Sofocón financiero pone en jaque la política monetaria del Gobierno y tensiona relación con bancos

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El gobierno enfrentó una crisis financiera que obligó a una licitación urgente por $4,7 billones a una tasa récord del 47%, generando dudas sobre la viabilidad del plan económico.
  • La operación fue vista como una derrota y reveló tensiones entre el equipo económico y los bancos.
  • Los bancos rechazaron tasas del 37% en Lecaps, prefiriendo mantener liquidez en otros instrumentos, lo que generó exceso de pesos y presión cambiaria.
  • Economistas advierten que el canje de deuda del Banco Central por letras del Tesoro implicó emisión monetaria, causando un shock de liquidez.
  • Las tasas de interés se volvieron endógenas, bajando en algunos instrumentos y presionando al alza en otros, por búsqueda de rentabilidad inmediata.
  • El costo fiscal de la operación podría ser de $150.000 millones, opacando el anuncio de superávit fiscal.
  • El cambio de LEFI (letras con liquidez diaria) por Lecaps (más rígidas) y el cierre de los “pases activos” obligaron a los bancos a acumular liquidez precautoria, impulsando el alza de tasas.
  • La estrategia buscaba controlar el exceso de pesos, pero aumentó el costo financiero y tensionó la estabilidad monetaria y la confianza del sistema bancario.
  • El gobierno intenta transmitir normalidad, pero el mercado anticipa un escenario complejo que exigirá ajustes para evitar nuevas crisis.

El gobierno nacional atravesó esta semana una crisis inesperada en el mercado financiero que derivó en una licitación de emergencia para absorber $4,7 billones a una tasa efectiva récord del 47%, un paso que desató críticas y puso en duda la viabilidad del plan económico actual.

En medio de una estrategia oficial que busca mantener un "congelamiento monetario", la operación fue interpretada en el mercado como una derrota para el equipo económico y un fuerte llamado de atención sobre la ruptura creciente entre las autoridades y el sistema bancario. El secretario de Finanzas, Toto Caputo, culpó a los bancos por la situación y defendió que la tasa no es impuesta, sino que la fija el mercado, mientras admitía que la licitación extraordinaria se realizó a pedido de las mismas entidades financieras.

La disputa se centró en la resistencia de los bancos a colocar sus pesos en Lecaps con tasas del 37% anual, prefiriendo mantener liquidez en otros instrumentos, lo que generó un excedente de fondos sin destino y elevó la presión sobre el tipo de cambio, obligando al Banco Central a intervenir. Esta dinámica desató incertidumbre y cuestionamientos sobre la efectividad y coherencia del plan de no expansión monetaria.

Economistas como Luciano Laspina alertaron que el aparente canje de deuda emitida por el Banco Central por letras del Tesoro terminó implicando igual emisión monetaria, generando un shock de liquidez que explica la tensión. Por su parte, Javier Okseniuk explicó que las tasas "se volvieron realmente endógenas" al desplomarse las remuneraciones de los instrumentos a corto plazo, lo que llevó a los bancos a buscar rentabilidad inmediata y presión para elevar las tasas.

El costo fiscal de esta operación extraordinaria podría rondar los $150.000 millones, cifra que opaca el reciente anuncio de un superávit fiscal consecutivo. Además, el salto en las tasas sugiere un mensaje implícito de cobertura cambiaria, complicando la sostenibilidad del tipo de cambio.

Un error clave, según analistas, fue la sustitución de las LEFI —letras con liquidez diaria— por Lecaps, títulos con vencimientos más largos y menor flexibilidad para los bancos. La eliminación de los "pases activos", préstamos de última instancia del Banco Central, forzó a las entidades financieras a acumular liquidez precautoria, lo que aumentó la demanda por instrumentos seguros y contribuyó al aumento de tasas.

En definitiva, la jugada buscó contener un exceso de pesos en el mercado, pero generó un efecto contraproducente: mayor costo financiero para el Estado y tensiones que revelan las dificultades para mantener la estabilidad monetaria sin afectar la confianza y liquidez del sistema bancario.

Mientras el gobierno intenta mostrar normalidad, la realidad del mercado sugiere que el camino será complejo y requerirá ajustes para evitar nuevas crisis en la plaza financiera.

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