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En los barrios de Córdoba "se terminó la cuarentena"

En la mayoría de los vecindarios de Córdoba Capital los negocios volvieron a abrir sus puertas al público.

CÓRDOBA 13/05/2020 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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n la mayoría de los vecindarios de Córdoba Capital los negocios volvieron a abrir sus puertas al público.

La actividad comercial se despereza de a poco en Villa El Libertador

Ayer, la circulación de personas y el tránsito de vehículos en Villa El Libertador mostraron características similares a las de un día de semana cualquiera antes de la implementación del aislamiento social, preventivo y obligatorio para ralentizar el contagio del coronavirus.

“En realidad, en este barrio el movimiento se mantuvo en el mismo nivel desde que comenzó la cuarentena; quizá en los primeros días, la mayoría de la gente se quedó en casa, pero en la segunda semana todo volvió a ser como siempre”, resumió su impresión  un policía que prestaba servicio en la sucursal del Banco de Córdoba ubicada frente a la plaza principal de la tradicional barriada del suroeste de la ciudad de Córdoba.

Gloria Indeni tiene otro registro del ajetreo en la ex-Villa Forestieri; así se llamó este suburbio urbano hasta 1950, año del centenario de la muerte del General José de San Martín, cuando cambió su nombre por el actual.

Ella tiene un negocio de venta de lanas y de telas sobre Avenida de Mayo, cruzando la rotonda. “Desde hace 10 días, más o menos, se ve más gente en la calle, pero nada que ver con lo que era cuando estaba todo normal”, comentó la comerciante.

“Ayer (por el lunes) reabrí para atender al público y lo que estoy observando es que hay una demanda contenida; espero recuperar ventas rápido porque estos 50 y pico de días sin trabajar han sido difíciles”, se ilusionó.

 
La comerciante ruega que los proveedores no la desabastezcan porque quiere aprovechar la llegada de los días fríos para reactivar el negocio. “Acá en el barrio, a las vecinas les gusta mucho tejer”, apuntó.

Beatriz Salazar dio fe de esa inclinación vecinal. “Ahora vine a comprar tela para hacer barbijos; me estoy ganando la vida con eso porque mi marido está sin ir a la empresa porque está cerrada”, explicó. Dante Zárate, su esposo, la acompañaba en la salida; lucía un cubreboca con el escudo de Talleres estampado en el anverso.

  

 
Pelo y barba

Ana Navarro también reabrió anteayer su peluquería para hombres. “Organicé la atención por turnos, pero si algún cliente pasa y no estoy trabajando en ese momento, lo hago entrar”, explicó.

Yamila Albornoz retomó el lunes la venta de ropa informal en su local E-26. “En estos casi dos meses me reconvertí en venta de alimentos para perros y gatos porque tenía que tener algún ingreso para vivir y pagar el alquiler y los impuestos”, aclaró.

Y dijo que las ventas se “mueven poco” y que persiste la dificultad adicional de que los clientes no pueden entrar al vestidor a medirse las prendas.

Testimonios parecidos en cuanto a la actividad comercial aportaron Marcelo Sánchez y Laura Barrera. Él tiene una casa de repuestos de motos y ella, una óptica en el barrio.

La iglesia Nuestra Señora del Trabajo continúa con las puertas cerradas. Desde que comenzó el confinamiento, las misas se transmiten por FM Radio Sur, los domingos desde las 9.30. Y para confirmarse, hay que inscribirse por WhatsApp.

La vuelta del comercio no incrementó el tránsito de peatones en barrio Jardín

La apertura el lunes último de actividades comerciales y profesionales no esenciales permitió un desahogo a los propietarios de negocios en barrio Jardín, luego de 50 días de persianas bajas y puertas cerradas. Sin embargo, la vuelta al ruedo no impactó demasiado en las ventas o en el requerimiento de servicios, aunque ayudó a recomponer el ánimo.

Tampoco incidió de manera notable en la circulación de personas, ni en el movimiento vehicular, en comparación con los registros tomados por este diario en recorridas hechas en las semanas previas a la salida gradual de la cuarentena dispuesta por el COE el fin de semana pasado.

