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Brecha digital y las nuevas desigualdades que se incrementaron como consecuencia de la pandemia

Un informe de Mariela Mociulsky, CEO de la consultora Trendsity, destaca como las “múltiples brechas” afectan el acceso de las personas a oportunidades e inclusión. El nuevo rol de las empresas para marcar tendencias e inspirar cambios en la sociedad

ECONOMÍA 04/10/2020 Ximena CASAS
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Entre las consecuencias sociales y económicas que dejará la pandemia de coronavirus, se espera un incremento de la brecha digital. Los efectos de las pandemias pueden ser similares a los de otros tipos de crisis, ya que producen mayor desigualdad, pero ya hay varios especialistas que se plantean que por su escala y su extensión, las consecuencias distributivas de la pandemia de COVID-19 pueden ser mayores a las de otras pandemias históricas, como estimó un informe reciente del FMI que menciona en un trabajo reciente titulado “Brecha digital” de la investigadora y especialista en tendencias Mariela Mociulsky, CEO y fundadora de la consultora Trendsity. Además, allí se aborda el nuevo rol central que tendrán las empresas para marcar tendencias e inspirar cambios en la sociedad.

La investigación describe como en gran parte de los países donde se realizaron cuarentenas, las ocupaciones que mejor se adaptaron a la modalidad de homeoffice se concentraron predominantemente entre los deciles de salarios más altos. Esto incluye trabajos legales, administrativos, relacionados con la informática y con otro tipo de servicios, que requieren mayor nivel de calificación.


Por el contrario, las ocupaciones más difíciles de realizar desde el hogar se concentraron en los deciles de salarios más bajos, incluyendo gran parte del empleo de las mujeres, según destacó el Banco Mundial. La pandemia también afectó de manera significativa a adultos mayores que se encontraban trabajando hasta marzo 2020. Se observó una alta tendencia en esta población a dejar sus trabajos antes de lo planeado debido a los mayores riesgos de salir trabajar o las dificultades de reconversión de sus trabajos al tener que estar mediados por tecnologías digitales en modalidad homeoffice.


“En este contexto las tecnologías digitales se volvieron un bien necesario, con una extensión sin precedentes. Las tecnologías digitales se volvieron elementos facilitadores que permitieron apoyar una estrategia de combate del COVID-19, posibilitando una mayor proximidad y cohesión social aún en escenarios de aislamiento físico, como condición necesaria, aunque no suficiente, para el cuidado de la salud mental”, señaló Mociulsky.

“En el escenario de pandemia, la ‘brecha digital’ de la que hablamos hace tantos años se transformó en una multiplicidad de brechas nuevas, que afectaron de manera más notoria en niños, en mujeres, en adultos mayores y poblaciones alejadas de los principales centros urbanos”, agregó la especialista.

De acuerdo con otro relevamiento de Trendsity citado, sobre una muestra total país de 1.000 casos, el 88% de los argentinos considera que la conexión a Internet es un servicio de necesidad y 7 de cada 10 reconoce que no podría transitar ni haber transitado esta cuarentena sin conexión. Para casi 8 de cada 10 resulta evidente la importancia de las telecomunicaciones e Internet en la vida cotidiana. “La caída de la conectividad equivale a caos, imposibilidad, parálisis, soledad, aislamiento”, se explicó.


A nivel escolar, a principios de abril 2020, con el pico más alto de adopción de medidas de aislamiento, 194 países habían interrumpido la presencialidad educativa. En un hecho sin precedentes, según la Unesco, prácticamente 1.600 millones de estudiantes, el 91,3% del total, se encontraban afectados por el cierre de las escuelas.

“La nueva oferta virtual encontró serios limitantes y cuestionamientos éticos, particularmente en cuanto a la equidad del modelo, en un escenario en el cual la mitad de estos estudiantes no cuenta con una computadora en el hogar y 43% no cuenta con acceso a Internet en sus casas”, señaló Mociulsky. Solo el 53,6% de la población mundial tiene acceso a Internet de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas.

“En una situación inédita desde la creación del sistema educativo moderno, el sostenimiento de la continuidad educativa pasó a depender de los recursos que las familias tuvieran en sus hogares para acompañar las tareas escolares de sus hijos. Si los sistemas educativos ya reflejaban desigualdades asociadas al tiempo de enseñanza, a la disponibilidad de material didáctico y tecnología y a las condiciones de infraestructura, la pandemia expuso otras desigualdades que anidan en los hogares”, dijo la especialista.


