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Psicosis en supermercados, con colas de una cuadra para pagar y góndolas casi vacías

Los carritos salen repletos de lavandina, packs de aguas, desinfectantes en aerosol, papel higiénico y ningún alcohol.

SALUD - CORONAVIRUS 16/03/2020 Heretz Nivel
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Filas en la calle para entrar, góndolas con sectores vacíos, esperas de más de una hora ante las cajas y carritos repletos con lo mismo: lavandinas, packs de aguas, desinfectantes en aerosol, papel higiénico y ningún alcohol. Ni líquido o en gel. La psicosis por el coronavirus llegó hace unos días a los supermercados de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, pero este fin de semana, con 56 casos de infección confirmados en el país, entre changuitos y áreas de alimentos secos, fríos o frescos, mostró su cara más exagerada.

"No importa cuántos alcoholes pongamos a la venta se agotan al instante", describió a Clarín una fuente de una cadena de supermercados, que prefirió no identificarse. Ese elemento de higiene es buscado por casi la totalidad de los clientes. Conseguirlo en las plataformas digitales también es una odisea, ya sea porque los sitios están caídos o porque al finalizar la compra se informa que ese artículo no está disponible.

Los estados alterados empezaron a verse desde temprano. A las 11 de este domingo en un hipermercado de Flores cinco personas rodearon a un repositor. Ni siquiera esperaron a que pudiera hacer su trabajo y abrieron las cajas de mercadería, en busca de lo que ya se había agotado.

"Puse 260 alcoholes a las 10 y se terminó todo. Estaba lleno ahí -señala una porción de la góndola desierta-. Había en gel de litro, de medio, de cuarto y común (etílico)", dijo. Pero el resto seguía revisando y consultando si era o no lo mismo llevarse un sanitizante. Ante la duda, lo metían en el changuito. A los cinco minutos no quedaba registro de ese químico que reduce pero no elimina virus, hongos y bacterias.

Los repositores de ese supermercado volvían a ubicar mercadería en la mitad de tiempo que en un día normal, antes de la pandemia de coronavirus. Ocurría con aquellos que estaban en el sector de higiene, como con los que trabajaban con productos de almacén. En el área de pescadería decían: "Esto empezó la semana pasada, es mucha la psicosis, esperemos que hoy se termine".

Tanto en los mayoristas como en los minoristas se observaron subas abruptas en compras de productos de limpieza y desinfección. También en agua envasada y alimentos como fideos, harina, leche y ázucar.

En los mayoristas el aumento de público fue todavía más evidente durante este sábado y domingo. En la semana los clientes habituales son dueños de almacenes o negocios.

"Es querer parar un tren con la mano", calificó otro vocero de una cadena de supermercados respecto a la demanda de consumo. Tampoco quiso que su nombre se publicara. El viernes pasado, según dijo a Clarín, vendieron más que el 23 de diciembre, el día más fuerte de todo el año para esa empresa.

Por otro lado, la plataforma digital no paraba de colapsar por la cantidad de usuarios que entraban en forma simultánea. "Los niveles son similares a eventos como Cybermonday​ y Hotsale".

"Con honestidad, y pese a los refuerzos, el servicio está colapsado", agregó. En tanto, en otras cadenas incorporaron empleados que antes trabajaban en el salón a la línea de cajas. Ahí, el sindicato de trabajadores exigió que las tareas se desarrollen con disposición a alcohol en gel. 

La curva de consumidores fue ascendiendo desde que se confirmaron los primeros casos. Por el momento el fenómeno se localiza en centros urbanos, en la Ciudad de Buenos Aires, GBA, Córdoba y en San Salvador de Jujuy, el primer punto del país donde se suspendieron las clases, informó el titular de la Asociación de Supermercados Unidos, Juan Vasco Martínez.

En algunos espacios las filas se extendían hasta las góndolas de vinos o medían lo mismo que una cuadra. En otros, las demoras para pagar podían llegar a dos horas. Los clientes ocupaban el tiempo en chatear o hablar con sus parientes: "¿Qué necesitás?". "Tengo papel higiénico y lavandina para alcanzarte". "Por favor vengan a ayudarme que no puedo llevar solo todo lo que compré".

Los consumidores con sus bocas cubiertas con un barbijo eran minoría. "Me lo compré hace unas semanas. Ya no se consiguen", comentó un chico de 20 años a Clarín. Sabía que no son efectivos para prevenir el virus y que sólo se recomiendan en caso de estar cerca de una persona infectada, pero tenerlo, dijo, lo hacía sentir más tranquilo. 

Su actitud infundada era similar a la de muchos otros que llenaban el carrito con productos que quizás no llegaba a consumir en un año. Sin solidaridad con el resto: todos los argentinos necesitan un jabón para mantener la limpieza de sus manos frente al coronavirus.

"La gente no tiene que temer al posible desabastecimiento o al cierre de estos espacios porque no está previsto", dijo Alberto Fernández en conferencia de prensa al anunciar el cierre de las escuelas y la licencia laboral para mayores de 65 años. También adelantó que serán castigados quienes aumenten los precios de los artículos de cuidado, limpieza y alimentos.

Ni en Italia​, donde los números de contagios y muertos por el virus siguen impiadosos, cerraron los supermercados. Por lo que correr a abastecerse no tiene sentido en la Argentina. Lo importante, remarcan los expertos, es evitar aglomeraciones, lavarse las manos con agua y jabón, desinfectar superficies de uso habitual (mesa, celulares, escritorios, etc.) y toser o estornudar en el pliegue del codo. 

Los especialistas también piden mesurar las compras y tener en cuenta a los comercios más cercanos que no están saturados de clientes. 

Con información de www.clarin.com sobre una nota de María Belén Etchenique

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