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Covid-19: el remedio no puede ser peor que la enfermedad

La contundente carta abierta de médicos belgas contra la “falsa pandemia”, que se convirtió en un clamor internacional. Exhortan a los políticos a basar sus decisiones en datos con fundamentos científicos. Y reclaman investigar el papel de la OMS

SALUD - CORONAVIRUS 11/10/2020 Agustina SUCRI
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Una cura no puede ser peor que el problema. Se trata de una tesis que hoy exige ser recordada en el contexto de esta “falsa pandemia”, tal como la han calificado médicos y profesionales de la salud belgas en una carta abierta. En el documento se insta a investigar el rol de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la posible influencia de conflictos de interés dentro de esta entidad sanitaria, a la que también se la acusa de ser el corazón de la lucha contra la “infodemia”, es decir el llamado a que todas las opiniones divergentes del discurso oficial sean silenciadas por una censura de medios sin precedentes.

Si bien la misiva buscó originalmente la adhesión de profesionales de la salud y ciudadanos de Bélgica, con el objetivo de que el gobierno local rinda cuentas y abra el espacio para un debate, pronto médicos y habitantes de otros países también se sumaron a la iniciativa, que ahora adquirió el carácter de internacional. Hoy cuenta con la firma de más de 600 médicos, 1.800 profesionales de la salud y 14.000 ciudadanos del mundo.

"Las medidas adoptadas actualmente interfieren en el ejercicio, entre otras cosas, del derecho al respeto de la vida privada y familiar, la libertad de pensamiento, consciencia y religión, la libertad de expresión y la libertad de reunión y asociación, el derecho a la educación”, se destaca en el texto de la carta, en la que hacen hincapié en que “el daño colateral que se está causando será mayor en el corto y largo plazo en todos los sectores de la población, que el beneficio que supone para el número de personas que ahora se está salvaguardando del coronavirus”.

Los autores apelan en el texto a los políticos para que se informen de manera independiente y crítica sobre la evidencia disponible, incluyendo aquella aportada por expertos con puntos de vista diferentes, en tanto esté fundamentada por evidencia sólida, al momento de establecer políticas con el objetivo de promover una salud óptima.

"Los datos objetivamente sustanciados y nuestro pedido de un fin inmediato de todas las nuevas medidas parece haber cruzado todas las fronteras”, dicen al explicar por qué se decidió permitir que fuera firmada por ciudadanos y médicos de todo el mundo.

Entre otras cosas, se cuestiona la legitimidad del comité de expertos que asesoran a los gobiernos y se expresa el asombro por el hecho de que se invoque la salud como razón de la “ley de emergencia”.

"Como doctores y profesionales de la salud, a la luz de un virus que -en términos de daño, mortalidad y transmisibilidad- se asemeja al de la influenza estacional-, solo podemos rechazar estas medidas extremadamente desproporcionadas”, enfatizan.

En ese sentido, el extenso documento enumera una serie de aspectos, con las debidas citas bibliográficas, que permiten entender de manera más cabal la magnitud del covid-19 y cuáles son los errores que se están cometiendo. A continuación, citamos algunos de los más relevantes:

* Al comienzo de la pandemia, las medidas eran comprensibles y contaban con un amplio apoyo, incluso si había diferencias en la implementación en los países de nuestro entorno. La OMS había informado en marzo originalmente que la mortalidad de los infectados con covid-19 registrados era de un 3,4%. Se preveían así millones de defunciones y un virus extremadamente contagioso para el cual no se disponía de tratamiento ni vacuna. Esto pondría una presión sin precedentes sobre las unidades de cuidados intensivos (UCI) de nuestros hospitales. Esto condujo a una situación de alarma global, nunca vista en la historia de la humanidad: se quiso “aplanar la curva” con un bloqueo que encerró a toda la sociedad y la economía y puso en cuarentena a personas sanas. El distanciamiento social se convirtió en la nueva normalidad, a la espera de una vacuna de rescate.

* Poco a poco, voces de alarma sonaron de muchas fuentes: los hechos objetivos mostraban una realidad completamente diferente. El covid-19 siguió el curso de una ola normal de infección similar a una temporada de gripe. Como cada año, vemos una mezcla de infecciones gripales siguiendo la curva: primero los rinovirus, luego los virus de influenza A y B, seguidos de los coronavirus. No hay nada diferente a lo que vemos normalmente.

* El uso del inespecífico del test PCR, que produce muchos falsos positivos, mostró un panorama exponencial. Este test se aprobó con un procedimiento de emergencia y nunca se comprobó seriamente. El creador advirtió expresamente que esta prueba estaba destinada a la investigación y no al diagnóstico. El test no mide cuántos virus hay en la muestra. Una infección viral real significa una presencia masiva de virus, la así llamada carga de virus. Si alguien da positivo, esto no significa que esa persona en realidad esté clínicamente infectada, esté enferma o vaya a enfermarse. No se cumplió el postulado de Koch (“El agente puro que se encuentra en un paciente con síntomas puede provocar los mismos síntomas en una persona sana”).