De acuerdo a Trendsity, desde el inicio de la pandemia quedaron en evidencia tres niveles de brecha digital educativa en Argentina: al acceso, la velocidad y los dispositivos con acceso a Internet por parte de los estudiantes en su hogar. La conexión, la velocidad y la cantidad de dispositivos determinan cómo será el vínculo con el docente. “La situación actual en el sistema educativo no afectó sólo a los estudiantes y sus entornos familiares. También requirió una transformación acelerada y una mayor presión sobre las prácticas de docentes y profesores en todos los niveles del sistema educativo para diseñar e impartir clases en línea”, aseguró.

Cuando la velocidad es menor a 20 Mbps se dificultan las actividades de aprendizajes sincrónicos (como videoconferencias o foros), solo quedando disponibles las actividades asincrónicas (tarea, lecturas o videos). Se agrega además una cuarta dimensión referida al acompañamiento en el desarrollo de las tareas. En este contexto, tener Internet no es sinónimo de estar conectados.


Las transformaciones ocurridas desde la irrupción de la crisis del COVID-19 fueron poniendo evidencias brechas digitales, más allá del ámbito educativo, también en términos de género y edad. “Ya no podemos hablar de una brecha digital sino de múltiples. Ya no son un tema más, sino que afectan el acceso de las personas a oportunidades y la inclusión en sus comunidades”, resaltó el informe.

Estudios realizados por ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), señalaron que la crisis del COVID-19 aumentará drásticamente la tasa de pobreza de las mujeres y ampliará la brecha entre hombres y mujeres que viven en la pobreza extrema. “Si bien se esperaba que la tasa de pobreza de las mujeres disminuyera en un 2,7% entre 2019 y 2021, debido a las consecuencias de la pandemia se prevé un incremento del 9,1%, especialmente las mujeres en edad reproductiva”, detalló el trabajo de Trendsity.


Esto se debe a que las mujeres asumen la mayor parte de la responsabilidad del cuidado de la familia, ganan menos, ahorran menos y tienen trabajos mucho menos seguros, situación que se ha intensificado con la crisis del coronavirus. Las mujeres trabajan en algunos de los sectores más afectados, como el alojamiento, gastronomía y trabajo doméstico.

La investigación menciona un estudio realizado por la Unidad Coronavirus, que articulan el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Allí se da cuenta que en las poblaciones urbanas, el 55% de las mujeres son jefas de hogar. A su vez, el 84% dijo ser responsable de las tareas domésticas y de cuidados durante la cuarentena, generando un “doble turno” de trabajo (remunerado y no remunerado).

“En este escenario, la exclusión es multidireccional. Si bien prevalece en todo el segmento, se vuelve aún más pronunciada en la interseccionalidad con segmentos de bajos ingresos, mujeres y sectores alejados de los principales centros urbanos”, explicó Mociulsky.

“Empresas con propósito”

En un contexto más amplio, el trabajo también destaca el “crecimiento sin precedentes de las fintech” y como se asiste a “una tendencia de fronteras más flexibles y porosas en el mundo del trabajo", donde "todo un nuevo conjunto de actividades se vuelve casi exclusivamente mediado por dispositivos”.

Finalmente, la especialista destacó que hay una oportunidad de impulsar nuevos esfuerzos para reducir las brechas desde los Estados, a nivel público, pero también de las grandes y pequeñas empresas en el sector privado.


“Las prioridades están cambiando y es necesario cambiar la mirada. La sociedad actual requiere que las empresas líderes impulsen con su ejemplo el propósito de regeneración de la vida comunitaria, de las relaciones interpersonales y de nuestro vínculo con el ecosistema. La capacidad de las marcas de marcar tendencia e inspirar cambios en la sociedad, en nuestros vínculos entre nosotros como sociedad y con el medioambiente, construyendo comunidad, requiere de empresas comprometidas, con conciencia de su responsabilidad como actores sociales y agentes de cambio. Esto implica ejercer su liderazgo desde un espacio de escucha activa de las demandas que nos están planteando los desafíos actuales y las nuevas generaciones", aseguró la CEO de Trendsity.

“El mundo no volverá a ser el mismo. Más que una expresión de deseo, vemos hoy la posibilidad de un cambio de paradigma y de la creación de una nueva agenda política y económica global”, concluyó.

Fuente: El País

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