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Las tensiones hacia dentro del gobierno no son sólo ideológicas

Dudas sobre el plan de obras proyectado para mover la economía y sobre el rol de las organizaciones sociales. Críticas al supuesto "alfonsinismo" del presidente y la falta de coordinación política.

OPINIÓN 27/07/2020 Emiliano Russo*
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«El gobierno está bien orientado pero le falta decisión para tomar medidas importantes», explica un dirigente peronista que tiene diálogo con el presidente Alberto Fernández y algunos ministros, al poner sobre la mesa lo que pareciera ser el principal motivo de la creciente tensión hacia dentro del Frente de Todos más que la puja ideológica desatada por las advertencias sutiles y no tanto de Cristina Kirchner y Hebe de Bonafini.

Esa crítica puntual manifiesta la incertidumbre que hay en algunos sectores del oficialismo sobre cómo el Ejecutivo hará frente a la crisis de la post pandemia. Uno de los borradores ya conocido es la puesta en marcha de un «mini plan Marshall» -toma el nombre del financiamiento que dio Estados Unidos a Europa para su reconstrucción de la posguerra- basado en la obra pública no sólo ejecutada desde el Ministerio que conduce Gabriel Katopodis sino también con la participación de organizaciones sociales en la construcción de viviendas y «mejoramientos» en los barrios a través de cooperativas.

El primero que puso ese histórico nombre sobre la mesa fue el dirigente Juan Grabois, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de buen vínculo con Desarrollo Social, que en el marco de un encuentro que las distintas organizaciones sociales mantuvieron con Alberto Fernández en Olivos el 23 de abril pasado, le mencionó la necesidad de implementar «un plan Marshall criollo» para garantizar tierra, techo y trabajo cuando pase la emergencia del covid.

Es que hay coincidencia entre oficialistas y opositores que un escenario de una pobreza superior al 50%, desocupación de dos dígitos y una profunda caída en el consumo requerirán de una reconstrucción eficiente para que no se produzca un estallido social.

EN QUÉ CONSISTE EL PLAN
De acuerdo al plan en estudio, las pequeñas obras en los municipios se canalizarían a través de la reconversión productiva de los planes sociales en Potenciar Trabajo y ahí es donde entrarían en juego las organizaciones sociales que piden a cambio reemplazar el Salario Social Complementario (la mitad del salario mínimo) por un pago acorde a la tarea a desempeñar. Cuando se consulta a Grabois sobre la viabilidad del proyecto y si es coincidente con lo planteado a fines de abril, responde «espero que sí» aunque evita dar precisiones de qué modo se van a incluir a las cooperativas.

Otro de los asistentes a aquella tertulia de la Residencia presidencial, Esteban «Gringo» Castro, referente de la CTEP, opina que «no se si el rótulo es ese (por plan Marshall) pero todo lo que sea para mejoramientos en los barrios es bueno. Poniendo plata en los más pobres se puede comenzar a mover la economía general por el mayor consumo». Otros dirigentes sociales también miran de reojo el proyecto oficial. Pretenden que no sólo haya control municipal de las obras sino que las propias organizaciones puedan monitorear su cumplimiento.

Para Castro una vez que esté formalizado Potenciar Trabajo, «los compañeros deberán tener un ingreso por su labor tanto si es albañil o si es textil porque no solo habrá obra pública». Aliado al oficialismo, es esposo de la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, e incluso visitó el despacho presidencial cuando el jefe de de estado asistía a Balcarce 50.

Para articular con los intendentes propios y opositores, Alberto Fernández se recuesta en el jefe comunal de Hurlingham, Juan Zabaleta, que hace unos días salió a calmar las bravatas de Mario Ishii (José C. Paz) y sentó en las oficinas de Olivos a Jorge Macri (Vicente López) y Néstor Grindetti (Lanús), para agrietar Juntos por el Cambio. «Juanchi es candidato a ir al Ejecutivo nacional en breve», apunta un operador peronista de la Provincia al que no le escapa que «le falta mucha política» a la Casa Rosada.

ADEMÁS, “LA IDEOLOGÍA”
En medio de este debate, estalló «el fuego amigo» más por cuestiones ideológicas que de gestión. Primero fue Cristina Kirchner quien el pasado domingo recomendó un artículo titulado «La conducción política del poder econçomico» según dijo, «para entender y no equivocarse», en lo que pareció un tiro por elevación a la convocatoria que había realizado el presidente al grupo de los 6 empresarios más importantes en ocasión del festejo del 9 de Julio.

Sin tanta sutileza, Hebe de Bonafini cuestionó la relación del presidente Fernández con los empresarios y la oposición. “Las Madres estamos muy dolidas con el presidente, muy dolidas con lo que hizo, porque no puede sentar a la mesa a todos los empresarios que sentó, como si fueran amigos, a los tipos que saquearon el país ¿Cómo les podemos pagar el sueldo a esos tipos para que le paguen a los trabajadores?”, señaló en referencia al programa ATP y horas después que se conociera la dura carta de Madres de Plaza de Mayo hacia el primer mandatario. Esa misma noche el propio jefe de estado contestó tamaña acusación con una misiva de tono conciliador en la que les explicó «Ustedes saben bien que a mi mesa se sientan todos y todas«.

Por esas horas Julio De Vido bancó, a través de su cuenta de Twitter, la carta de Hebe al asegurar que «Saludo y coincido absolutamente con la nota de las Madres de Plaza de Mayo. No se puede tapar lo evidente en nombre de la relación de fuerzas». Ese tuit desató un furibundo intercambio con Grabois que lo acusó de corrupto y de ayudar al ascenso de Mauricio Macri al poder.

 
 

 
 

El barro entre dirigentes oficialistas puso de manifiesto la tensión existente dentro del Frente de Todos. «Le marcaron la cancha a Alberto. Hay dirigentes que lo ven muy alfonsinista», sentencia una fuente de la alianza gobernante que supo trabajar con la quilmeña Mayra Mendoza al hacerse eco de algunas quejas sobre las idas y vueltas en la estatización de la cerealera Vicentin, entre otras supuestas dilaciones. «Hasta ahora solo vimos asistencialismo por la pandemia. Nada más», agrega.

Una calificada fuente consultada, que supo integrar un grupo de pensamiento cercano a Santiago Cafiero, rechaza la idea del mini Plan Marshall: «no hay plan integral o algo así. Acá los funcionarios no se conocen entre sí. En Cancillería no tienen pensado ni arreglar la calefacción, por ejemplo», azuza. Además, cuestiona la supuesta falta de conducción desde Olivos al enfatizar que «Alberto está muy solo. El Instituto Patria no está corriendo a nadie, sólo ocupa espacios vacíos».

Para sostener su idea de falta de coordinación política, pone como ejemplo lo ocurrido el lunes pasado durante un operativo Detectar (rastrillaje de casos covid) en el sur del Conurbano. «Se hizo a unas 600 personas ¿Pero ese operativo lo coordinó el estado? No. La secretaria de Empleo Público Ana Castellani lo tuvo que llamar a Andrés Rodríguez, de UPCN y a Daniel Catalano, de ATE, y les dijo `pueden hacer esto ustedes`. El estado no puede ni organizar sus propios recursos en algo tan importante», concluye haciendo referencia a una presunta tercerización de las bajadas que suelen hacer Salud y Desarrollo Social en territorio.

*Emiliano Russo para Border Periodismo

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