Así lo manifestaron los comerciantes consultados ayer. “Poder trabajar como antes nos vino espectacular”, comentó exultante Luciano Grazioso. El joven es dueño de la peluquería American Barber. El local está ubicado en Elías Yofre 979, frente al Paseo del Jockey. El shopping sigue cerrado.

El coiffeur se entusiasmó con el número de cortes y servicios prestados desde que volvió a agarrar las tijeras tras casi dos meses de inactividad, aunque reconoció que el trabajo está “muy por debajo del que tenía meses atrás”. No obstante, confía en que “las cosas van a ir mejorando de a poco”.

Ana Santa Cruz vio las luces prendidas y las puertas entornadas de la barbería y entró. “Joaquín, mi hijo, necesitaba cortarse el pelo porque tenía la cabeza hecha un desastre”, exageró la fotógrafa de la Liga Comercial de Fútbol y vecina del barrio.

Al público, con turno

Patricia Mustafá atiende la mueblería Trama Deco, sobre la misma calle. “Reabrimos el lunes al público, pero atendemos de a un cliente por vez, con turno previo”, precisó la joven. Durante el aislamiento adoptó la venta on line y aseguró que la modalidad “anduvo muy bien”; cree que “la gente se adaptó sin problemas” al formato de comercialización.

Verónica Cots tiene una imprenta y librería artística en Yofre esquina Mal Paso. Retomó anteayer la atención personal en el local y aseguró que la afluencia de gente al negocio fue “buena”. Hasta el lunes promocionaba su negocio a través de las redes sociales, tomaba pedidos de esa manera y los entregaba a domicilio.

“Ahora que podemos atender en el local es mejor porque los clientes pueden ver qué les gusta más, elegir entre la variedad de productos que ofrecemos, pedir sugerencias y sacarse todas las dudas”, razonó la comerciante.

Como Luciano y Patricia, Verónica registró el lunes y el martes un movimiento “apenas mayor” que el de la semana pasada en las calles del sector.

San Vicente: donde la gente sale de paseo, con hijos y sus barbijos

Una bocina montada sobre una Traffic anuncia el operativo: la Municipalidad tirará desinfectante en las calles y las veredas de barrio San Vicente, al este de la Capital cordobesa.

El tránsito de autos y de personas es incesante. Pero hay polos: la San Jerónimo y sus tres plazas son un punto neurálgico. Sobre calle Estados Unidos los autos van y vienen, y los negocios están atiborrados de gente.

A las 18 de ayer, el director del CPC, Santiago Gómez, atendió a La Voz. “Acá la gente tomó consciencia gracias al trabajo que realizamos con los comerciantes. Marcamos el distanciamiento social y eso se respeta”, aseguró.

Pero a la vuelta de su afirmación, soltó otra que dejó flotando una preocupación en el aire. “Las personas salen a pasear. A tomar aire. Ahí tenés –dijo señalando hacia la plaza– a dos adultos mayores en un banquito. Salen con sus hijos grandes, que se podrían quedar en casa”.

Mientras el funcionario comenta sobre el movimiento en la calle, la escena que describe no descansa. En cada local hay un grupo de personas esperando turnos para ser atendidos. Y en los bancos, la gente se amontona para sacar dinero. “Como se puede ver, la gente trata de respetar el distanciamiento social y sale a la calle con cubrebocas. Eso es importante, porque fue todo un trabajo instalar estas pautas”, comentó el director.

Dada la intensidad del movimiento, Gómez informó que se realizan operativos de desinfección en el espacio público. “No es la primera vez y son medidas para reforzar el cuidado. Mañana (por hoy) vamos a realizar una campaña de vacunación aquí en el CPC, que va a ser un desafío”, adelantó.

Paseo y distensión

Mariela está cansada de estar en su casa, a pesar de que reconoce que las medidas de aislamiento sirvieron para contener al coronavirus. “Salgo a caminar con mi hijo y me siento en la plaza, a respirar aire puro”, confesó. “Veo muchísima gente en los negocios desde que se flexibilizó la cuarentena”, analizó.

Micaela tiene una proveeduría. “La gente salió a la calle como desesperada. Nosotros pusimos una barrera en la puerta, porque sino entran sin respetar el espacio”, contó la comerciante.

