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UN MACRI JAQUEADO POR FUERA Y POR DENTRO

Un candidato acorralado que juega sus últimas cartas. Ni en Argentina ni en el exterior se le otorga alguna chance de revertir el resultado de las PASO. Pero él insiste, aún cuando hasta el frente interno le muestra su rechazo

POLÍTICA 21/10/2019 Isaías ABRUTZKY / Especial para Diario Córdoba
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Isaías ABRUTZKY / Especial para Diario Córdoba 

Macri no llegó a juntar un millón de personas en su acto central. Viendo las fotos, midiendo los espacios en Google Earth, mi estimación da entre 310 y 340 mil asistentes. Qué es muchisimo, de todas maneras. Una impresionante manifestación. 

En una nota en Infobae, Ernesto Tenenbaum dice: 

“Para Cambiemos, después del 10 de diciembre, puede ser importante empezar a presentarse como una propuesta diferente a la que acaba de fracasar, especialmente en el área económica: reinventarse. Macri es un símbolo de ese fracaso, y lo será mucho más si pretende demostrar que las cosas que ocurrieron no ocurrieron.

Pero, al mismo tiempo, tiene todo el derecho del mundo a reclamar lo suyo. ¿O no fue él quien fundó Cambiemos? ¿O no fue quien lo llevó al poder? ¿O no es él quien convoca multitudes como la de ayer?”

En otra parte de su artículo, el periodista señala que el presidente-candidato fue acompañado por una concurrencia mayor que aquella que saludó a Cristina en cualquiera de sus actos. Puede que sea cierto, pero Tenenbaum elude un dato fundamental: quienes apoyaban con su presencia a CFK lo hacían por amor; un amor profundo, imposible de desvalorizar con menciones al choripán, al ómnibus o cualquier presunta prebenda. 

Por el contrario, quienes se agolparon, virulentos, en los actos macristas, solamente tenían en común el odio antiperonista más que la adhesión al candidato. 

Macri se convirtió en mala palabra para sus propios partidarios que aspiran a conseguir un cargo electivo. Hubo intendentes que aconsejaban cortar boleta, reemplazando a Mauricio por otro postulante de sus preferencias. Y en algunos casos se practicaba el origami para ocultar la parte de la papeleta que mostraba al Presidente. 

El principal recurso del oficialista que busca un nuevo periodo presidencial -además de la mentira- consiste en ensanchar lo más posible la grieta que divide a la sociedad argentina. 

Esos votantes sin duda mostrarán reluctancia a apoyar a un peronista auténtico en elecciones venideras. Pero de ahí a que Macri consiga erigirse en líder de la oposición -dando por descontado que Alberto Fernández será el nuevo jefe de estado- hay una distancia considerable. 

Con toda probabilidad, María Eugenia Vidal terminará derrotada el 27 de octubre. Ya estaba molesta con Macri porque éste no aceptó que desdoblara las elecciones en la provincia de Buenos Aires, y no es de extrañar que pretenda convertirse en la jefa de la oposición. Horacio Rodríguez Larreta, con las mayores probabilidades de renovar su mandato, también aspira, legítimamente, a ocupar ese papel. 

En fin, de todos modos habrá que ver si MM quiere seguir en política. Dijo una vez que su intención era radicarse en el exterior y dedicarse a dar clases luego de finalizar su mandato. Lo cierto es que el ejercicio del poder lo desgastó tanto anímica como físicamente, esto último en forma por demás visible. 

Pero queda un costado por analizar: el antes pausado y sobrador personaje del 2015 y 2017 (“¿En qué te has convertido Daniel? ¿En un panelista de 678”) dio paso a un enfervorizado símil de pastor evangelista, que vocifera “No se inunda mááááás” y golpea un pavimento para mostrar su solidez. No es de descartar, entonces, que predomine su faz mística (tal vez influencia de Lilita Carrió) e intente seguir al frente de su partido. Después de todo, algunos pastores, cuando fueron descubiertos en serias trapisondas, intentaron, y a veces lograron, superar el trance llorando, arrepintiéndose por sus pecados y prometiendo cambiar. La Argentina, hoy, da para todo.

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