fue evidente que Trump estaba resistiendo mejor de lo esperado y mantendría sin problemas los votos de Florida, Texas y Ohio. A esas horas, Biden solo parecía bien situado para arrebatarle Arizona y Nevada. Pero tras ver cerradas al sur sus rutas alternativas hacia la Casa Blanca, todo volvía a depender de los votos de Pensilvania, Michigan y Wisconsin. El volumen sin precedentes de voto por correo fulminó de golpe las esperanzas de un desenlace rápido.

El peor desenlace
Gane quien gane las elecciones, la mitad del país se sentirá insatisfecho o estafado

Desde su cuartel general en Wilmington (Delaware), Biden tomó la palabra a la una de la madrugada para pedir paciencia y expresar su confianza en su victoria así como en el proceso electoral. De inmediato, el presidente Trump, que había mantenido un silencio sepulcral toda la noche, acusó vía Twitter a los demócratas de querer “robar” las elecciones a los republicanos. En una situación más propia de democracias con menos tradición que la americana, a las dos y media de la madrugada Trump compareció en la Casa Blanca para declararse vencedor y anunciar su intención de ir al Tribunal Supremo para pedir que se detuviera el recuento. Quedaban millones de papeletas por recontar.

“Íbamos ganando y de repente... se ha caído todo”, dijo tras repasar sus victorias en Florida, Texas y Ohio y presentar como fraude electoral el hecho de que no se hubiera sentenciado todavía el resultado en Georgia y Carolina del Norte, donde iba a la cabeza, pero sí en Arizona, donde Fox News declaró rápidamente ganador a Biden. “No queremos que encuentren ningún voto a las cuatro de la mañana. Es un momento muy triste. Ganaremos esto. En lo que a mí respecta, hemos ganado las elecciones”, insistió. “Esto es un fraude al pueblo estadounidense. Una vergüenza para nuestro país”, dijo rodeado de banderas, entre aplausos y vítores de sus invitados.

 
 “Nuestra democracia está siendo puesta a prueba en esta elección”, respondió el gobernador de Pensilvania, el demócrata Tom Wolf, ante los ataques de Trump a su voto por correo, pidiendo paciencia a la ciudadanía. Trump lleva semanas instruyendo a sus seguidores para votar en urna, no por correo ni por anticipado, en especial en Pensilvania. Aunque queda aún casi un millón de votos por contar en este estado, su origen sugiere que no serán favorables a los republicanos.

Ayer, las perspectivas mejoraron para Biden. Se confirmó su victoria por la mínima en Michigan y Wisconsin y s i el recuento final en Arizona y Nevada se inclina, como parecía, a favor del demócrata, los votos de Pensilvania dejarían de importar ya que alcanzaría automáticamente, sin más suspense, los 270 votos del colegio electoral necesarios para ganar las elecciones. El país sigue pendiente a estas horas de las noticias desde media docena de estados.

Batalla a la vista
McConnell: los jueces decidirán, “así hacemos las cosasen este país”

Biden compareció anoche para celebrar que “está claro” que va ganando en suficientes estados” para llegar a la ansiada cifra. “Pero no estoy aquí para declararme vencedor. Estoy aquí para decir que, cuando termine el recuento, seremos los ganadores”. Su otro objetivo, reclamar que se cuenten “todos los votos”.

La ausencia de resultados conclusivos y la decisión de uno de los candidatos, el propio, de proclamarse vencedor aboca al país a una grave crisis institucional y política. Aunque a corto plazo se vaya a resolver en los tribunales, el dramático desenlace anuncia tiempos convulsos en la primera potencia económica mundial. Sea cual sea el resultado electoral, alrededor de la mitad del país va a sentirse insatisfecho, estafado incluso.

 
Aunque los tribunales concluyan que no hay nada fraudulento en el voto por correo y avale las leyes estatales que permiten en Pensilvania que se cuenten los votos recibidos hasta tres días después del 3 de noviembre, los seguidores del presidente difícilmente ignorarán la narrativa de fraude electoral que lleva semanas desplegando sin pruebas.

Si, finalmente, porque así queda sentenciado en las urnas o en los tribunales, Trump vuelve a ser reelegido gracias al colegio electoral a pesar de perder el voto popular, millones de ciudadanos cuestionarán con más fuerza aún que hace cuatro años la representatividad del sistema político estadounidense. Pensado por los padres fundadores para impedir que los estados grandes aplastaran a los pequeños, las tendencias demográficas y políticas han llevado a que sobrerrepresente a los territorios rurales y poco poblados (republicanos) frente a los urbanos y más poblados (demócratas) tanto en el Senado como en la elección presidencial

En EE.UU. no hay una autoridad que supervise el recuento o anuncie resultados, es la prensa y en particular la agencia AP quien lo hace, pero los medios actuaron con prudencia a la hora de declarar ganadores. Solo se desmarcó Fox News, para disgusto del presidente, con Arizona.

La prematura declaración de victoria de Trump fue condenada en todas las televisiones. “Esta es una situación extremadamente inflamable y el presidente acaba de echarle una cerilla”, denunció Chris Wallace en Fox News, aclarando que en contra de sus declaraciones el presidente nadie le había declarado ganador en Georgia o Carolina del Norte.

Con su silencio, los republicanos fueron cómplices de la estrategia del presidente. “Declarar que has ganado es diferente a terminar el recuento”, dijo, restándole importancia, su líder en el Senado, Mitch McConnell, que el martes volvió a ser reelegido para su escaño a pasar del dineral invertido por los demócratas en tratar de derrotarle. “No debemos extrañarnos de que los dos lados vayan a sacar a sus abogados”. Serán los tribunales quienes decidan la disputa, avanzó. “Así es como hacemos las cosas en este país”, remató.

Por BEATRIZ NAVARRO PARA LA VANGUARDIA

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