Sobre el control de los números de documentos, la comerciante explicó que en su local no se está realizando. “Es algo que tenemos que implementar, pero no sabemos cómo hacerlo”, planteó. “Sabemos que los comerciantes están preocupados, y que esto es un alivio. Pero si volvemos a caer en la reducción de la movilidad, va a ser un problema”, dijo.

El Cerro, con gran movimiento en avenidas y en bancos

“Vivo con mi pareja y mis hijos, y trabajo en el Cerro de las Rosas. Estoy sorprendida por la cantidad de gente que veo en las calles”. Ximena, vendedora de la juguetería Pluto’s, estaba contenta: desde el lunes pasado, las ventas aumentaron.

“Para nosotros es un alivio, porque significa que mantenemos el trabajo. A su vez, en este barrio la gente se cuida. Es una cuestión de consciencia”, señaló.

Cuando llegaban clientes, ella los recibía con una sonrisa luminosa. Es cierto que no se veía, por el barbijo, pero se notaba. Les pedía que pasen sus pies por un trapo con lavandina y acercaba un rociador. “Qué desea”, preguntaba con amabilidad.

Un cliente ocasional preguntó por un juego de mesa. Ximena confirmó que lo tenía y concretó una venta. “Esto se parece a la normalidad. Hoy podría ser como cualquier otro lunes por la tarde; hay gran movimiento de autos”, contó sin que se deje de notar que sonreía tras el cubrebocas.

En las inmediaciones, la inmovilidad de unas sillas y mesas contrastaba con el bullicio de los autos que iban y venían por las avenidas. De repente, un grupo de personas decidió instalarse.

“Estamos descansando un poco. Tomando algo”, dijeron, esquivos, con una gaseosa y una cerveza. El sol cortaba el frío que ya golpeaba en la tarde. Un clima ideal para los cuatro amigos.

La gente observaba con extrañeza. ¿Qué hacían esos hombres allí? Lo cierto es que el personal del bar tampoco tenía una respuesta acabada a la pregunta. Los hombres llegaron, pidieron sus bebidas y se sentaron. ¿Quien los sacaba ahora de allí?

Los bancos, como otros puntos de la ciudad, eran imanes que generaban largas filas. “Salimos con mi pareja a sacar dinero”, contó Jeremías. “Es la primera vez que salgo a la calle. Estoy sorprendida, esto no parece ser una cuarentena. La gente está por todos lados”, dijo ella.

Los chicos iban a subir al auto, pero antes ella les roció un líquido en las manos. “Es alcohol con agua. Tomamos todas las precauciones y vemos que las personas, en su mayoría, también se cuidan”, dijo Jeremías.

La máquina del tiempo

El secretario del centro vecinal de Cerro de las Rosas, Omar Carbonari, recibió a este medio en su domicilio.

En este barrio de la zona norte de la Capital era habitual ver un desfile de gente cualquier día de la semana. “Estamos en una zona de bancos y con gran oferta comercial. Así que esto había dejado de ser un barrio residencial”, dijo Carbonari, refiriéndose a los efectos de la prohibición para circular.

El vecinalista explicó que desde que se decretó la fase 4, la gente salió a las calles. “Se ve más movimiento, sobre todo en las avenidas. Hacia adentro del barrio, parece que el tiempo retrocedió y ya no se observa una cantidad abrumadora de gente”, reconoció.

Su relato se condecía con la realidad: si en la avenida el tráfico era intenso, en la puerta de su domicilio, que se aleja de las calles centrales, los autos pasaban de manera ocasional. “La gente ha tomado consciencia y se cuida mucho. Hay un uso casi generalizado de barbijos y en los negocios todos esperan sus turnos para ser atendidos”, detalló el dirigente.

Según Carbonari, para los vecinos que viven en el barrio el coronavirus “trajo alivio”: “Ya no se podía vivir en este barrio. El virus que golpea en todo el mundo devolvió la tranquilidad al barrio. Ahora se ve más gente en las calles, pero antes no se podía circular. Esperemos que siga así”.

Fuene: La Voz del Interior, sobre una nota de H. BRONDO Y M. CALDERÓN

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