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La CGT termina sus vacaciones y definirá cómo será su relación con Alberto Fernández

La mesa chica de la central obrera se reunirá el lunes para analizar la política salarial del Gobierno, el congreso cegetista que se realizará en agosto y la convocatoria oficial al Consejo Económico y Social.

POLÍTICA 06/03/2020 Heretz Nivel
CGT

Después de 35 días de su última reunión, la CGT deliberará nuevamente el lunes por la tarde, en la sede de UPCN, para intentar romper la parálisis en que se encuentra desde que Alberto Fernández se convirtió en presidente de la Nación, en medio de marcadas diferencias respecto de la forma de encarar la relación con la Casa Rosada y por las resistencias que sigue generando la política salarial del Gobierno.

Además del tema salarial, en el temario figuran la definición de una postura ante la convocatoria presidencial al Consejo Económico y Social y las primeras conversaciones para renovar las autoridades de la central obrera, ya que el mandato de la actual conducción vence en agosto de este año.

En realidad, como sucedió el 30 de enero pasado, los dirigentes que se encontrarán integran la llamada mesa chica de la CGT, que es una versión reducida del consejo directivo cegetista, que tiene 25 secretarías y 10 vocalías, pero que no se reúne desde hace más de siete meses.

En aquel encuentro de enero, los sindicalistas discutieron en fuertes términos sobre la política salarial de la Casa Rosada, que consiste en negociar sumas fijas como anticipo y postergar las paritarias hasta junio. Por entonces, el clima gremial estaba caldeado por la resistencia de muchos dirigentes a resignar la recomposición de los salarios sin aumentos porcentuales ni cláusulas gatillo, postura que exteriorizó un cotitular de la CGT, Carlos Acuña, enrolado en el barrionuevismo, que encendió la mecha interna al animarse a declarar que “la CGT no avala seguir con el sistema de sumas fijas".

Las discrepancias fueron tan profundas que la dirigencia cegetista dejó en libertad de acción a los gremios para decidir si en las paritarias 2020 negocian un porcentaje o un monto como anticipo.

Ahora, luego de que ya firmaron sus convenios anuales o las revisiones de 2019 un puñado de sindicatos clave como bancarios, Camioneros, Comercio, Alimentación, docentes, la UOM, SMATA y UOCRA (en algunos casos por un trimestre), a los que se sumaría la Unión Ferroviaria la semana próxima, la atención está puesta en la discusión salarial para este año y en donde la expectativa del Gobierno es que arranque con anticipos de suma fija hasta mediados de año, sin cláusula gatillo y tomando como base la inflación futura, que sería a la baja, como una manera de dar señales de desindexación de la economía, tal como lo pidió públicamente el Presidente.

Tampoco hay claridad acerca de qué propuesta llevará la CGT al Consejo Económico y Social, una instancia de diálogo tripartito que será creada por ley y de la que Alberto Fernández, en el discurso con el que inauguró el período de sesiones ordinarias del Congreso, dejó afuera los temas que los sindicalistas esperaban discutir allí con el Gobierno y con los empresarios: “No pretendemos que desde su ámbito se discutan ni precios ni salarios ni paritarias”, advirtió el Presidente.

En voz baja, varios miembros de la CGT están molestos por “actitudes individualistas” del cosecretario general de la central obrera, Héctor Daer, titular del gremio de Sanidad y el dirigente de mejor diálogo con Alberto Fernández. Hay sindicalistas que se quejan porque Daer fue a almorzar a solas con el Presidente el 13 de febrero: “Además, nos enteramos por los diarios de ese encuentro”, agregan.

La primera vez que la CGT concurrió a la Casa Rosada desde que asumió este gobierno fue el 19 de diciembre, cuando, junto con las CTA y dirigentes como Hugo Moyano, fueron recibidos por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, pero en esa oportunidad no pudieron hablar con el Presidente.

La revancha llegó el 27 de diciembre, cuando la CGT fue citada a un encuentro con el primer mandatario para firmar el “Compromiso Argentino por el Desarrollo y la Solidaridad”, pero fue una audiencia numerosa a la que también invitaron a empresarios y dirigentes sociales.

