Gobernadores contra Milei es el nuevo escenario político en Argentina

OPINIÓN Jorge Levin
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JORGE LEVINPor Jorge Levin

La llegada de Javier Milei al poder ha sido un fenómeno peculiar, marcado por una crisis económica que presagiaba un cataclismo aún mayor y la ineficacia del sistema político tradicional para ofrecer soluciones viables. Pero lo que se está gestando ahora es una segunda anomalía: por primera vez desde el regreso a la democracia, los 23 gobernadores argentinos y el jefe de Gobierno porteño han decidido unirse en un frente común para reclamar ante la Casa Rosada. Este movimiento, que incluye a fuerzas políticas diversas e incluso aliados al oficialismo, revela una nueva dinámica en la política argentina.
Este no es solo un simple acto de protesta; es un movimiento que busca tomar la iniciativa en el Congreso, marcando así un cambio de paradigma. Aunque Milei aspira a dividir a estos actores y negociar por separado, el hecho de que se hayan unido para discutir el reparto de recursos es un precedente importante. Antes, los gobernadores eran vistos como una liga difícil de manejar, pero esta vez están decididos a reposicionar su influencia en la arquitectura política del país.
La razón detrás de este nuevo reclamo es clara y contundente. Los gobernadores sienten que la situación es intolerable. Según un funcionario del PJ provincial, "no mandan los recursos, no arreglan las rutas, se desentienden de los servicios y nos acusan de despilfarradores". Este sentimiento de frustración es un llamado de atención al gobierno: el malestar se ha acumulado y ha alcanzado un punto de ebullición.
Milei, por su parte, no ha hecho más que incrementar sus enfrentamientos con diversos sectores, desde economistas y jubilados hasta gobernadores, a quienes descalifica como "degenerados fiscales". Este enfoque de confrontación puede ser arriesgado. Si bien Milei puede disfrutar de una aparente mayoría o respaldo en un momento dado, las expectativas no logradas en el ámbito económico pueden socavar esa base de apoyo.
En su afán por centralizar el poder, el presidente ha optado por un approach agresivo hacia los gobernadores justo cuando parámetros macroeconómicos comienzan a mostrar signos de debilidad. La reciente inyección de $5 billones por parte del gobierno, junto con un incremento drástico en las tasas de interés, solo señala un posible camino hacia más complicaciones económicas. La política de tasas altas puede ser un arma de doble filo, ya que encarece el crédito y ahoga la inversión en un contexto de consumo ya frágil.
Milei confía en que las urnas le brinden un renovado respaldo, pero esta confianza podría convertirse en una amenaza para los gobernadores si es que se traduce en un aumento de su poder. Sin embargo, hay un límite claro a esto: incluso si gana en las elecciones legislativas, no obtendrá el control absoluto del Congreso, lo que lo obligará a seguir negociando.
La rápida evolución de la situación en Argentina es reveladora. A pesar de que Milei ha visto mermar su popularidad, esto no necesariamente lo coloca en una situación de catástrofe electoral inminente. Lo que sí ha ocurrido es que las condiciones han cambiado, permitiendo a los líderes provinciales como Martín Llaryora elevar su crítica hacia el gobierno. Su reciente acusación de abandono de rutas y falta de atención a cuestiones básicas del Estado pone de relieve un creciente descontento y una nueva estrategia política que podría dar frutos.
La percepción de que Milei está descuidando aspectos fundamentales como la infraestructura y la salud pública abre la puerta a discursos alternativos que resuenan con un electorado agotado por las promesas incumplidas. Este cambio de enfoque en la crítica hacia el gobierno puede resultar una estrategia efectiva si es que logra agrupar a otros sectores descontentos.
Por lo tanto, el escenario actual es complejo y presenta tanto oportunidades como riesgos. Los gobernadores se están moviendo para reconstruir su narrativa política, adoptando un enfoque que los posiciona como defensores de sus provincias frente al poder central. Lo que es seguro es que los próximos meses serán decisivos para definir el rumbo, tanto para Milei como para la gobernabilidad de Argentina. Si las elecciones de medio término se desarrollan en un ambiente cargado de tensiones, la estrategia del oficialismo deberá adaptarse rápidamente a la realidad que se presenta.

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