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Terminar con la AFI: la misión que le dio Alberto Fernández a Cristina Caamaño

El Presidente la considera “incorruptible” y por eso la eligió para que la ex SIDE deje de espiar y perseguir.

POLÍTICA 24/12/2019 Heretz Nivel
CAAMAÑO Y FERNÁNDEZ

"Vos mandabas una persona a manejar la SIDE y te devolvían un delegado gremial de los espías", graficó Alberto Ángel Fernández antes su reducido entorno, para explicar el por qué de la decisión de intervenir la AFI, nombre actual de la Agencia Federal de Inteligencia, la casa del espionaje legal (e ilegal) creada en 1946, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, entonces bajo el nombre de "Coordinación de Informaciones de Estado" (CIDE).

El razonamiento de Fernández era porque el Poder Ejecutivo enviaba a una persona a controlar a los espías y éstos, terminaban coptándolo o transformándolo en tropa propia, que iba a la Casa Rosada (a ver a sus verdaderos jefes) como un delegado de "La Casa", nombre aplicado al edificio ubicado a menos de 100 metros de la Casa de Gobierno, en la calle 25 de Mayo 11.

Por eso, Alberto demoró más de diez días en definir la intervención de la AFI y designar allí a Cristina Caamaño​, una fiscal alineada al kirchnerismo y que presidió "Justicia Legítima", una agrupación de jueces y fiscales creada al calor de la década K para sostener las posturas dominantes de la época.

"La puse allí a Caamaño porque es una fiscal incorruptible", asegura Alberto Fernández, desdeñando que haya sido una imposición de Cristina Kirchner. Y reitera que toda la trayectoria de la abogada es intachable: "Lo mandó en cana a Jose Pedraza", en referencia al dirigente ferroviario que supo ostentar poder gremial y político, hasta que fue condenado a 15 años de prisión por el asesinato de Mariano Ferreyra, dirigente de la FUBA y militante del Partido Obrero, baleado en 2010 de un tiro en el pecho por un grupo de afiliados a la Unión Ferroviaria en una manifestación de trabajadores tercerizados de la Línea Roca.

Y asegura que el nombre de Caamaño no le llegó de boca de CFK sino de Daniel Rafecas, el juez federal que ahora fue elegido para ser Procurador General, cargo que supo ocupar durante el kirchnerismo Alejandra Gils Carbó.

Precisamente, Caamaño fue y es una defensora a ultranza del comportamiento de la ex Procuradora K, quien la puso a cargo de las escuchas judiciales, algo que históricamente realizaba la SIDE.

Antes, las escuchas eran realizadas por los servicios de inteligencia en la temida “Dirección de Observaciones Judiciales”, cuyo nombre en la jerga de los espías era OJOTA.​

Confirmados los cambios en la SIDE durante la gestión de Cristina Kirchner, con la salida de Jaime Stiuso de "La Casa" y transformado el organismo en AFI, Cristina Caamaño quedó a cargo del DICOM, Departamento de Interceptación y Captación de las Comunicaciones.

Allí ​estuvo hasta el final del segundo mandato de CFK, cuando asumió Mauricio Macri y las escuchas pasaron a la órbita de la Corte Suprema de Justicia, quien puso en ese rol a Juan Tomás Rodríguez Ponte, como director de la Oficina de Captación de Comunicaciones.

Finalmente, en diciembre de 2019 asumió Alberto Fernández y decidió generar un cambio en cómo encarar el manejo de la AFI. Para eso, circularon nombres de amigos de la política de Fernández, como Alberto Iribarne y José "Pepe" Albistur, pero la definición fue la de una intervención.

El Presidente manejó el asunto con sigilo, en tándem con su jefe de Gabinete Santiago Cafiero. Lo conversó con sus abogadas de confianza, Marcela Losardo (ministra de Justicia) y Vilma Ibarra, su secretaria Legal y Técnica.

Pero el hombre que actuó en sigilo fue Gustavo Béliz, el enigmático Secretario de Asuntos Estratégicos, que fue eyectado del mandato de Néstor Kirchner, cuando siendo ministro de Justicia denunció y mostró el rostro (en tevé) de Jaime Stiuso, hasta entonces, hombre todopoderoso del mundo vernáculo del espionaje.

Las vueltas de la vida ubican a los personajes (Alberto Fernández era entonces jefe de Gabinete) en distintos casilleros de una novela que, esta vez, y con la intervención de la AFI, debería tener un desenlace distinto.

Con información de www.clarin.com sobre una nota de Pablo de León

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