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Con la plata del IFE, armaron una fábrica de licores en Punilla

Fabián Casali y su esposa Analía viven en Capilla del Monte y son apasionados de los yuyos serranos.

PROVINCIALES 20/08/2020 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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 Desde hace ocho años, juntan hierbas medicinales que sirven para tratar diversas dolencias y hace algunos meses, cobraron el Ingreso Familiar de Emergencia y utilizaron el dinero para comprar un alambique o destilador y comenzar a preparar licores herbales.

«Del Alba» se llama el emprendimiento que empezó como un sueño y paso a paso se está convirtiendo en una realidad, donde se proponen poner en valor la riqueza del monte cordobés y sus especies a través de la elaboración y distribución de hierbas y bebidas alcohólicas sobre la base de un aguardiente de tuna.

Mientras esperan por la habilitación necesaria para comercializar sus creaciones (ya comenzaron los trámites en la Municipalidad de Capilla del Monte) están avanzando con la elaboración de diferentes productos con colores, sabores y olores que remiten a las sierras y en particular al Valle de Punilla. Asimismo, cuando no basta con las hierbas que han recogido ellos mismos, suelen contratar hasta cinco yuyeros para que los ayuden y confían en que podrán generar nuevos puestos de trabajo.

«Hace ocho años que nos dedicamos a identificar, cuidar y recolectar los llamados yuyos serranos y hace tres que empezamos con el destilado de licores herbales caseros aguardiente de tuna. Teníamos un pequeño alambique pero ahora, gracias a unos ahorros que teníamos y el dinero del IFE, pudimos comprar uno más grande de diez litros y ampliar nuestra producción. Estamos muy agradecidos y es un gran impulso»; destacó Fabián a El Diario.

«Nos faltan las habilitaciones para comercializar los productos, pero hemos avanzado bastante. Estamos haciendo un aguardiente de tuna y con especies nativas como poleo, peperina y otras. Son bebidas espirituosas que llevan además la medicina de la hierba que utilizamos. Queremos revalorizar el monte, porque si a la gente se le enseña todo el alimento y medicina que significa el monte, también lo va a cuidar más. Cuando ven un incendio lejos, no les importa, pero debemos cambiar esa mentalidad»; agregó.

«Vivimos de otra cosa, pero nos gustaría dedicarnos de lleno al tema de las hierbas y los destilados. Nuestros productos los llevamos a un colegio técnico de La Cumbre y ellos hacen el análisis bromatológico para tener una garantía de lo que vamos a vender. Es un emprendimiento que también nos permite ayudar, porque no sólo que contratamos a otros yuyeros para que nos ayuden, sino que también le compramos al que hace las botellas y al que fabrica los tapones. Se genera trabajo directo e indirecto, somos pocos pero estamos empezando. Esto se aprende haciendo, con otros yuyeros que enseñan cómo cosecharlas, cuándo cosecharlas, cómo sacarlas y cómo guardarlas y luego hay que estudiar mucho de química para hacer una correcta destilación. Es una aprendizaje constante y se remonta a cuando los árabes crearon los primeros alambiques para hacer medicinas y perfumes de frutas destiladas. Es un proceso muy interesante que luego derivó en la generación de bebidas espirituosas en la Edad Media y que también nacieron como medicinas, porque no había una industria farmacológica»; completó.

Fuente: El Diario de Carlos Paz

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