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A solo seis meses, perdimos el tren

Un ciudadano que perteneció a la clase media y que ahora ha perdido todo, es un nuevo militante fácil de comprar con las dádivas del Estado a cambio de su voto

OPINIÓN 02/07/2020 VÍCTOR CORDERO
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Comenzó la nueva etapa del regreso a la cuarentena Fase 1 para los habitantes del AMBA. El clima de tensión aumenta por la fatiga social que sufren los ciudadanos obligados a volver al peor castigo. Pese a esto, las autoridades para nada contribuyen a conseguir moderar los ánimos y por el contrario generan más y más enfrentamientos en busca de vaya a saber qué objetivos perversos.

Decididamente ya quedó confirmado que este Alberto Fernández no es el mismo que se mostró antes de las elecciones de diciembre.  Parece ver con satisfacción como desde el movimiento partidario que controla su vicepresidenta y que forma parte de la coalición gobernante, han comenzado con fuerza la puesta en marcha de un operativo de ataque a la oposición organizada y a los opositores que solo expresan lo que sienten.

Se acabó la tolerancia, el diálogo, la concertación, todas aquellas cosas esperanzadoras con las que el candidato Fernández nos envolvió el sueño de una república consolidada. Cristina Fernández parece no rendirse a sus ansias de buscar revancha y venganza mientras mantiene un sepulcral silencio sobre el tema de la pandemia y la cuarentena. Ella está al margen y no con el argumento de no interferir, sino con la absoluta certeza de quedar afuera del desastre que se avecina. Ella siempre tendrá un chivo expiatorio, esta vez, Alberto Fernández que deber rendir cuentas del país que quedó después de la cuarentena más larga de este mundo enfermo.

Más de la mitad de la población sumida en la pobreza y el tejido económico destruido. La clase media destrozada y sin posibilidad real de levantarse. Este panorama tal vez debilite demasiado al presidente que sufrir los embates y reclamos de un país herido de gravedad. Y quizá bajo la presión de su propia tropa, empujada desde el kirchnerismo duro, deba abandonar su puesto. Allí reaparecería la figura de Cristina Fernández quién bien podrá argumentar que ella no tiene nada que ver con esto que pasó, que ella dejó al presidente hacer lo que debía hacer y en ningún momento quiso interferir. Y a empezar de nuevo, solo que esta vez, su apetencia por fundar el populismo chavista en nuestro país, le será mucho más fácil.

Ya tiene el caldo de cultivo servido, los pobres son mayoría y ellos son justamente la esencia misma de su plan de acción. Un ciudadano que perteneció a la clase media y que ahora ha perdido todo, es un nuevo militante fácil de comprar con las dádivas del Estado a cambio de su voto. Sistema que se ha implementado en Argentina desde 2013.

No nos olvidemos que cada punto del porcentaje que aumenta la pobreza no es otra cosa que clase media que desciende. Porque la clase media activa es el motor vital de la economía y es siempre el primer obstáculo para la instalación de un régimen populista. En Venezuela fue fácil porque su clase media era casi nula, el país estuvo en manos de una oligarquía dueña de la tierra, la clase política adinerada y manejaba el poder y el ejército ocupado en atender sus propios negocios como el narcotráfico y el contrabando.

En los últimos días hemos visto crecer el ataque gratuito a periodistas y artistas que se oponen a los métodos y las acciones que la ex presidenta insiste en imponer con bastante buena fortuna. Reaparecieron Montoneros y miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las redes se llenaron con leyendas de un llamado Movimiento Kirchnerista Revolucionario; recrudecieron los ataques al campo con la rotura sistemática de silobolsas y quema de campos; diputados K denuncian a artistas por pedir apoyo a una marcha para reclamar al gobierno pero se callan ante las amenazas de muerte de militantes notorios para un ex presidente; el Congreso funciona a merced de las necesidades kirchneristas; el Gobierno reparte coparticipación castigando notoriamente a las provincias gobernadas por la oposición sin dar ni una sola explicación (esta no era la Argentina federal que prometía el presidente).

La Justicia sigue manejada y son muy escasos los jueces que puedan decirse independientes. Las causas por corrupción están paradas y las nuevas de la corrupción macrista vuelan de juzgado en juzgado. Todas deberían moverse rápido y sin interferencias, todas, sin excepción.

Con apenas seis meses de gobierno los argentinos podemos decir sin temor a equivocarnos que hemos perdido otra oportunidad para comenzar a ser un país en serio, una república con todos los deberes bien hechos. Pero desde mi modesto sitio de pluma alquilona, quiero decirles que no cambiamos más, que seguimos siendo (como escribió la gran Eladia Blázquez) `"compradores de buzones; nos gusta hacer las leyes para después crear la trampa; protestar bajito y prefabricar mitos para poder vivir''. Perdimos el tren y no es un ataque de pesimismo, es asomarse a una realidad dura y pura.

Los que queríamos una grieta cerrada, una clase política honesta y republicana, tres Poderes independientes sin fisuras ni interferencias, nos rendimos. Hasta aquí llegamos pero eso sí, aunque seamos pocos, aunque estemos cansados, no nos van a imponer el populismo mesiánico para que unos pocos sigan viviendo en la gloria mientras todos los demás se pudran en el infierno de un país destruido por la ambiciones personales de personajes que no entienden ni entenderán la libertad y la convivencia. Vamos a luchar no por nosotros, sino por lo que vienen detrás que no se merecen tanto castigo.

Por Víctor CORDERO para La Prensa

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