* Si comparamos las oleadas de infección en países con políticas de confinamientos estrictos con países que no impusieron confinamientos (Suecia, Islandia…), vemos curvas similares. Por tanto, no existe ningún vínculo entre el confinamiento impuesto y el desarrollo de nuevas infecciones. El confinamiento no ha dado lugar a una mortalidad más baja.

* Parece que la mayoría de las personas ya tienen inmunidad congénita o general contra, por ejemplo, la influenza y otros virus. Esto se confirmó por los hallazgos en el crucero Diamond Princess, que fue puesto en cuarentena debido a algunos pasajeros que murieron de Covid-19. La mayoría de los pasajeros eran ancianos y se encontraban en una situación ideal de transmisión en el barco. Sin embargo, el 75% no parecía estar infectado. Entonces, incluso en este grupo de alto riesgo, la mayoría son resistentes al virus. Un estudio de la revista Cell muestra que la mayoría de las personas neutralizan el coronavirus mediante la inmunidad mucosa (IgA) y celular (células T), mientras experimentan pocos o ningún síntoma. Los investigadores encontraron hasta un 60% de reactividad del SARS-Cov-2 con las células T CD4+ en una población no infectada, lo que sugiere una reactividad cruzada con otros virus del resfriado (corona). Por lo tanto, la mayoría de las personas ya tienen una inmunidad congénita o cruzada porque ya estaban en contacto con variantes del mismo virus.

* La mayoría de las personas que dan positivo en la prueba (PCR) no tiene síntomas. Su sistema inmunológico es lo suficientemente fuerte. Fortalecer la inmunidad natural es un enfoque mucho más lógico. La prevención es un pilar importante, insuficientemente destacado: nutrición sana y completa, ejercicio al aire libre, sin máscara, reducción del estrés pero con contactos emocionales y sociales nutritivos.

CONSECUENCIAS

* El aislamiento social y el daño económico llevaron a un aumento de la depresión, la ansiedad, los suicidios, la violencia intrafamiliar y el abuso infantil. Los estudios han demostrado que cuanto más compromisos sociales y emocionales tienen las personas, más resistentes son a los virus. Es mucho más probable que el aislamiento y la cuarentena tengan consecuencias fatales. 

* Las medidas de aislamiento también han provocado inactividad física en muchas personas mayores debido a que se han visto obligadas a permanecer en el interior. Sin embargo, el ejercicio suficiente tiene un efecto positivo sobre el funcionamiento cognitivo, reduciendo los síntomas depresivos y la ansiedad y mejorando la salud física, los niveles de energía, el bienestar y, en general, la calidad de vida. El miedo, el estrés persistente y la soledad inducidos por el distanciamiento social tienen una influencia negativa demostrada en la salud psicológica y general.

* La mortalidad resultó ser muchas veces menor de lo esperado y cercana a la de una gripe estacional normal (0,1-0.5 %).

* Los grupos más vulnerables pueden identificarse claramente. La gran mayoría de los pacientes fallecidos tenía 80 años o más. La mayoría (70%) del grupo de los fallecidos, menores de 70 años, tenía algún trastorno subyacente, como sufrimiento cardiovascular, diabetes mellitus, enfermedad pulmonar crónica u obesidad. La gran mayoría de las personas infectadas (> 98%) no se enfermaron o apenas se enfermaron o se recuperaron espontáneamente.

* Las mascarillas pertenecen a contextos donde tienen lugar contactos con comprobados grupos de riesgo o personas con problemas de las vías respiratorias superiores, y en un contexto médico/entorno de hospital-casa de retiro. Reducen el riesgo de infección por gotitas al estornudar o toser. Las mascarillas en individuos sanos son ineficaces contra la propagación de infecciones virales.

* El uso de una mascarilla no está exento de efectos secundarios. Un déficit de oxígeno (dolor de cabeza, náuseas, fatiga, pérdida de concentración), un efecto similar al mal de altura, ocurre con bastante rapidez. Todos los días vemos a pacientes que se quejan de dolores de cabeza, problemas sinusales, problemas respiratorios e hiperventilación debido al uso de mascarillas. Además, el CO2 acumulado provoca una acidificación tóxica del organismo que afecta nuestro sistema inmunológico. Algunos expertos incluso advierten de un aumento de la transmisión del virus en caso de uso inadecuado de la máscara

* Las medidas actuales nos obligan a actuar contra el juramento hipocrático, que estipula: “Sobre todo cuidaré de mis pacientes, promoveré su salud y aliviaré su sufrimiento”, “Informaré a mis pacientes correctamente”, “Ni siquiera bajo presión utilizaré mis conocimientos médicos para prácticas que sean contra la humanidad”. El ‘primum non nocere’, que todo médico y profesional de la salud asume, también se ve socavado por las medidas actuales y por la perspectiva de la posible introducción de una vacuna generalizada, que no ha sido sometida a extensas pruebas previas.

Para La Prensa

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