En febrero, un día antes de la reunión a solas con Daer, Alberto Fernández recibió a Moyano. Y catorce días después, luego del acuerdo en la paritaria docente, lo hizo con sindicalistas del sector educativo que están alineados con el Gobierno como Hugo Yasky (diputado nacional y titular de la CTA de los Trabajadores) y Roberto Baradel (SUTEBA). La última presencia de la CGT en la Casa Rosada se dio el 20 de febrero, cuando los dirigentes se reunieron con el gabinete económico para analizar las negociaciones con el FMI por la deuda. Sigue siendo una asignatura pendiente, sin embargo, una audiencia presidencial exclusivamente para la CGT. Toda una curiosidad en un gobierno peronista.

Aún en forma reservada, además, ya aparecieron los primeros lamentos de sindicalistas que advierten que hay problemáticas sectoriales que no se pueden solucionar en el Gobierno porque faltan interlocutores o porque aún existen áreas oficiales donde predomina la desorganización.

El otro problema que enturbia la relación de la CGT con la Casa Rosada es la decisión de Alberto Fernández de no otorgarle al sindicalismo cargos importantes en el gabinete nacional y de retacearle la posibilidad de conducir la Superintendencia de Servicios de Salud, que administra los millonarios fondos de las obras sociales: en diciembre, la dirigencia cegetista había logrado que el ministro de Salud, Ginés González García, les prometiera que pondría al frente de la Superintendencia a David Aruachán, un médico que provenía de los equipos de expertos sanitaristas del gremialismo, pero éste terminó como gerente general porque, imprevistamente, el ministro prefirió designar como titular del organismo a un hombre de confianza de él, Eugenio Zanarini, vicerrector de la Universidad Isalud.

El otro tema que comenzará a hablarse el lunes entre los sindicalistas de la CGT es cómo quedará conformada la nueva central obrera: el congreso cegetista debe reunirse en agosto para elegir a la conducción que reemplazará a la actual, liderada por Daer y Acuña (el tercer secretario general elegido en 2016, Juan Carlos Schmid, renunció dos años más tarde), pero las diferencias, los recelos y las rivalidades entre los dirigentes hacen imposible hoy imaginar qué sucederá.

Casi todos los sindicalistas coinciden en que la conducción de dos, tres o cuatro secretarios generales no ha funcionado eficazmente a lo largo de la historia de la CGT. Sin embargo, no hay consenso acerca de quién podría convertirse en el único jefe de la central obrera. Todas las miradas apuntan a Daer por su estrecho vínculo con el Presidente, aunque su figura genera resistencias en algunos: Moyano mantiene con él una relación tamizada por la desconfianza desde hace décadas, mientras que hay quienes creen que debería elegirse un dirigente que garantice autonomía respecto del Gobierno.

El sindicalismo peronista está más atomizado que nunca y por eso es difícil imaginar una CGT unida: conviven hoy el moyanismo, los “Gordos” (Comercio y Sanidad), los independientes (UPCN, UOCRA y Obras Sanitarias), el barrionuevismo, los Sindicatos En Marcha para la Unidad Nacional (SEMUN, que lidera el ferroviario Sergio Sasia), la Corriente Federal (encabezada por el bancario Sergio Palazzo) y Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA, que pilotea el taxista Omar Viviani).

Más allá de lo que se comience a discutir el lunes, el primer desafío sindical para seguir de cerca son las elecciones que tendrá en mayo la poderosa Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT). Dirigida hoy por Schmid, del gremio de Dragado y Balizamiento, que mantiene su independencia respecto de otros sectores sindicales, se espera una dura batalla para liderar la CATT entre los Camioneros, que impulsarían la candidatura de Pablo Moyano, y su gran enemigo interno, la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que lidera Roberto Fernández y apoyaría a Omar Maturano, jefe de La Fraternidad, sobre todo para impedir que el moyanismo se quede con el liderazgo de una estructura clave: como se sabe, el transporte es el sector que garantiza el éxito o no de cualquier paro general.

Con información de www.infobae.com sobre una nota de Ricardo Carpena

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