El tiempo - Tutiempo.net

Michael Phelps narró su drama por la depresión en cuarentena

El nadador estadounidense reveló que está "luchando contra los demonios de la salud mental". El multimedallista olímpico repasó su carrera en una emotiva carta y contó como lleva la pandemia.

DEPORTES 24/05/2020 Julia VOSCO
ARCHI_761009

 
AUDIO: Michael Phelps narró su drama por la depresión en cuarentena
‹›
 
 

Michael Phelps, el mejor nadador de todos los tiempos, reveló en una emotiva carta que "está luchando contra los demonios de la salud mental" durante el aislamiento obligatorio.

"Nunca me sentí más abrumado en toda mi vida", escribió el ex atleta estadounidense, que sufrió depresión y ansiedad a lo largo de toda su carrera. 

Phelps contó cómo atraviesa la pandemia junto a su familia en un texto personal que publicó en el sitio estadounidense de ESPN. 

La carta de Michael Phelps

 

“¿Cómo estás?”. 

Nos hacen esa pregunta todos los días. Pero, ¿cuántas veces solo decimos "bien" y seguimos adelante? ¿Cuántas veces admitimos la verdad, tanto a nosotros mismos como a los demás?

¿Quieres saber mi verdad? ¿Cómo estoy? ¿Cómo manejo la cuarentena y la pandemia global? Lo diré de esta manera: todavía estoy respirando.

Este fue uno de esos meses. Todo el tiempo, mi estado de ánimo sube y baja sin parar. La pandemia es una de las cosas más aterradoras que he pasado. Estoy agradecido de que mi familia y yo estemos seguros y sanos. Estoy agradecido de que no tengamos que preocuparnos por pagar facturas o poner comida en la mesa, como tantas otras personas en este momento. Pero aún así, estoy luchando.

Antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, compartí públicamente mis problemas de salud mental por primera vez. No fue fácil admitir que no era perfecto. Pero abrirme me quitó un gran peso de encima. Hizo la vida más fácil. Ahora me estoy abriendo de nuevo. Quiero que la gente sepa que no están solos. Muchos de nosotros estamos luchando contra los demonios de nuestra salud mental ahora más que nunca.

 La cuestión es -y las personas con problemas de salud mental lo saben- que los demonios nunca se van. Tienes días buenos y malos. Pero nunca hay una línea de meta. Hice muchas entrevistas después de Río y la historia siempre era la misma: “Michael Phelps habló sobre la depresión, entró en un programa de tratamiento, ganó el oro en sus últimos Juegos Olímpicos y ahora está mejor”. Desearía que fuera la verdad. Desearía que fuera así de fácil. Pero honestamente, y lo digo de la mejor manera posible, eso es ser un ignorante. Alguien que no entiende lo que pasan las personas con ansiedad o depresión o trastorno de estrés postraumático, no tiene ni idea de cómo se siente.

Y la verdad, para ser honesto, los medios son parte de eso. Me arrastraron por el piso por todo lo que hice mal a lo largo de los años, y confía en mí, sé que fue bastante. Soy responsable de cada error que he cometido, yo y nadie más. Recibí ayuda y terminé mi carrera en lo más alto, así que me pusieron de nuevo en un pedestal. Pero esta es la realidad: nunca me voy a “curar”. Esto nunca va a desaparecer. Es algo que tuve que aceptar, aprender a lidiar con eso y convertirlo en una prioridad en mi vida. Y sí, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

La pandemia es un desafío que nunca me esperé. Toda la incertidumbre. Estar encerrado en casa. Y las preguntas. Muchas preguntas. ¿Cuándo se va a acabar? ¿Cómo será la vida cuando esto termine? ¿Estoy haciendo todo lo posible para estar seguro? ¿Está segura mi familia? Me vuelve loco. Estoy acostumbrado a viajar, competir, conocer gente. Esto es una locura. Mis emociones son un desastre. Siempre estoy al límite. Siempre estoy a la defensiva. Reacciono mal por cualquier cosa.

 

Hay momentos en los que me siento absolutamente inútil, donde me apago por completo pero siento una enorme ira que está por las nubes. Si soy honesto, más de una vez grité en voz alta: "¡Ojalá no fuera yo!". A veces esto es tan abrumador que no puedo soportarlo más. Ya no quiero ser yo. Es como esa escena en "The Last Dance", donde Michael Jordan está en el sofá, fumando un habano y dice: "Listo. Descanso". No puede soportarlo más.

Nunca me sentí más abrumado en toda mi vida. Es por eso que tengo momentos en los que no quiero ser yo. Ojalá pudiera ser "Johnny Johnson", una persona al azar.

La otra noche, me quebré hablando con Nicole, mi esposa. No estuvo bien. Pero al mismo tiempo, pude dejar salir todas esas emociones acumuladas. A veces necesitas eso. Fue difícil, pero hoy me siento mucho mejor. A veces eso es solo una parte del proceso.

 Entonces, ¿cómo luchas contra esto? ¿Cómo lo manejas? Para mí, tengo que ir al gimnasio todos los días durante al menos 90 minutos. Es lo primero que hago. Me despierto entre las 5:15 y las 7, sin alarma, solo me levanto. Si son las 7, les doy de comer a los niños y les aviso que me voy, pero si es antes, simplemente escapo al gimnasio. Y mira, hay días en los que no quiero ir. Pero me obligo a hacerlo. Sé que es tanto por mi salud mental como por mi salud física.

Si falto un día, es un desastre. Me meto en un patrón negativo de pensamientos en mi propia cabeza. Y cuando eso pasa, soy el único que puede detenerlo. Y generalmente no se detiene muy rápido. Simplemente vivo con eso, como si quisiera castigarme de alguna manera. Eso es lo que hago si me equivoco o molesto a alguien, pienso que todo es mi culpa y me desquito conmigo mismo. Cuando eso te pasa día tras día, puedes ponerte en una situación aterradora bastante rápido. Y así fue mi cuarentena la mayor parte del tiempo.

Cuando estaba nadando, la piscina era mi escape. Tomaba toda esa ira y la usaba como motivación. Pero ahora ese escape se fue. En esos momentos aprendí que es importante intentar dar un paso hacia atrás. Tomar una respiración profunda. Volver al punto de partida y preguntarse: ¿De dónde vienen estas emociones? ¿Por qué estás tan enojado? Eso es algo que aprendí en mi tratamiento y trato de enseñarles a mis tres hijos. Pero cuando estás de mal humor, no siempre quieres hacer lo que es "correcto" o lo que sabes que debes hacer. Intento escribir notas en mi espejo con un marcador, puse frases motivadoras en toda mi oficina y escribo. Tengo de 20 a 30 trozos de papel por todas partes donde escribo cosas que se me ocurren o quiero recordar y que me ayudarán más tarde.

 Pero cuando las cosas se ponen realmente mal, freno todo. Solo tengo que retirarme. No quiero que los niños me vean así. Así que me voy a mi habitación por unos minutos o a la oficina o mi armario. Cualquier ambiente tranquilo para pensar y calmarme. Para reiniciarme, de alguna manera.

Hay momentos en los que estoy atrapado en mi propia cabeza y pienso que toqué fondo, y Boomer, mi hijo de 4 años, se acerca a mí, me abraza y me dice que me ama. Cuando menos me lo espero. Es literalmente la cosa más grandiosa del mundo.

Después de mi tiempo en el gimnasio, como algo con los niños. Luego nos dedicamos a lo que sea que hagamos ese día. A veces jugamos en el patio o nos metemos a la piscina. Sin importar lo que estemos haciendo, la cena siempre está sobre la mesa a las 5. Yo asumo esa responsabilidad. Disfruto cocinar, me ayuda. Luego es la hora del baño, de dormir, me relajo un poco con Nicole y estoy en la cama a las 10, antes de repetir todo al otro día.

 Sé las cosas que debo hacer para cuidar mi salud mental. Pero de nuevo, no siempre es tan fácil. Hace unos años, me uní a un grupo de terapia digital que te da acceso a terapeutas siempre que sea necesario. Me fue muy útil cuando estaba de viaje. Se lo recomendé a amigos y familiares, le digo a la gente lo valioso que fue para mí. Literalmente me salvó la vida. Todos queremos ser las mejores versiones de nosotros mismos. Y hablar con un terapeuta, ser vulnerable, contar lo que te está pasando, ayuda. Nadie puede lidiar con la vida solo.

Pero mira, para recibir ayuda tienes que pedirla. Seré honesto, en los últimos dos meses, cuando más lo necesitaba, no hablé mucho con mi terapeuta. Sé que es parte de mi problema. Pero también es un excelente ejemplo de la rapidez con la que puedo entrar en esa mentalidad de "joderme a mí mismo". Sé que tengo que ser mejor. Tengo que estar pendiente de eso.

Pero también es por eso que me estoy abriendo. Quiero ayudar a otros. Y quiero hacerme cargo de lo que me pasa. Hay un montón de personas peleando contra lo mismo. No importa por lo que pasaste, de dónde vienes o lo que quieres ser. Nada puede detenerte. Solo necesitas aprender los trucos que funcionan para ti y aferrarte a ellos, creer en ellos, para no entrar en un ciclo negativo.

 Tengo que tratarme con más amor y compasión, no suelo hacerlo. Miro a nuestros hijos: ellos se caen, se golpean la cabeza, lloran un poco y 30 segundos después están de pie persiguiendo a sus hermanos y riendo. Siguen adelante. Son fuertes. Viven el momento. Eso es lo que todos debemos hacer.

No hace mucho tiempo, di una charla en una empresa sobre salud mental. Después de que hablé, hubo una sesión de preguntas y respuestas y un joven se levantó frente a todo el grupo y comenzó a hablar sobre sus problemas. Pienso en ese momento a veces, en el coraje que tuvo para levantarse frente a todos sus compañeros de trabajo y animarse a contar lo que le pasaba. Muestra que estamos llegando a un punto en el que se entiende que los problemas de salud mental son reales. Es algo serio, de vida o muerte.

No hay nada de qué esconderse. Nada que temer. La lucha es solo contra ti mismo. Piensa en eso la próxima vez que alguien te haga esa simple pregunta: "¿Cómo estás?".

Fuente: Cadena 3

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto